El inicio

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Las luces de colores destellando en el gran y oscuro cielo, mientras que el frío vendaval soplaba fuerte, removiendo los pétalos ya secos de los altos árboles, una noche en la que llegaría el invierno y con él, la llegada de un año nuevo. Donde todos pedirán sus deseos más anhelados, visiones de un futuro prometedor, pero a la vez siendo egoístas para sí mismos.

Nadie dijo que con casi dieciséis años y aún en la escuela, sería fácil cuidar de un embarazo, ni mucho menos de un bebé. Con la mente cansada y el cuerpo lleno de golpes es difícil darse cuenta que cuando más lo necesitas, todos te dan la espalda, incluida tu única familia, que la conformaba únicamente su novio.

Un novio de veinte años, un hombre alto y fuerte, con un semblante serio y frío, pero agradable, con aquella visión que todos los niños tienen del príncipe azul, un príncipe que casi y llegó con un corcel blanco y casi podías ver una corona resplandecer sobre sus bermejos cabellos y esos ojos aguamarina, que fue lo primero que te llamó la atención.

Y tú, con quince años, con la mentalidad de un niño ingenuo, caíste sobre sus redes, unas redes que tan solo él supo tejer a la perfección alrededor de ti, se hizo tu mejor amigo, tu único amigo, te hizo necesitarlo y que aprendieras a ser dependiente de él. Tú pensaste que era amor, pensaste que era mágico, te imaginaste como en una historia, esas que se le cuentan a los niños antes de dormir, donde el príncipe llega para rescatar a la princesa, matando al dragón para luego recibir el tan ansiado beso.

Los recuerdos cuando la soledad que empezó a consumirte, él llegó, como una vela que alumbra todo a su paso; ahora sabes que fuiste un iluso en tomar su mano, cuando él te la tendió, con aquella sonrisa casi perfecta, con esos ojos tan fríos y esa piel pálida.

Todo era mágico según tus brillantes ojos azules, todo era perfecto y mágico, hasta que una noche llegó ebrio y el primer golpe cayó sobre tu mejilla, al día siguiente él llegó con un rosa y tú como un iluso le perdonaste y el segundo golpe llegó, y él volvió a llegar, ahora con un ramo de rosas o el día en que llegó oliendo a alcohol y a perfumes baratos de mujeres y donceles de paso, los golpes empezaron a aumentar, pero tú ya no sabías que pensar.

Tu cuerpo ya no reaccionaba, ya no sentías nada más que ardor en aquellas heridas que demoraban en cicatrizar, tus lágrimas ya no caían por tus hermosos ojos azules y ahora tu vida se había apagado con un cruel y rápido soplo. Acabando con tus ilusiones y tu hermosa historia de amor.

Ya no sabías si era amor o si era costumbre, él ya no llegaba con rosas, ahora él llegaba con joyas, llenando su pequeña casa de soledad y oscuridad; aquella fría habitación donde le entregaste tu virginidad, la cual tú pensaste que era con amor, no gritaste, pero finas lágrimas empezaron a empañar tu joven y golpeado rostro, mientras las sábanas blancas se teñían de un rojo carmín.

Después de que él se corriera dentro de ti sin ninguna pena, sin compasión, salió de tu interior y escuchaste como la puerta principal era azotada fuertemente, cerraste fuertemente tus ojos y te encogiste en forma fetal, te envolviste en aquellas sábanas que ahora se encontraban manchadas con tu sangre y su semen.

En aquel tiempo en la que te pareció muy guapo, en la que te hizo sentir como un doncel hermoso y deseable, en aquel tiempo en la que te llenó de besos y suaves caricias, pensaste que eras completamente afortunado por haber salido de aquel orfanato y encontrar a un hombre que te desee y te amara.

Pero ahora, ahora te encuentras en esa pequeña camilla con las piernas abiertas esperando a que el doctor llegara con los instrumentos necesarios para quitar la vida que llevas en tu interior, ahora con las lágrimas frías que recorren tus morenas mejillas, donde tus manos buscan las de él para aferrarse y pensar que todo va a estar bien y que estás haciendo lo correcto; te das cuenta que nada de eso fue verdad.

Te das cuenta que estás solo y a lo único que te aferras y lo único que te mantiene en pie en este mundo frío y cruel, es aquello que está a punto de arrebatarte.

Te das cuenta que el futuro que él te prometió nunca fue verdad, todos esos espejos que rodeaban tu vida, se cayeron de golpe, sin importarle que te lastimaran con las esquirlas; tu pecho subió agitado y abriste lentamente tus ojos; has empezado a escuchar la gruesa y rasposa voz de aquel hombre que se hace pasar por un doctor, pero tan solo la escuchaba como un susurro lejano.

Con las piernas levantadas y en una posición sumamente incómoda, te encontrabas mostrando parte de tu desnudes, un pequeño escalofríos recorrió tu columna vertebral, sintiendo como el aire caliente de aquel desolado lugar acariciaba tu piel desnuda.

No te das cuenta de nada hasta que sientes como la punta de algo frío y largo choca contra tu caliente piel, abres tus enrojecidos ojos, mostrando esas gemas tan azules, al sentir el imaginario latido del corazón de tu pequeño hijo, golpeando tu pecho.

Y con una rapidez que no sabías si era necesaria, cierras tus delgadas piernas y sin secar tus lágrimas y sin decirle nada al doctor, sales corriendo de aquel frío lugar, sin importarte que hayas dejado tus pocas pertenencias en aquel consultorio de mala muerte, sin importar que tan solo vayas con una sucia bata de un consultorio clandestino, corres con todo lo que te pueden dar tus cortas piernas, sin importar las miradas burlonas de las demás personas sobre tu cuerpo, sin importar los murmullos que escuchas sobre tu lastimero estado físico.

Nobody say it was easyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora