12 |Seguir a mommy|

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—¿Estás segura de esto? —Alonso preguntó, alzando una ceja—. Yo creo que no debemos ir muy rápido.

Rodeé mis ojos y observé hacia las escaleras de mi casa. Suspiré al notar que mamá aún no aparecía.

—Muy segura, llevó dos semanas. Vamos, se que quieres —saqué mi labio inferior, mientras juntaba las palmas de mis manos.

—¿Cómo te diste cuenta de todo esto? —preguntó, ladeando su cabeza. Bien, vamos por un buen camino, él ya estaba aceptando.

—Verás, ella estaba actuando demasiado extraño. Antes, cuando la llamaban, ella atendía en en cualquier circunstancia. Pero ahora, cada vez que entra una llamada, sale literalmente corriendo de mi vista —le comenté, golpeando mi pierna con ansiedad.

—Tal vez sea alguna sorpresa para ti que no debas escuchar —se encogió de hombros. De inmediato negué.

—No, también ha estado saliendo en las noches. Y muy arreglada. Conoces, a mamá, por ella va a una graduación con pijama. ¡Nunca se arregla! —exclamé, alzando mis brazos.

—¿Alguna importante reunión de trabajo?

—¡No! Y lo último, ella eliminó cada aparato sexual que tenía en su pieza incluyendo los preservativos —finalicé.

—¡Eso si puede ser una prueba! ¿Marie no siendo pervertida?

—Ella está viendo a alguien, yo lo sé —mordí mi labio inferior, sacudiendo la cabeza.

—Entonces, ¿tú quieres que...? —lo interrumpí.

—En efecto. "Seguir a mommy".

Él asintió y guardo silencio al escuchar como alguien se acercaba. ¡Unos pasos con tacones! Mamá nunca los usaba, realmente no sé si sentirme emocionada, al saber que ella por fin se vista así, o asustada, porque tal vez sólo sea una imaginación mía.

Mamá bajó, sonriendo como si fuera una verdadera modelo, lucía un vestido blanco, ajustado hasta sus rodillas. ¿Dónde está mamá?

Ella se sentía bastante segura bajando esas escaleras con unos tacones de un metro. Vaya.

Entonces, llegó hasta el último escalón, y sus pies se enredaron. Luego sólo vi a mamá rodar por los últimos escalones.

Rodee mis ojos, bajando la mirada y cerrando los ojos.

Sentí a Alonso levantarse y correr hacía ella, abrí mis ojos, observando como Alonso la ayudaba a levantarse.

—Estoy bien, estoy bien —susurró, separándose de él y sacudiendo su glamuroso vestido.

—¿Dónde irás? —pregunté, acercándome a ella.

Ella me observó, fijamente, enmarcó una ceja y sonrió de lado.

—Creo que tengo la edad suficiente para salir cuando se me de la gana —respondió, cruzándose de brazos.

—¡Eres una mala madre! ¡me abandonaras, imagínate lo que me puede pasar en dos horas! —exclamé exageradamente—. ¡Tal vez entren a robar, o el mundo se acabé!

—Adiós, preciosa —se despidió y corrió hacía la puerta.

En aquél instante reaccioné y corrí tras de ella, al llegar afuera, mamá ya había subido a su coche. Se despidió con su mano, lanzándome un beso, para luego desaparecer de la calle.

Alonso llega a mi lado y negó con su cabeza.

—Sigo pensando que es una muy mala idea.

—¿Quieres pedir un taxi o vamos corriendo? —consulté, observándolo.

—¡Taxi, taxi, aquí! —gritó, haciendo parar a uno.

El automóvil se detuvo frente a nosotros, rápidamente nos subimos, el chófer nos observó, esperando información sobre nuestro paradero.

—¡Siga aquél auto, rápido! -dije, apuntando hacia donde mamá había ido—. Jesucristo, siempre quise decir eso —reí emocionada.

Sentí el profundo suspiro de Alonso a mi lado. Sonreí aún más. El chofer no dijo absolutamente nada, obedeció mis ordenes y comenzó a seguir a mamá.

Me sentía emocionada en mi asiento, más bien ansiosa por lo que podía suceder.

Luego de unos diez minutos, mamá se estacionó frente a un lujoso local de comida china.

—Estaciónese aquí, por favor —murmuré, sin dejar de mirar a mamá.

Mamá bajo del auto y caminó hasta la puerta principal del local. Allí habló con una señora que vestía de negro, de aseguro ella trabaja allí.

Mamá sonrió e ingresó al local.

—Alonso, págale.

Me bajé del taxi, escuchando cómo Alonso se quejaba. Caminé hasta donde la señora y quise ingresar, pero ella de inmediato me detuvo.

—¿Su nombre? —me preguntó.

—¿Para qué quiere saber mi nombre? ¿Me quiere robar? ¡No! ¿Usted quiere raptarme para luego matarme?

—Sólo necesito saber su nombre para ver su reservación —la señora me observó cómo si yo tuviera dos cabezas más. Oh, eso sería genial.

—Ah, pues, no tengo reservación.

—No puede entrar sin una reservación, señorita —informó.

Observé a mi lado, viendo como Alonso, llegaba y sonreía gentilmente a la señorita.

-Alonso, págale —indiqué, nuevamente intentando ingresar, pero ella me detuvo.

—No recibiré dinero.

—Alonso, bésala —intenté nuevamente, pero nada.

—Me siento utilizado —murmuró él.

—Alonso, desnúdate —dije.

Ella y él abrieron sus ojos al máximo, aproveché aquél instante e ingresé con rapidez al local.

Después de unos segundos, intentando buscar a mi madre, di con ella en una de las últimas mesas, ésta estaba bastante alejada de las otras.

Fruncí mi ceño al verla reír junto a un señor de su edad.

Sentí como gritaban a mis espaldas, giré, viendo como la señora chinita se acercaban, tomó mi brazo y me comenzó a hablar chino.

—Yo no entender —hablé, miré a Alonso que estaba detrás de ella, se le veía algo pálido.

Tiré de mi brazo, soltándome de su agarré y corrí hacia donde se encontraba mamá.

Ella al verme acercar, casi escupe el líquido que recién había bebido.

Me posicione a su lado, observando a aquél hombre desconocido para mi.

—¿Qué intenciones tiene con mi madre? Ella es mía, sólo mía —lo apunté, intentando lucir intimidante.

Él me observó con duda. Negó con su cabeza.

—No sé de que hablas, niña.

—¿Niña? ¡No soy una niña! —exclamé, furiosa—. Usted no tiene derecho de hablar con mi madre. ¿Entiende la palabra mía, señor?

—Es que realmente no entiendo porque estás actuando así —él río.

—¿Se está riendo? ¡Se está riendo de mi! ¡No tiene mi bendición, para nada! ¿Y sabe que más? ¡Le prohíbo acercarse a mi mamita! ¡Mia!

Entonces, tomé el plato de mamá, que tenía en el una sustancia realmente extraña y la lancé hacia el rostro del señor.

Luego, tomé su vaso con el líquido blanco, y también se lo lancé.

—¡Gabriela Rohj! —mamá gritó tan fuerte que llegué a asustarme—. Acabas de arruinar una entrevista de trabajo.

Oh, oh, creo que estoy en graves problemas.

—Te lo dije —susurró Alonso a mi lado.

Menstruation ~Alonso Villalpando~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora