Capítulo 8

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El amo, Kiki y Mitsuhide se acercaron a nosotros, inmediatamente me alejé de la señorita y la miré de reojo... Su rostro estaba rojo, pero no por lo que hice, sino porque el amo la estaba mirando. Les dimos la bienvenida como si nada hubiese pasado, como si todo lo que pasó en una semana fuese mentira.

-¡Qué susto nos dieron! Pensamos que eran fantasmas -les dije bromeando.

-Decidimos regresar por trabajo, creo que tengo un gran papeleo en mi escritorio -espetó el amo sobándose las sienes.

No estaba contento, lo que me había pedido la señorita no iba a suceder... Después de todo, no hubiese sido para siempre. El amo tomó la mano de la señorita, la misma que yo había sostenido durante el viaje. Ella se dejó e incluso se sonrojó, como siempre lo hacía cuando estaba con él... Sonreí mirando el suelo, no quería verlos así que me adelanté a la torre del castillo sin tomarle importancia. Volteé para decirles a esos tres que debían regresar, así que se despidieron de la señorita y de Ryuu, seguí mi camino con las manos detrás de la cabeza.

-Mañana te contaré todo -escuché decir al amo.

-Estaré esperando, Zen -la voz de ella se volvió dulce.

Llegué a mi habitación y me acosté en la cama mirando el techo, tapé mi rostro con la almohada. ''No estoy siendo yo''. Me prometí cambiar, porque el papel de sufrido no era mi estilo.

Volvimos a estar reunidos en la oficina del amo; la cantidad de papeleo era enorme. -Esto te pasa por mandártelas de vacaciones -Le dije mientras veía el paisaje desde su balcón. Los tortolos no cambiaron en nada, seguían distanciados y se decían sólo palabras necesarias... Pasó el transcurso del día y el amo aún hacía sus papeleos, hasta que se aburrió y decidió marcharse.

-Volveré más tarde, no me sigan.

Ya sabía donde se dirigía, pasó unos minutos y desde el balcón lo vi junto a la señorita, se veían como una pareja, como siempre los he visto hace semanas, con esa lejanía.

-Zen la extrañó mucho estos días -dijo Mitsuhide y se unió Kiki.

-Recuperará el tiempo perdido.

Tenía ganas de golpear a ambos, -Cállense -dije con los pocos ánimos que tenía.

Me quedé dormido en la rama de un árbol, no sabía como había llegado allí. Era de noche y tenía que volver donde el amo; salté hasta el balcón de su oficina y lo encontré durmiendo plácidamente en su escritorio, se veía tierno así que quise molestarlo.

-Zen... -le susurré en el oído.

-¡Ah! -se levantó bruscamente y sacó su espada como defensa.

-Lo siento, lo siento -reí mientras gesticulaba las manos.

Me di cuenta que había terminado todo su trabajo, así que conversamos de cosas triviales, de su viaje y todo lo que ha pasado en el castillo... Sin mencionar mi accidente y lo ocurrido con la señorita.

-Le tengo que decir algo a Shirayuki.

-¿Qué cosa? -bostecé.

-Algo que los va a sorprender, pero ella será la primera en escucharlo. Se lo confesaré mañana en el invernadero.

Sentí una punzada en el corazón, esto tenía que pasar algún día. ''¿Ella va aceptar, después de lo que me dijo?''. No podía interferir en su romance, pero demonios, era injusto. Injusto que ella se llevara una parte de mi corazón y lo botara como si nada. ''¿Acaso estaba jugando?''

-Espero ser el padrino eh... -le di una sonrisa y me fui sobándome el hombro.

En la mañana decidí pasear por el jardín , aunque mi destino era el invernadero pero no iba a ser tan obvio. Tenía que contarle lo que el amo dijo, y que me dijese lo que en realidad quería. Entré al invernadero y me la encontré de frente, ambos estuvimos nerviosos, miré hacia otro lado rascándome la cabeza.

-Obi -volví a mirarla, estaba triste.

-Buenos días, señorita -le sonreí-. Sabes, ayer estuve conversan.. -escuché la voz del amo a lo lejos.

-Espérame afuera -le dijo a Mitsuhide o Kiki, no sé, pero su voz se estaba acercando a donde estábamos.

La señorita me tomó la mano con fuerza y me llevó al fondo del invernadero, nos escondimos detrás de unas plantas trepadoras. El lugar era estrecho, así que nuestros cuerpos estaban pegados; la señorita estaba pendiente del amo, yo estaba... No sé como estaba.

-¿Shirayuki? -escuchamos sus pasos-... ¿Shirayuki?... Parece que no está, devolvámonos, Mitsuhide.

Estuve aliviado de que se fuera.

Nos miramos con nerviosismo, no quería hacer nada estúpido. Comenzamos a respirar fuerte por la presión, nos hubiésemos apartado, pero ninguno de los dos quería. Ella estaba apoyada en mi hombro y yo en su cabeza...Sentí el delicado olor de su cabello, mi nariz hacía contacto con su mejilla, mis labios estaban rozando su suave piel. Cerré mis ojos y fingí que esto era un sueño... Ella movió su rostro y mis labios quedaron en la comisura de los suyos, nos estábamos acercando cada vez más... Hasta que por fin se tocaron. Nos dimos un beso lento y profundo... El que siempre soñé, con Shirayuki.

NO ME CANSO DE MIRARTE 《Shirayuki × Obi》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora