O8 |¿Y si intentas pujar?|

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Sentía que en cualquier momento podría caer en depresión si seguía aquí, encerrada en mi habitación. Y en mis momentos de angustia, se lo comenté a Alonso.

Él rio, rio por más de diez minutos. Debo de recordarles que aún estoy con mi período, por lo cuál, sigo sumamente sensible.

Aquello fue la escusa de mis lágrimas. Sí, comencé a llorar, Alonso se asustó y detuvo su risa, para luego intentar detener mi llanto, la verdad es que se veía bastante ridículo haciéndolo, pero yo sólo lloraba y no podía burlarme de él y su patética forma de hacerme sentir mejor.

—Vamos, Gaby. ¿Dónde está Gaby? ¿Dónde está? ¡Aquí está! —repitió, usando un tono de voz ridículo.

—No soy una bebé, imbécil —sollocé, llorando más fuerte.

—Por favor, ¿quieres un helado? ¿una película? -pensó por unos segundos—. ¡Ya sé, tendremos una tarde llena de aventuras! Sólo deja de llorar, lloraré yo, y eso no es bonito. ¿Ver a un hombre llorar? ¡Los hombres no lloran!

—¡Cállate o te golpeó! —chillé.

—¿Aceptas o no? Quiero tener un día de descanso en esa hermosa piscina que tienes abajo —estiró sus brazos y los apoyó tras su cabeza.

—Muévete —ordené, limpiando mis mejillas y levantándome.

—¡Si! —celebró, rodee mis ojos y salí de mi habitación.

Él de inmediato salió y corrió hasta el patio trasero, caminé hasta la cocina y saqué el último gran helado, tomé una cuchara y salí al patio.

Alonso ya estaba en el inferior de la piscina, suspiré, sintiendo como el sol chocaba con mi rostro y quise llorar de frustración.

Nuestro otro gran problema, no ingresar al agua cuando estás con el período. He escuchado que el agua llega a controlar el periodo, pero nunca en mi vida ingresaría a un lugar acuático público con mi menstruación.

Sería bastante, incomodo, vergonzoso, y sobre todo, asqueroso.

Aunque el deseo es intenso, debemos quedar a un lado de toda la diversión, mientras los otros, en mi caso, Alonso, disfrutan de aquella refrescante ocasión, uno está aquí, muriéndose de calor.

Ahí va otra razón por lo cuál odio a Andrés, marea roja, una vez al mes, y todos los nombres que la poseen.

Inserta cara de sufrimiento, esa que en éste instante tengo.

Alonso se apoyó en los bordes de la piscina y sacudió su cabello. Vale, ahora se cree perro.

—No me digas que eres de esas chicas que toman el sol y no disfrutan del agua —río, observándome.

—Que genio eres, tomaré el sol con pijama.

—Eres extraña, puedo esperar cualquier cosa de ti —se encogió de hombros y siguió nadando.

Mientras que yo, sufría, de dolor y calor, mientras tragaba helado. Que maravilloso día.

Mi helado se acabó y el dolor aumentó, me encogí en mi asiento, cerré mis ojos y llevé mis manos a mi estómago.

Esto debería convertirse en alguna posición sexual, ya que es muy usual en la vida femenina. Sólo digo.

Abrí mis ojos al sentir unas gotas caer por mi cuerpo. No me digas que es transpiración.

Me levanté, asqueada.

Pero en el intento choqué con un cuerpo mojado. Maldito Alonso.

—Idiota, pensé que estaba sudando o tal vez comenzaba a llorar por todo mi cuerpo.

—Que amargada estás, necesitas un buen, chapuzón —sonrió.

—Y tú que chistoso estás —rodeé mis ojos, volviéndome a acostarme—. Vuelve al agua.

—Tú iras conmigo.

¿Qué?

Y sí, eso lo pensé, porque no llegué a hablar, ya que él me tomó entre sus brazos y me alzó, caminando en dirección a la piscina.

—¿Es qué tú eres imbécil o qué? ¡Bájame, idiota!

—¿Por qué lo haría?

Pero no alcancé a terminar, él ya me había lanzado a la fría agua. En el proceso, tragué agua y sentí cómo si mis ovarios salieran de mi cuerpo

Llegué hasta el fondo y me impulse para salir, al hacerlo, comencé a toser y respirar con dificultad.

—¿Tú me odias y me quieres muerta? —sollocé, saliendo empapada de la piscina.

—¿Qué dramática —el río, pero luego paró de golpe—. Gaby, ¿te hiciste daño?

—¿Ahora te preocupas por mi?

—Bueno, el agua está tomando un color bastante rojizo, la verdad.

Sí, y también mi rostro. Giré al ver la piscina y era verdad, el agua ya no estaba cristalina. Saqué mi labio inferior y lloré en silencio, sintiéndome completamente avergonzada.

—Mira lo que provocas —susurré, caminando hasta el interior de la casa.

Entonces el dicho es falso, el agua no controla la menstruación. Bufé, quitándome rastros de lágrimas.

—Dime donde te dañaste, puedo curarlo o tal vez deba de llevarte al hospital. Tú sólo dime.

—Guarda silencio, Villalpando.

—Gaby, tú pierna está cubierta con... —lo interrumpí.

—¡Si lo dices mi puño vivirá en tú rostro, estúpido!

—¡Pero dime que tienes!

—¡Algunas veces realmente dudo si terminaste la preparatoria, hasta a veces dudo si fuiste alguna vez al colegio! —grité, sintiéndome mareada—. ¡ Mi menstruación! ¡El período! ¡Andrés! ¡La marea roja! ¡Meblood! ¡Sangre! ¡Ovarios! ¿Entiendes ahora, maldito teñido!

—Oh —susurró, observando el suelo.

Fruncí mi ceño, observando también hacía allí, en éste había una abundante, cantidad de mi liquido, ya saben.

—¿Qué rayos? —logré susurrar.

—No me digas que estabas embarazada y ahora estás sufriendo un aborto por lanzarte a la piscina! —chilló, jalándose su cabello—. Iré a la cárcel por asesinato, me entregaré y cumpliré mi condena. ¡Oh, espera! Tal vez ahora te puede salir el bebé, abre tus piernas... ¡No, mejor no hagas eso! ¿Y si intentas pujar? Puede que eso ayude. ¡Mejor llamaré a una ambulancia! Cuidado con tener al bebé aquí, puede que el piso tenga millones de infecciones y no tenga nada para prevenirlas. ¿Gaby? ¡Gaby! Abre tus ojitos, vamos. ¡Me declaro gay si abres tus ojos! aquello fue lo último que logré escuchar.

La verdad es que me parecía una excelente idea, además que mi cuerpo se sentía débil y deseaba descansar. Así que, cerré mis ojos, recordando que cuando los habrá ,Alonso será gay.

Perfección pura.

Menstruation ~Alonso Villalpando~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora