Podía decir que se sentía extraño el haber regresado a casa, no se sorprendió cuando el auto se introdujo a un frondoso bosque, tampoco preguntó cuando se detuvieron en una acogedora casa de madera y vidrio, era tan grande que era capaz de acoger a toda su familia, observó como su familia bajaban las maletas del auto, mientras que la pequeña mano de Haru se aferró a la de él, casi como si tuviese miedo de que volviera a desaparecer.
Nada era como lo recordaba, había más fotos de todas ellos sobre la encimera de la chimenea, podía sentir el cálido calor familiar rodearlo, el aroma de comida casera llenando el ambiente, el sonido de la música y la risa contagiosa de Haru, podía decir que era casi lo mismo, dejó que el suave viento del atardecer chocara contra su cuerpo, sus ojos cerrados al sentir los suaves rayos del sol, sus cabellos se removieron sobre su rostro.
Intentó no parecer descontento cuando su abuelo y su padre se alejaban de él para hablar de negocios, intentó no prestar atención cuando Itachi y Kakashi le ayudaban a llevar los platos sucios a la cocina.
No habían pasado ni tres días desde que decidió sentarse en el porche, y observar el frondoso bosque a lo lejos, podía escuchar la voz de su padre y la de su hermano llegar a casa, los pasos de Minato y Gaara, yendo a recibir a sus parejas, pero él siguió sentado en el columpio que su padre y abuelo habían colocado en el gran patio.
Los hermosos y cálidos colores del atardecer poco a poco iban oscureciéndose, el naranja mezclándose con el azul opaco, y la primera estrella tintineando con algo de miedo, agitó ligeramente sus pies al sentir el leve hormigueo, y miró con pesadumbre el bastón que estaba apoyado en la pared.
Lentamente se puso de pie y empezó a caminar, agradeciendo al amplio bosque que crecía detrás de aquella nueva casa, el olor a pino y tierra mojada llenó sus pulmones, el sonido de los pequeños animales moviéndose detrás de los arbustos no le impidió seguir caminando, golpeó suavemente su pierna, cuando el dolor punzante empezó a subir por su extremidad, a veces el dolor era interminable y agradecía cuando las drogas pasaban por su sistema, pero podía ver el miedo en los ojos de Naruto cuando llegaba a sobrepasar su dosis.
Pudo escuchar el grito de su padre, pero él solo siguió caminando, introduciéndose cada vez más, deseando que el dolor desapareciera, que las miradas llenas de lastima de su familia desaparecieran, que los ojos negros de Mikoto en sus pesadillas desaparecieran.
Aspiró profundamente el aire limpio del bosque, las frondosas copas de los altos arboles impedían que los escasos rayos del sol se filtraran adecuadamente, pero no le importó en lo más mínimo y caminó casi como si conociera aquel lugar, hasta detenerse en el pequeño riachuelo.
Con una mueca adolorida se sentó en la tierra, y dejó que el agua cristalina mojara sus pies, mordió su labio inferior cuando las punzadas heladas empezaron a invadir su pierna derecha, pero rápidamente, casi como si fuese un bálsamo, el agua casi congelada calmó su dolor.
-No deberías haber llegado tan lejos.
Cerró sus ojos, sintiéndose por fin en calma, dejó que el hermoso joven se sentara a su lado y pudo sentir el movimiento brusco en el agua cuando también mojó sus pies.
Cuando abrió sus ojos, pudo ver el perfil de aquel delicado y ahora sonrosado rostro, sus labios y su piel tenían un color saludable y sonrió ligeramente al notar el vientre ligeramente abultado.
-Me dijiste que tu sobrino se llamaba Haku.
Soltó una corta risa al ver el ceño ligeramente fruncido del menor y dejó caer su cuerpo sobre la tierra, observando como lo que quedaba del hermoso atardecer iba ocultándose. Muchas cosas habían dejado de importarle, pero sabía que su estado de animo no era el mejor.
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Nobody say it was easy
FanfictionLas luces de colores destellando en el gran y oscuro cielo, mientras que el frío vendaval soplaba fuerte, removiendo los pétalos ya secos de los altos árboles, una noche en la que llegaría el invierno y con él, la llegada de un año nuevo. Donde todo...