El acuerdo

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(LP)

Ella me vendó

Sentí mi cuerpo entero palpitar de excitación. ¡No me esperaba eso!

Aquella mujer parada delante de mí, en nada se parecía a la Jennifer del día anterior. Estaba segura, confiada. Pensé que era imposible que estuviera más apetecible.

Tenía mis manos atadas a mi espalda. Mis ojos vendados. Todo lo que quedaba era el olor a sexo pegado a mi rostro. Inmediatamente mis otros sentidos se agudizaron. La quería y solo Dios sabe lo difícil que fue quedarme ahí atada queriendo devorarla.

Pude oír que se acercaba a mí a paso lento. Sus manos habilidosas desabrocharon mis pantalones vaqueros y bajaron la cremallera. Su boca caliente se acercó a mi abdomen. Sentí mi respiración fallar ante la intensidad de sus caricias.

Ella bajó mis pantalones arañando la piel de mis piernas. Me estaba marcando físicamente. Sentí mi cuerpo ablandarse. Sus labios encontraron la tela de mi ropa interior y ella hundió su cabeza entre mis piernas. Noté cómo un líquido caliente descendía y ella lo chupaba a través de la prenda que yo llevaba.

Su boca subió. Mordisqueó mi barriga y clavó los dientes en mi camiseta. Me estremecí entera. Con la ayuda de sus manos, pasó mi camiseta por mi cabeza mientras yo levantaba mis brazos todavía atados, dejando la prenda entre mis manos. Sentirla y no poder verla me excitó todavía más. Ella suspiró al encontrarse con mi cuerpo vestido únicamente con un conjunto de ropa interior de seda negra.

Su lengua encontró mi cuello y gemí bajito con el calor que emanaba de su cuerpo. Aquel aroma a café. Aquel olor que se había quedado impregnado para siempre en mi memoria, finalmente puedo sentirlo de nuevo.

Yo ansiaba más. Quería tocarla, besarla, sentirla. Jennifer me lo había prohibido en el momento que decidió atarme. Confieso, dejar que me dominara y entregarme de esa manera, hizo que mi sangre latiera más fuerte, deseando ser poseída por ella, con urgencia.

Ella tiró de mis cabellos hacia atrás violentamente y yo me deleité con la fuerza de succión de sus labios en mi nuca. Más marcas. Ella mordió fuertemente mi cuello y yo gemí de dolor.

Siguió mordiendo a lo largo de mi espalda sin importarle si las marcas que iba dejando serían indeseadas. Yo me mantuve callada disfrutando de cada una de sus mordidas. Sus labios suavizaban la intensidad de sus dientes y la sensación era maravillosa. Ella era intensa y dulce al mismo tiempo. Me entregué a ella y sentí que podía correrme en cualquier momento, sin necesidad de que me tocara.

Me acostó con cuidado en el sofá. Sentí su cuerpo empujar sobre el mío. La fricción de sus pechos con los míos me dejó todavía más mojada y ella me besó los labios succionándome la poca fuerza que me quedaba. Sentí su cuerpo darse la vuelta sobre el mío.

El sabor de su beso era envolvente. Su lengua me devoraba por entero, y sentí sus manos clavándose en mi trasero. Pronuncié su nombre, casi en una súplica para poder tocarla yo también. Ella me calló metiéndome en la boca uno de sus rígidos pezones para que lo chupase.

Sus rizos rubios se deslizaban por mi cuerpo a medida que se movía encima de mí. Hasta el roce suave de su cabello en mi piel me quemaba.

«Jennifer, por favor...¡No puedo aguantar más!»

Estaba en combustión y ardería en cualquier momento. Su rostro estaba ahora en mi barriga. Ella hizo a un lado las braguitas y lamió suavemente mi sexo. Gemí ante esa sensación de tenerla chupándome.

Jennifer empujó su cuerpo hacia abajo, colocando su sexo directamente en mis labios. Su delicioso aroma me volvió loca y rápidamente me metí su clítoris en la boca. Ella hizo lo mismo conmigo. Aunque tenía los ojos vendados, yo sentí todo su cuerpo encima del mío.

Todo es posible (MORRILLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora