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Entraron en una habitación. Los cuatro llevaban su atuendo correctamente como habían acordado. El calor se podía sentir en aquella fea, sucia y mal oliente oficina. Todos entraron. Uno por uno. Se acomodaron en su sitio correspondiente formando un círculo. Ninguno hablo. Solo faltaba una persona. Pasaron los segundos. Unos pasos se escucharon un minuto después. La puerta se abrió lentamente chirreando. Un trueno se oyó. Todos guiaron su mirada hacía esa dirección. La persona más alta del grupo se acercó. Los relámpagos caían.

-¿Qué sucede? –la voz se oía entrecortada.

Vestía un overol gris, remendado, sucio. Le colgaban broches y cinturones técnicos apretando el traje haciéndolo parecer musculoso. Sus botas viejas, negras, gastadas. Lo más extraño era que la cara la traía cubierta con una máscara anti-gas de la Segunda Guerra Mundial, con abolladuras y enmendaduras mal hechas y mal cosidas, deformándola. En el viejo metal de ella la corrocidad se podía notal con la luz. De la máscara salía un tubo, justo en la parte de la boca, que conectaba a algo dentro del overol. De la parte de las orejas varios cables salían para conectar a radios viejos y otras cosas más que colgaban de su cinturón. El último toque era su casco, abollado y con símbolos extraños. Las manos las cubrían unos guantes negros que sujetaba un metal. Un aire recorrió la oficina y apago el cálido calor de una vela.

-Los vi –respondió la persona que entró recargándose en la pared.

En el lugar hacía calor. Las velas negras se encontraban en grandes cantidades y distribuidas por cada rincón. Se derretían. Un rayo se oyó.

-¿Qué haremos Jai? –preguntó uno de máscara de gas que vestía un pantalón gastado, sucio, lleno de manchas extrañas, una camisa de vestir azul y un delantal de cuero café, igual gastada, sucio remendado.

Jai lo volteó a ver y luego a su compañero. La tormenta aún tenía lugar.

-No hay de otra ¿cierto Cuervo? –le preguntó a su amigo que entró. –Los mataremos a todos.

-¿Qué? –espetó despegándose de la pared. –Solo son niños –endulzó la palabra niños lo que disgusto a todos los presentes.

Jai caminó hacia él.

-¿A caso se te hablando el corazón? –dijo fríamente. –Recuerda a lo que venimos – en sus palabras se oía rencor. Lo dio un golpe con el metal que lo hizo girar. –Querías hacerlo –le dio otro golpe tirando al suelo.

-Tal vez ya no quiero –gruñó irritado.

Jai dio media vuelta y él se levantó.

-¡Lárgate antes de que te demos de ofrenda primero! –gritó.

Cuervo salió de la oficina enojado. La lluvia aún caía y se podía escuchar en cada parte del lugar. Se acomodaron en círculo de nuevo, se tomaron de las manos.

-Comencemos...

Todos comenzaron a decir al mismo tiempo la oración.


Salve satanas

Salve satanas

Salva satanas

In nomine die nostri satanas luciferi exelsi 

Potentum tou mondi de inferno,

Et non potest Lucifer imperor, rex maximus,

Dus ponticius glorificamus et in modods copulum adoramus te

Satan omnipotents in nostri mondi

DOMENI AGIMAS IESUS IESUS NASARENO REX IENOUDURUM

In nostri terra satan imperum

In vita lucifer ominus fortibus

...

Cuando terminaron alguien dijo:

-¿Y Gwen?

Todo quedo en silencio.


EXPEDIENTE PESADILLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora