Menstruation ~Alonso Villalpando~

15 |Final|

Luego de unas semanas, cada vez me sentía más aterrada. ¿El por que? Bueno, mi menstruación se aproxima y ya quedé bastante traumada el mes anterior, que volver a pasar por lo mismo, me asusta.

Aunque no del todo.

En el mes anterior, Alonso se mantuvo conmigo en mi semana de sufrimiento. Algo que antes nunca había hecho, ni siquiera mi amorosa madre.

Ella al enterarse que estaba con mi periodo, me ignoraba por completo o intentaba tratarme como si nada.

Con él, fue totalmente distinto. Desde las aventuras, no de ese tipo, hasta los gritos de odio. Bueno, creo que lo último sólo de mi parte.

En ese instante, el timbre de la casa sonó, bufé, cerrando mis ojos y esperando que la voz de mi mamá llegara a mis oídos.

—¡Gaby, el timbre, ve tú, estoy ocupada! —gritó, negué con mi cabeza y me levanté de mi cama.

Bajé las escaleras y maldecí al ver a mi madre acostada en el sofá, con sus pies descalzos encima de la mesa, mientras comía papas.

Ella sonrió al verme y me lanzó un beso. Reí, caminando hacia la puerta.

Al abrir me sorprendí al ver a Alonso allí, sonriendo tímidamente.

¡Vamos! Alonso es el tipo de chico que ingresa a mi casa por la ventana, o abriendo sin pedir permiso la puerta, tal vez gritando alguna estupidez. Pero no así.

No golpeando la puerta y no sonriendo de aquella manera.

Fruncí mi ceño al verlo y él sonrió aún más, luciendo terrorífico.

—No sonrías de esa manera —pedí, fingiendo un escalofrío—. ¿Qué hiciste?

—¿Yo? Nada —se encogió de hombros.

—¿Y por qué estás golpeando mi puerta y sonriendo de aquella manera? —cuestioné.

—Sólo quería visitarte.

—Di la verdad, Rosa.

Él guardo silencio, para luego sacar su labio inferior y mostrar su lado tierno.

—La palabra con "C" —murmuró, bajando su cabeza.

—¿Culo?

—No, Gaby, se qué tengo un culo fabuloso, pero deja de pensar en él por unos segundos —rodó los ojos y luego río.

—¿Entonces qué es?

—Una salida, pero no una salida, con la letra "c" —nuevamente habló en clave.

—¿Un club? ¿Quieres ir a un club de strippers? —enarqué una ceja y crucé mis brazos bajo mi pecho.

—No, intenta nuevamente —suspiro—. "Ci"

—¿Qué si? —preguntó, totalmente perdida.

—Una cita, Gabriela. Una puta y maldita cita.

—¿Quieres una cita? —consulté, él de inmediatamente asintió—. ¿Quieres que te consiga una cita?

—¡Jesucristo! No, quiero que tú seas mi cita.

—Oh, entiendo —asentí—. ¿Y por qué?

—Porque quiero una cita contigo.

—¿Cuándo?

—Ahora.

—¿Ahora?

—Sí  —bufo, tomándome del brazo y sacando mi cuerpo de mi hogar.