Narra Nathan.
— No, yo no me puedo ir.
Mathias me sonríe, pero de lástima.
— Lo siento hermano, sabes que te tienes que ir.
Sí, tengo que irme, es mi obligación. Pero a la mierda todo, ¿Quién sería tan tonto para dejar a la persona que ama?
Narra Ashley.
Viernes. Me encanta el viernes porque así sé que mañana es sábado, y yo amo los sábados.
— ¿Y tu amiga?— Pregunta mi mamá.
— Vino su padre a recogerla — Explico.
Ella asiente. Supuestamente estoy castigada, no he limpiado los cubiertos y hasta que lo haga no podré salir.
— ¿Puedo ver la televisión?
Mi madre me mira y achina sus ojos.
— Sólo una hora y si quieres ver más debes hacer tu obligación— Me reta.
— Bueno, pero ¿Para qué me regañas? Ya lo sé — Ruedo los ojos.
(...)
No, aún no he limpiado los cubiertos y es en lo único que logro pensar.
Me levanto del sofá y me voy a la cocina para limpiar los cubiertos.
— Por fin — Comenta mi padre.
— Deja de quejarte, ya estoy limpiando.
Él sólo se ríe y toma algo de la nevera.
— Limpia bien hija, tu madre me dijo que debes hasta secar los platos porque de lo contrario no tendrás permiso.
Dejo de limpiar.
¿Mi madre dijo eso...?
En serio la odio.
No la odio, pero cómo me gustaría poder ignorarla como Damián lo hace cuando quiere algo.
— ¿Igual si limpiaba los cubiertos no me ibas a dar permiso?
Ella me mira atentamente. He ingresado a la habitación mientras ella se encontraba viendo la televisión reclamándole algo que lógicamente debo reclamar.
— Si limpias, secas y colocas los cubiertos en su lugar, entonces lo podría pensar— Dice sonriéndome, pero es esa sonrisa malévola.
— ¡Te odio!
Salgo corriendo de la habitación.
— ¡Yo también! — Grita mi madre desde su pieza.
Miro que mi hermano abre la puerta de su habitación.
— Sólo para aclarar Ashley, yo también — Luego la vuelve a cerrar.
Así es, en esta casa sólo mi padre me quiere.
(...)
Camino de la sala a la cocina esperando a que Damián salga de su pieza.
¿Cuándo piensa salir?
— A la mierda todo...
Golpeo la puerta de la habitación de mi hermano y él abre, me mira como queriéndome asesinar.
—¿Qué diablos te pasa para despertarme?
Trago saliva.
Mejor no le preguntes...
— Más te vale que lo sueltes de una vez, no estoy de buen humor.
— No te preocupes, eso se nota a Kilómetros de distancia Damián... — Me fulmina con la mirada — ¿Hoy no vendrán los tontos de tus amigos insoportables?
Eso, haz que piense que los odias.
— ¿Mis amigos?— Se toca la cabeza, pero luego es como si recordara algo y abre los ojos como platos —, ¿Me estás preguntando si Nathan vendrá hoy?
— No — Suelto una tonta risa nerviosa —, para saber si puedo ver una serie en el living, y si vienen ya sabes, no saldré de la habitación ya que te avergüenzas de mí.
Si ya no sabes cómo excusarte, puedes hacer que se sienta mal. Anoten eso.
— ¿No crees que si me avergonzaba de ti no dejaría que nadie sepa que somos hermanos?— Si, él definitivamente sabe cómo zafarse de mis manipulaciones.
Alv.
— ¿Puedes por favor contestarme? — Prácticamente, le imploro.
Suelta un suspiro pesado y me mira con la cara aburrida.
— ¿No te lo dije? Nathan viajó.
¿Qué?
Claro, no le importo tanto como para que él venga a decirme que se iría de viaje.
¿Pero eso yo ya no lo sabía?
Qué mentecata soy. Él en ningún momento dijo que me quería, con tan sólo tratarme bien volví a caer a sus pies.
Parece que lo hizo a propósito. Nathan Brown el galán al que todos temen.— Aún no se ha ido idiota, sólo quería ver tu reacción — Comienza a reírse de mi.
En eso alguien palmea frente a casa.
¿Quién será?
(...)
Nathan dándome un abrazo. Eso es lo primero más raro que hizo.
"No te quiero dejar" Eso fue lo más raro que dijo.
Y luego me besó.
Eso es mentira, pero cómo me hubiese gustado que fuera real.
Luego de aquel abrazo y de esas palabras que derritieron mi corazón, se fue.
Dentro de dos semanas vuelve, no se irá por mucho tiempo. No creo que lo extrañe.
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