Capítulo 11

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Abrí los ojos y vi a mi alrededor una habitación familiar. Era la misma en la que había estado cuando acompañé a la señorita para el baile con el Príncipe Raj. Estaba tratando de recordar lo que pasó, me senté y toqué la comisura de mis labios: me dolía y al revisarme los dedos, éstos estaban con sangre seca.

A lo lejos oí la voz del amo y otras personas, me levanté y me acerqué a la puerta de la habitación de al lado. Puse atención a lo que decían:

-Estuve muy atento durante la boda, ha salido estupendo todo. Desde que tus hermanos aparecieran como pajes, hasta el comienzo de la fiesta. Nos ubicamos en la mesa de invitados especiales, compartimos, comimos y todo eso; estaba hablando con Shirayuki de lo tan linda que se veía hoy. Llegaste tú y tu mujer ofreciéndonos bailar. Perdón por no aceptar, no soy muy bueno moviéndome. En eso se levanta Obi y se va. Le pregunté a los demás qué le pasaba, miré su puesto y había un vaso y una botella vacía de sake. Cuando iba a ir a buscarlo, vi a Shirayuki ir detrás de él. No le tomé importancia, ya que ella suele preocuparse por nosotros... pero algo no estaba bien, no era seguro que una mujer esté con un borracho como Obi. Fui a buscarlos y estos dos me siguieron. No los vi por los pasillos ni por donde se habían dirigido; por intuición quise revisar cada puerta... hasta que... los vi juntos. No lo pensé dos veces y lo golpeé, sé que no era la manera de arreglarlo. ¿Cómo ellos tuvieron la valentía de burlarse en mis narices? -expresó el amo con molestia.

-Ah... -dije en voz baja, ya había recordado todo.

Abrí la puerta y entré, todos me veían como si fuese un fantasma, excepto la señorita, que estaba desanimada pero hizo un gesto de alivio cuando me vio. Me acerqué al amo.

-Amo, tenemos que hablar -me reverencié ante él.

No dijo nada y caminó hasta el balcón de la habitación dándonos la espalda.

-Obi, Shirayuki...-nos llamó la atención y ambos estábamos preocupados-. Uno de ustedes seguirá siendo mensajero o herborista, pero el otro no seguirá en el Castillo de Clarines. Decidan.

-¡¿Qué?! -dijimos al unísono.

-Tal como escucharon.-se volteó mirándonos con los brazos cruzados.

-Zen ¿Por qué? -continuó ella-. Ambos estamos complacidos de nuestro trabajo en el Castillo ¡¿Por qué?!

Yo sólo escuchaba cabizbajo.

-Si lo quieres así, entonces me quedaré en Tanbar-la interrumpí y me arrodillé ante el amo.

-Dejaré el cargo de mensajero tuyo, pero no despidas a la mejor herborista que hayas conocido.

-¿Qué dices Obi? -me agarró el hombro y quité su mano con cautela.

-Clarines es tu felicidad, señorita. Tú amas lo que ejerces, en cambio yo, llegué a irrumpir y me otorgaron un cargo sin haberme esforzado.-le sonreí con seguridad.

No aguantó las lágrimas y se tapó el rostro. Miré al amo... a zen, y le susurré: cuídala.

-Entonces no hay más que hacer. Ya es hora de irnos, chicos.-dijo seco.


Todos salimos del Castillo, prepararon los caballos para irse. Estuve viendo desde lejos, no quería despedirme de ellos. Sentí una tristeza en mi corazón, pero debía ser fuerte. La señorita, Kiki y Mitsuhide voltearon a cada rato a verme... Puse mis manos detrás de mi cabeza como si estuviera tranquilo. Cuando se estaban marchando, la señorita me había dicho algo pero no alcancé a leerle los labios. No dejé de sonreír hasta que partieron y ya no los divisé más.

Una lágrima cayó en mi rostro. Me quedé solo, en Tanbarun.

-No me molestaría que fueras mi mensajero.-dijo el Príncipe Raj entrando al Castillo. Carcajeé mientras me ponía mi bufanda y mi banda.

-No, gracias.

Corrí y salté por los bosques de Tanbarun. Sólo quería perderme bien lejos, yendo de aquí para allá, como un gato callejero. Se hizo de noche y me recosté en un árbol viendo la luna llena.

''No importa si estamos cerca o separados, pensaré en ti siempre''.





Había pasado dos meses desde lo sucedido. Estaba persiguiendo a una 'x' persona, reclamándole el dinero robado, que era nuestro dinero que robamos con tanto esfuerzo. Entramos a un callejón sin salida y lo agarré del cuello. Este no lo soltaba así que lo agarré con más fuerza hasta que enterré mis dedos en él. Dejó de vivir y recogí lo recuperado, y me dirigí a nuestra guarida.

-¡Ese es nuestro Obi! ¡Bienvenido de vuelta al clan! -dijo uno de mis compañeros ofreciéndome alcohol.

NO ME CANSO DE MIRARTE 《Shirayuki × Obi》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora