Malos dias y malos inicios

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—Gracias por venir a mi casa doctora—soltó el niño feliz al ver a la joven castaña de bata blanca entrar a su casa.

—No te preocupes Hugo—dijo brindándole una sonrisa cálida para aliviar al pequeño que jugaba con el pequeño spiderman moviendolo de un lado a otro—Sabes que haría lo que sea por mi paciente favorito.

Emma miró al niño una vez más y le revolvió el cabello.Un sentimiento de dolor punzó en su corazon al ver aquellos ojos azules iluminados y risueños,pero no dejo que eso se reflejara en su mirada.

De toda la gente que había atendído como doctora en la clínica Salvador Henrington,el pequeño Hugo Martínez, hijo de unos inmigrantes peruanos,era a quien más estimaba.

El pequeño de no más de seis años había llegado un día a la clínica siendo llevado por unos llorosos padres que rogaban ayuda hacia el extraño caso que padecía.

Osteomielitis crónica,era lo que habia concluido Emma despues de examinar los síntomas del pequeño y tras horas de investigación en la gran clínica internacional.

Era la primera vez que tenían un caso como ese y eso jugaba en contra para los doctores.

Un virus de peligro,el Staphylococcus aureus era el maldito organismo que se había instalado en las extremidades inferiores del pequeño alimentandose de sus nutrientes y queriendo acabar poco a poco con la vida de Hugo.

Pero ella no lo daba por perdido.

Jamas lo haría.

Día y noche leía libros,notas,páginas web o cualquier información que hablara sobre el Staphylococcus aureus buscando la respuesta al problema y la manera de extraerlo de Hugo sin que esta como respuesta al ataque,ramifique.

Emma,no permitiría que el pequeño muriera.

No permitiría que nadie más muriera por su culpa.

Examinarlo era algo que se la había ordenado a Emma que hiciera una vez al mes.En estas visitas ella evaluaba el estado físico del paciente y como este enfrentaba la enfermedad.

Aunque para ella era mucho más.

A causa de la enfermedad,Hugo había quedado confinado a su habitación, privado de amistades y de la relacion con el exterior y eso para un pequeño con tanta energía era realmente traumático.Así que ella velaba también por la salud emocional del niño, alegrandolo con juguetes y conversaciones amicales que Hugo agradecía con gran entusiasmo y cariño.

—Doctora Emm—llamó haciendo que esta regresara en sus pensamientos —¡Eh!Doctora—volvió a intentar dudoso.

—Oh disculpa cariño—dijo amable terminando de apuntar algunas notas—¿Deseas algo?

El pequeño miró nervioso los decorados de su habitacion y luego volvió la mirada hacia la mujer—¿Puedo hacerle una pregunta?

—Ya la hiciste—respondio haciendo que el niño y ella rieran como si fueran un gran chiste.

—Es cierto,pero quisiera hacer otra.

—Adelante Hugo—animó—soy toda oídos.

El pequeño pelinegro acomodó sus gafas y revolvió los dedos nervioso para luego atreverse a preguntar—No me mienta doctora—pidió—Dígame...
¿Usted cree que yo pueda volver a caminar?

El corazón de Emma se comprimió y se contuvo de llorar frente a él.Así que poniendo toda la determinacion posible le respondió—Por supuesto campeón—animó—Yo se que tu caminarás.Yo te ayudaré.

La sonrisa del pequeño se expandió como si hubiera visto un torrente de chocolate y un aplauso no programado resonó en la habitacion—Ya lo sabia—respondió—Solo quería que me lo dijera otra vez para decirle a mamá que ya no llore,que usted me curará.

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Una vez fuera de la casa y dentro del auto Emma pudo derramar unas cuantas lágrimas contenidas.Lágrimas de impotencia,lágrimas de dolor por el pequeño que dependía de ella.El recuerdo de lo pasado siempre salía a colación en sus pensamientos y en este momento servía para recordarle lo cobarde e incapaz que había sido de salvar a una persona.

Por aquel hombre era que había decidido estudiar medicina aunque especializandose en la infectología y reumatología.Tal vez era un pensamiento egoísta pero su anhelado deseo era que el salvar tantas vidas compensarian en algo la que ella había acabado.

Un sonido en la llanta derecha hizo que el carro comenzara a emitir un ruido molesto y que diera pequeños saltos que Emma tuvo que controlar, hasta que finalmente se detuvo en un parque desconocido para ella.

"Demonios"susurró al agacharse y comprobar lo que ya se temía,algún vidrio o pua en la pista había pinchado y destruido su llanta.Trató de llamar a la compañía de seguros pero vio que su telefono estaba muerto.Así que arrugando la expresión cogió su billetera y partió buscando algún teléfono público.

"Llegaremos en media hora señorita" recordó Emma por enésima vez caminando con el ceño fruncido hacia su camioneta.Era un pésimo día.Y sus emociones estaban a punto de ebullir, en parte,por culpa de esos días del mes.

Su camioneta seguía ahí,al final del parque,con la llanta destruida y rodeada de unos jovenes que miraban hacia varios lados.

—¡Eh!—gritó al percatarse de sus intenciones—¡Alejense de ahí!

Cuando ella llegó los jóvenes ya habían corrido.Los pies le comenzaron a doler y recién cayó en cuenta de que había corrido con tacones,los cuales ahora le provocaban un punzante dolor que la hizo apoyarse en la puerta del auto. Rogando mentalmente porque la compañía de seguros llegara rapidamente y la sacara de aquel lugar.

—Oye¿Estas bien?—Emma se sobresaltó y maldijo nuevamente el dolor causado en sus pies.Despacio
giró sobre sus pies mirando a su interlocutor y trató de sonreír en respuesta de su pregunta gentil al verla en apuros.

—Pues si grac...—Que bueno—cortó el importandole poco su respuesta—
Entonces ¿podrias moverte?Llevo prisa y estas estorbandome el paso.

Verdades OcultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora