Menstruation ~Alonso Villalpando~

1O |Soñaré con tu culo|

—¡Libre soy, libre soy, no puedo ocultarlo más! —grité, alzando mis brazos.

—Cállate —susurró, Alonso, bajando su mirada.

Ay, pero sí está avergonzado. No me importa, soy libre y seguiré gritando.

—¡Por fin seré yo nuevamente! —me posicioné al medio de la calle—. ¡Hey, chicos! ¡Hoy puedo tener sexo, llámenme todos los que quieran, haré secciones, pueden entrar de a tres en mi habitación! ¡Sexo para todos! —exclamé.

Observé como Alonso abría sus ojos al máximo, él corrió hacia mi y me alzó de la cintura para luego ponerme sobre su hombro.

—Que idiota eres, pidiendo sexo a extraños siendo que me tienes a mi —río.

Fruncí mi ceño ante su comentario, ubiqué mis manos en sus pantalones y tiré de ellos, haciendo que éstos quedarán bajo su culo, reí al ver su bóxer con penes en el.

—Lindo bóxer —susurré, riendo.

Él con rapidez me bajó, sin cuidado, bah, la verdad es que me lanzó hacia el suelo, mientras él subía sus pantalones.

—No sabes como te detesto Gabriela.

—Lo mismo digo, Alonso —dije, limpiando mis manos.

Su rostro estaba rojo, deseo sacar una foto en éste momento. Pero debería sacar mi celular de mi bolsillo y no, que pereza.

Alonso cubrió su rostro, susurrando las mil y un maneras de cómo asesinarme.

Fue allí, cuando observe como un chico, que vestía exageradamente de color rosado, se acercó, moviendo sus caderas. Porque sí, el tiene caderas y creo que el doble de las mías.

Agitó sus larguísimas pestañas falsas, y pasó por al lado de Alonso, a milímetros de él, para así aprovechar la cercanía y llevar su mano perfectamente arreglada hasta el trasero de Alonso y pellizcar de el.

Alonso brincó y su rostro se desfiguró por completo, mordí mi labio, evitando reír.

—Creo que hoy soñaré con tú culo, sensual rubio —apoyó su mano en el hombro de Alonso, para luego acercarse y dejar un rosado y baboso beso en su mejilla—. Llámame, corazón de melón -sacó un trozo de papel de sus pechos operados y lo puso en la boca de Alonso, que sé encontraba entre abierta.

Él fabuloso chico se alejó, caminando como una verdadera modelo. Mientras que Alonso se mantuvo allí, quieto y en silencio.

—Vaya Alonso, no creí que de verdad te declararías gay —murmuré, recordando sus palabras antes de desmayarme.

Él agitó su cabeza, para luego escupir el trozo de papel y comenzar a brincar, sacudiendo todo su cuerpo y limpiando, lo que sea que esté limpiando, con sus manos.

—Fui violado, fui malditamente violado —repitió por unos cinco minutos.

—Ese culo tuyo ya tiene dueño —reí a carcajadas.

—Por favor, tócalo, para que sé desinfecte. Te lo ruego —juntó sus manos en su pecho.

—No voy a tocar tú trasero, Villalpando —bufé, cruzando mis brazos.

—Vamos, vamos, será algo bueno para los dos —él tomó mi brazo y con fuerza lo sacó de mi posición.

—Alonso, basta —murmuré, intentando sacar mi brazo de su agarre.

—¡No, no, no! ¡Tócalo, Gaby!

Y así comenzó otra de muestras constantes discusiones, asombroso.

—¡Qué no tocaré tu trasero! —exclamé—. Ve a decirle a tu magnífico chico que vuelva a hacerlo.

—¡La infección sé está esparciendo, apresura!

Él puso más fuerza, en aquél instante ya no sentía mi brazo, fue así, como lentamente mi brazo comenzó a acercarse a su maldito y gran trasero. Porque, seré realista, Alonso tiene un caliente y gran culo.

En menos de cinco segundos, mi palma estaba posicionada en el trasero de Alonso. Él soltó un profundo suspiro, aún manteniendo mi mano allí, y luego sonrió.

—Si quieres puedes pellizcar —habló, con sus ojos cerrados.

—Ahora será mi mano quién tendrá una infección —bufé, él soltó su agarre y de inmediato saqué mi mano de allí.

Admitiré otra cosa, su trasero era malditamente agarrable.

—Nunca olvidaré el día en que tú tomaste mi trasero.

—¡Obligada por ti, estúpido!

—Se qué te encantó, hermosa.

—¡Si, me encantó tanto como a ti te encanto que aquél chico te sedujera completamente.

—Tu no dijiste aquello —se acercó a mi, intentando intimidarme.

—Claro que lo dije —sonreí.

—Si quieres, puedo mostrarte lo que me encanta.

—Por favor, no —supliqué.

—Aquí va, me encantan las mujeres, con pechos y vagina. ¿Entiendes eso? —su tono de voz se hizo más profunda, el bebé se está enojando.

—También te encantan los besos de chicos rosas —reí, recordando la situación.

—Corrección, me gustan los besos de chicas sexys —sonrió, mostrando sus prefectos dientes blancos—. Así como éste.

Y lo que menos esperé ocurrió. Sus grandes manos tomaron con suavidad mis mejillas, acercando su rostro al mío, haciendo que nuestros labios de juntaran.

Me mantuve quieta por unos segundos. ¡Alonso odioso Villalpando, pero caliente, me está besando!

Sus labios eran suaves y frescos, sus movimientos también lo eran. Cerré mis ojos, posicionando mis manos en sus brazos, con lentitud comencé a seguir sus movimientos.

En un instante, él mordió mi labio inferior, me sorprendí por tal atrevido acto, abrí mi boca sorprendida y él aprovechó mi gesto para dar ingreso a su lengua candente.

¡Ay, Jesús! ¡Agárrame que me caigo!

Cuando recién comenzaba a responder a sus rítmicos movimientos, él se separó y de inmediato cubrió su rostro.

—Por favor no me mates —susurró.

—Eso es exactamente lo que haré ahora. Tienes tres segundos para correr —murmuré, con mi respiración agitada.

De inmediato comenzó a correr por la calle, moviendo sus manos y gritando exactamente;

—¡Ayúdenme, una loca me quiere matar y sólo porque la besé! —siguió gritando y chillando—. Aunque no entiendo el porqué, ya que ella me siguió el beso.

—¡Ahora si que estás muerto! —grité.

Seguí corriendo, pero hablemos con la verdad, yo, Gabriela, soy pésima en toda actividad física. Es decir, en este momento, ya estaba cansada.

Además, Alonso es rápido y cada vez se aleja más de mi.

—¡Gabriela! —chilló.

—¿Qué? —respondí, bajando la velocidad.

—¿Y si hacemos un muñeco, me perdonas por haberte besado? —preguntó, riendo.

—No, idiota. No eres frozen.

—Pero de igual modo me besaste.

Negué con mi cabeza, completamente frustrada.