Reprimió el dolor mordiendo su labio, y empujó a la chica al suelo.
Quitó con rapidez la daga de su pierna y la guardó en su bolsillo trasero, y sin importar el dolor se agachó a tomar el mapa que tenía en su poder.
Rompió un poco la camiseta de ella y utilizó la tela para atarla con mucha fuerza alrededor de la herida, intentando detener así la hemorragia.
Buscó cualquier otro objeto que pudiera servirle en su poder, y no se sorprendió a encontrar diversas armas.
Una cuchilla pequeña en su tobillo, un arma en un hoyo interno de la parte trasera de su gruesa chamarra negra, explosivos en su cintura, dagas en sus muñecas, y una pequeña arma en sus pechos, que conteniendo las ganas de vomitar, tomó con mucha precaución.
Cuando ya ningún rincón quedo por revisar, se dispuso a irse, no sin antes ocultar el cuerpo entre los arboles con nieve y ramas.
No había dado ni quince pasos cuando un móvil extraño apareció en su camino; era grande y negro, con los vidrios blindados y oscurecidos. En su ancho frente varios barrotes del mismo color salían de los costados, dando forma al auto.
Gaspar actuó como si ellos no estuvieran allí, y siguió caminando como si nada hubiera pasado, intentando hacerlo con naturalidad pesar de su pierna malherida.
—Que extraño. —Una voz amena y masculina comenzó a hacerse notar.—La señal viene de aquí.—Gaspar escuchó como ambas puertas eran cerradas y dos personas comenzaban a caminar, por lo que fue con más lentitud para no levantar sospechas.
Los uniformados observaron el perímetro, hasta dar con un joven que caminaba con aparente normalidad teniendo una herida en su pierna, lo que llamó la atención del segundo.
—¡Oye tú! —le llamó el mismo. Gaspar volteó lentamente como pudo, y su conciencia gritó alegre por el descanso.
Su rostro impasible sorprendió al primero, pero éste no dijo nada.
Estudió a los hombres en pocos segundos, y luego miró fijamente a quien le había llamado.
El primero, quien se mantenía en silencio observándolo, tenía el cabello platinado, corto a los lados y largo arriba. Su uniforme era el mismo que el de Galsey, aunque él lo lucía de una forma completamente diferente. Su altura era impresionante, tanto que a su compañero le quitaba varios centímetros, y sus ojos jades brillaban extrañamente.
El segundo contaba con el cabello negro e igual de corto que su compañero, sus ojos grises estaban apagados, y eso llamo la atención del chico.
—¿Sucede algo, señores? —Su seriedad era una mascara fácil de utilizar a su gusto, aunque temía que su verdadero humor saliera a la luz; quería mostrarse tranquilo aunque por dentro estuviera riendo de forma cínica.
Por su mente había pasado un plan; aunque ellos eran dos, él podría rodearlos durante la pelea y robar así el auto.
Lo descartó al instante.
Seguramente cuando llegase allí le pedirían algún carnet de identidad, el cual no tenía y sería arrestado por robar el coche.
Sólo quedaba una solución, una totalmente diferente.
—Estamos buscando a una mujer. —Comenzó a acercarse a él con seguridad.—De cabellera negra y con este mismo uniforme. —El otro hombre se apoyó en el vehículo, escuchado atentamente la charla con los ojos cerrados.
Iluso e ignorante.
—Ella me rescató y me dejó aquí, luego desapareció diciendo que debía hacer algo. —Asintió cortamente con la cabeza antes de comenzar.—Me habló de que ustedes vendrían por mí. Estuve esperando largos minutos, pero hace instantes decidí buscarlos por mi mismo cayendo en la desesperación. —Lo que él inventaba tenía sentido, y su forma segura de hablar hacía más creíbles los hechos.
Parecía haber engañado al pelinegro y eso le proporcionaba alivio, aunque en ningún momento bajó la guardia.
Ambos hombres se observaron por varios segundos, hasta que el pelinegro se alejó y estuvo frente al rubio.
Este último tenía el ceño fruncido y no parecía nada contento con la decisión que el otro había tomado.
—Bien, te llevaré allá. —El rubio comenzó a alejarse de ellos.—Apolo se quedará aquí esperando a Donatella. —Gaspar frunció el ceño al escuchar cómo se había referido a Galsey, y casi sonrió ante el nombre del chico.
Le siguió, mucho más tranquilo ahora que sabía que no iba a tener que caminar todo ese tramo.
Una vez ambos en el auto, ambos los uniformados se asintieron, y su acompañante dio la vuelta, volviendo al camino de asfalto.
—Mi nombre es Maslow. —Le sonrió risueño a Gaspar, quien simplemente asintió ante su intento de iniciar una conversación.—¿Tú cómo te llamas? —Su vista fija en el exterior había logrado que Maslow sonriera nervioso.
Gaspar se lo pensó mucho, y haciendo honor a Apolo y al segundo nombre de su hermano, contestó más fríamente de lo que hubiera querido.
—Narciso. —Maslow alzó sus cejas ante su respuesta, sonriendo tan genuinamente que confundió a Gaspar. Que coincidencia.—¿Por qué sonríes? —La sonrisa del chico se borró de su rostro con sorpresa, y Gaspar, quien no pretendía aquello, se encogió con el ceño fruncido.
Maslow lo observó de reojo, y suspiró.
—Me recuerdas a Apolo. —Una sonrisa diminuta apareció en su rostro.—Él es frío, directo, ajeno. Ambos se parecen mucho.
Gaspar simplemente guardó silencio el resto del viaje, ignorando los intentos de charla de parte de su acompañante, preguntándose a si mismo si él era como Maslow le describía, si su Gaspar le vería así.
Nuevamente el rostro de su hermano volvió a sus pensamientos, y un nudo en su garganta apareció tan rápido que le quitó la respiración.
Estás solo en el juego ahora.
La voz en su mente no paraba de atormentarle, y ya no creía poder aguantarla mucho más.
Tus peones escapan de ti; eres un traidor con una corona que no debería estar en tu cabeza.
El aire se iba de sus pulmones, y no parecía querer volver, por lo que comenzó a desesperarse, soltando pequeños sollozos ahogados.
Tu reino se está desmoronando; perdiste al rey.
Maslow paró al instante a un costado con suma preocupación y se bajó del auto para ir a su lado.
¡La reina mató al rey!
—¡Narciso! —Le llamó tomando su rostro en sus ásperas manos. Los ojos del mismo revoloteaban hacía todos lados, intentando escapar de quien le sostenía.—¡Mírame! Estoy aquí. ¡No estás solo! —Gaspar clavó sus ojos en él, con desespero, encontrando paz que sólo creyó encontrar en una persona.—Inhala, exhala. —Comenzó a copiar lo que Maslow le decía, calmándose poco a poco.—Eso es. —Largos segundos habían pasado, y por fin la presión en su pecho había disminuido.
Él no parecía soltarle a pesar de que ya estaba en calma, por lo que le empujó duramente, queriéndolo lejos de su persona a lo que de lugar.
¡Larga vida a los traidores!
—No me toques. —Su voz salió disparada débilmente, y no supo en que momento perdió el conocimiento.
Fecha de publicación: 17/02/17.
El siguiente capítulo se centrará en el otro Gaspar c:
Para diferenciarles, el Gaspar de este capítulo será Gasparsón, y el del siguiente Gasparcín xd.
PD: sé que dije que actualizaría los lunes, pero no sé si podré actualizar, y como mañana no estaré disponible, me decidí por hoy c:
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La encrucijada y traicionera lid marginal - 1931
Historical FictionPrincipios de 1929. Comienza el atentado contra Alemania central, moviéndose hacia el este y oeste, mientras también se expande por el norte, dejando la mitad del mismo junto con el sur a salvo de las llamas de la muerte. Mueren millones de personas...