1. B o s q u e

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Zehila se encontraba mirando el movimiento de las flores en un arbusto que se hallaba cerca del lago algo aburrido y sin nada que hacer.
Los humanos no habían aparecido durante cinco largos días y, a pesar de que ya no tenia que gastar energías desorientandolos y enviándolos lejos, eso era mejor que nada.

Zehila suspiro con desgano nadando en el lago, con su bella cola verde brillante, a la otra orilla del lago. Apoyó sus brazos contra la tierra de la orilla dejando que la sombra de un gran árbol lo acogiera.

El gran lago que separaba el mundo de los humanos con el mundo de los seres divinos era profundo y traicionero. Un humano podría pensar que es tranquilo y no habría problema en cruzarlo, pero no, no es como los humanos piensan, además de que Zehila estaba en ese lago, habían demás criaturas divinas en el, tanto inofensivas como peligrosas para que un humano cruzara nadando. Era como una trampa. Pero los humanos eran astutos y se las ingeniaban para tratar de cruzarlo. Gracias a los dioses que Zehila tenia control del lago y podía desviar canoas o cualquier otro elemento que los humanos traían para cruzar.

Una pequeña criatura voladora se poso frente a Zehila dándole piquetes para hacer notar su presencia. Zehila movió un poco su cabeza mirando a la pequeña criatura y sonrió saludando.

—¿Que tal, Alquimika?— saludó a la pequeña hada que le devolvía el saludo en gestos.

Alquimika era una de las hadas más antiguas en el bosque, era una gran amiga de Zehila y era de esas pocas criaturas que sabían su turbio y triste pasado.

— Basado la posición del sol ya supongo que son las tres ¿No?

Alquimika asintió sonriente como siempre. Revoloteo por los alrededores mientras Zehila hablaba de su aburrido día, ella escuchaba con atención y hacia muecas y gestos que provocaban la risa del pelirrojo tritón.
Pasaron horas y horas hablando de muchas cosas como que un pequeño troll se había alejado de su especie y casi es secuestrado por duendes o como que un Phoenix quemo un árbol por accidente al querer bostezar. Siempre Alquimika le subía el animo a Zehila, y el susodicho estaba plenamente agradecido con la pequeña hada por subirle un poco el animo.

Las horas siguieron pasando hasta que dieron las siente de la noche y Alquimika se tuvo que ir ya que hoy era luna llena y tenia que supervisar a algunas criaturas que hacían rituales para agradecer a la diosa Luna.
Zehila se volvió a recostar en la orilla del lago mirando en dirección a la cascada.

Nadó un poco hasta estar a menos de un metro de ésta y suspiró.

—Van más de doscientos años que hago esto, pero perdona mi descuido y mi negligencia, perdonadme por favor, estoy atado a ti sin poder salir y conocer el mundo como es hoy en día... No sabes lo que duele estar así... —Zehila miro la cascada por unos minutos y luego rió con tristeza — No se para que te pido disculpas todas las noches de luna llena. ¿Sera porque tengo esperanza de que me escucharas de nuevo y me dejaras libre? ¿O tal vez porque quiero una segunda oportunidad de arreglar todo el mal que hice? Enserio perdóname Marina... Perdóname... —sintió que su húmedo rostro se empapaba más con la agua salada que salía de sus ojos cayendo en el lago mezclándose con el agua dulce de éste. La luna estaba subiendo lentamente dejando todo su esplendor en el lago, iluminando a su vez a un tritón deprimido y desamparado que siempre contemplaba cuando subía al cielo. El tritón, con rostro de desasosiego y hombros caídos, se adentró en la cascada revelando una entrada a una preciosa cueva llena de piedras luminosas y un pequeño estanque a parte donde el tritón descansaba después de un largo día sólo en el lago. Acaricio una de las piedras luminosas ya que esta estaba perdiendo vida y con el roce del tritón volvió a tener su hermosa luminosidad. El tritón dejo la piedra y, tomando impulso con su cola, saltó al estanque a parte donde el agua era tibia para que el tritón no pasara frío el la noche, ya que el lago pasada las nueve o diez tomaba temperaturas altas que ni el pobre tritón soportaba. Zehila se acurrucó en un rincón y se abrazo a si mismo mirando el agua cristalina que dejaba ver su gran cola que brillaba un poco gracias a las luces de las piedras, cerró sus ojos y de estos volvieron a caer lágrimas de dolor y desconsuelo volviéndose a mezclar con el agua dulce del pequeño estanque. Zehila solo podía llorar al saber que se siempre estaría atado a esa cascada sin escapatoria alguna. La vez que el tritón trató de salir de ese lago su cola empezó a secarse drásticamente y sus pulmones empezaban a carecer de aire dejándolo en un estado de pánico. Solo bastó con que su cola tocara el agua del lago para que ésta volviera a su tono natural y que sus pulmones se llenaran de aire. En ese momento supo que el lago era lo que lo mantenia con vida y sin la vital agua de ésta su vida acabaría sin piedad. Y desde aquella vez el tritón formo un miedo a salir del lago con aquella maldición que comía su vida.
El tritón lloró y lloró como lo hacia cada noche de luna llena pidiéndole a los dioses que tuvieran un poco de piedad con él, algo de misericordia, pero Zehila sabia desde hace años que sus palabras jamas serían escuchadas por ninguno de los dioses, ni por la cascada, pero ya esa rutina se había vuelto tan habitual en él, tan repetitiva y tan desahogante que no tenía mas remedio que seguir esa rutina sin esperanzas. Zehila por fin se durmió con su rostro empapado en lágrimas saladas, el suave sonido de la cascada y el brillo de la luna en lo mas alto del cielo iluminando todo el bosque. Luna si escuchaba los llantos desgarradores de Zehila, Luna había querido ayudarlo desde hace mucho tiempo, pero Luna no podía hacer mas nada que ver y lamentarse al no poder ayudar al tritón.

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Waterfall (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora