III

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Se vieron obligados a caminar con rapidez, alertas a cualquier movimiento, con los cuerpos tensos y miradas oscuras.

Llevaban varias cuadras cuando llantos suaves se escucharon, y todos dirigieron su mirada hacía un oscuro y largo callejón, de donde provenían los mismos.

Ambos hermanos retrocedieron con los ojos bien abiertos, y comenzaron a murmurarse cosas difíciles de entender a una velocidad impresionante.

La chica fue la primera en acercarse a pasos lentos, intentando ver qué lloraba de esa forma.

—Yo no lo haría si fuera tú...—murmuró el más joven apretando el brazo de su hermano con demasiada fuerza, quien tenía el ceño levemente fruncido y miraba a la mujer como si fuera de otro planeta.

Ella se detuvo.

—¿Por qué? —le preguntó del mismo modo, sin voltearse.

El mayor frunció más el ceño, murmurando palabras que nadie más que Gaspar llego a oír.

El antes nombrado apretó sus labios, volviéndolos una linea.

—Hemos vivido aquí desde que tenemos conciencia de cómo es el mundo, y descubrimos que todos intentan sobrevivir de alguna forma, sea buena o mala. —Su mirada oscureció varios tonos.—No creo que quieras terminar al limón, querida.

La chica enmudeció al entender lo que el chico le decía, y se alejo lentamente del callejón con los ojos muy abiertos.

—Me estás diciendo que... —Tragó saliva incrédula.—Los niños y adolescentes se vuelven... —La palabra no salía de sus labios, estaba estancada.

Todos se obligaron a caminar cuando notaron que los llantos aumentaban, como si estuvieran cada vez más cerca.

—No todos, pero sí.—Cada vez su ritmo era más rápido.—Algunos nacen así, pero otros se ven obligados a cazar al no ser acogidos por orfanatos. Aquí casi no hay perros -ya que pertenecen a las personas más ricas- ni bosques donde conseguir carne, se ven obligados a seguir los impulsos del hambre. —Su voz era tan fría como un tempano de hielo, y eso -además de la información que había recibido- hizo que un escalofrió recorra su espalda.—Generalmente utilizan a niños para atraer la cena, como estaban haciendo contigo.

Gler tosió al darse cuenta de lo que podría haberle pasado de no ser por encontrar a esos chicos. Su idea principal era pasar por cada callejón en busca de personas escondidas.

Una idea paso por su mente, y no tuvo ni tiempo de pensarla.

—¿Ustedes lo son? —Su pregunta hizo que el mayor sonriera.

—¿Qué cosa? —le cortó a su hermano, que estaba por responder.

La chica se mordió el labio frustrada.

—Ya sabes... Éso.—Hizo un movimiento con su mano intentando disimular el nerviosismo que la palabra le daba.

—No, no somos caníbales. —Una sonrisa paso por sus labios al ver como ella tragaba fuerte.

—Prefiero el termino antropófago.—murmuró ella luego de unos segundos, recordando la frase que su padre usaba para espantar a los pretendientes de su hermana.

Luego de ello, todos se sumieron en silencio pasando una a una las calles hasta su destino, ocultándose cada vez que oían ruidos extraños, y trotando cuando oían diversos llantos y pedidos de ayuda.

—¿No cabe la posibilidad de que haya una persona en los callejones? —preguntó la chica mirándolos fijamente, sin dejar de caminar.

Ambos negaron al instante, caminando más lento.

—En esta ciudad hay únicamente cuatro callejones en donde las personas normales suelen refugiarse. —Subió su mano y dejo cuatro dedos a la vista, doblando el quinto.—El primero es Aria, junto a donde vivíamos nosotros. Eramos los encargados de vigilarlo antes de saber de la guerra... 

La chica paró abruptamente, y volteó observándolos.

—¿Cómo sabían de la guerra? —Su voz se tiñó de desconfianza.

Ambos hermanos siguieron caminando, obligándole a hacer lo mismo.

Gler se encargaba de liderar el grupo, y más de una vez había tenido que noquear por la espalda a personas que resultaban una amenaza con ayuda del Gaspar mayor.

El sol comenzó a salir débil tras los grandes edificios, llamando la atención de todos.

—Cuando vives en un lugar así, la vida no es fácil. Debes estar al tanto de todo si quieres sobrevivir el día siguiente. —explicó el menor pegándose más a su hermano en busca de calor.

Fue bien recibido por el mismo, que lo abrazó por la espalda mientras analizaba todos los ángulos posibles, en busca de alguien que pudiera verlos.

Por cada segundo que pasaba su preocupación era más y más grande. Pensaba en Jules y en Heros, en si ya estarían en el lugar previsto, si estarían a salvo.

Después de todo, era la única familia que él y su hermano tenían.

Era demasiado arriesgado prender la radio; tal vez ellos estaban ocultos y el ruido atraería peligro, quizás podrían ser interceptados sin quererlo o cabía la posibilidad de que estuvieran muertos.

Un escalofrío recorrió su espalda de sólo pensarlo, y se obligó a ser fuerte.

Por él, por su hermano, por ellos.

—Hay algo extraño aquí. —murmuró observando cuidadosamente todos los lugares posibles.

Las voces y maquinas ya no se escuchaban, y eso lo alertó más que nada.

Entrecerró sus ojos al observar el nombre de la calle en la que estaban.

Gefahr 1739-1973.

Le faltó la respiración, y creyó que se desmayaría allí mismo.

—Aquí no es seguro.—murmuró en voz baja, tomando la mano de su hermano con demasiada fuerza.—Es la calle donde más muertes hay, y creo de ya entendieron quiénes las provocan.

Todos se pusieron alerta, y Gler y la chica que no había dicho su nombre se vieron obligados a sacar sus armas.

—Corran.—murmuró el menor tirando de su hermano con toda la fuerza que su delgado cuerpo le permitía.

El pelinegro y la rubia los siguieron, y no paso siquiera diez segundos para que risas siniestras se dieran a conocer.

El ruido de las pisadas era lo único que los mantenía cuerdos en ese momento.

Sus respiraciones aceleradas parecían sollozos ahogados.

Disparos comenzaron, pero no eran suyos.

Tropiezos se dieron, y gritos desgarradores los alentaban a seguir.

El mundo daba vueltas, y el corazón golpeaba fuerte el pecho, tanto que el miedo de que saliera disparado por sus bocas era inmenso.

Y entonces, cuando los disparos pararon, las pisadas se volvieron suaves murmullos, y los gritos dejaron de resonar, el mayor se sintió caer por un profundo pozo que lo dejo carente de realidad, enviándolo a un profundo sueño que deseo jamás terminar.

Fecha de publicación: 17/05/18.

¿Qué creen que le paso a Gaspar?

sin editar.

La encrucijada y traicionera lid marginal - 1931Donde viven las historias. Descúbrelo ahora