Un minuto más

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Podía escuchar el suave golpear de las manecillas del reloj, el viento agitando las ramas de los árboles y la fuerte lluvia rompiendo la calma de su interior, el olor a arena mojada se inmiscuía sin ninguna concesión a su habitación, recorriendo sus sentidos y llegando hasta sus recuerdos más profundos.

Sentía como toda la culpa empezaba a caer sobre su cuerpo, intentó mover uno de sus dedos, pero todo parecía como si estuviese sujeto a la cama, sus párpados empezaron a moverse y su cuerpo a convulsionar, su corazón empezó a oprimirse, sus pulmones empezaron a quemar, intentó calmarse, y en tan solo un segundo abrió sus ojos, aspirando todo el aire que su cuerpo necesitaba, las pequeñas gotas de sudor caían por su frente, algunos de sus mechones azabaches se habían pegado a su frente.

Su pecho subía y bajaba con tanta intensidad que en un momento lo sintió tan real, lentamente llevó su mirada hacía la ventana, observando como lentamente las nubes grises se alejaban, dejando a la brillante luna blanca asomarse tímida.

Negó lentamente mientras acariciaba sus cansados párpados, casi no podía recordar nada de lo que había pasado, pero lo único que sabía era que necesitaba salir de aquella habitación, estrujó las sábanas negras entre sus dedos, sintiendo la suavidad de éstas, las agitó con tal fuerza que las mantas cayeron al suelo de tatami, pero nada de eso le importaba, ni siquiera el frío, ni el dolor que sintió en sus piernas al colocar sus pies en el frio suelo.

La puerta de la habitación se abrió abruptamente, dejando que la luz ámbar del pasillo se colara con rapidez, pudo ver la sombra del doncel, sus cabellos bermejos y esos ojos color ocre, tan llamativos y vivaces. Apoyó su mano sobre la pared, intentando permanecer de pie ante el dolor punzante de su columna.

-Debes permanecer acostado. -En un acto reflejo se alejó de las pequeñas manos con tal rapidez que sintió como el piso empezaba a moverse. Afiló su bruna mirada y frunció su ceño, dando un aspecto de enfado y molestia. -Itachi, por favor.

-Quiero irme. -Se abstuvo de toser, pero no podía negar que su garganta dolía, sentía todo su cuerpo entumecido, sus ojos le ardían y solo deseaba poder dormir otra vez, pero necesitaba salir de aquella habitación, alejarse de aquel dulce aroma y tal vez poder olvidar todo.

-Déjame llamar a tu hermano. -Lentamente asintió con la cabeza, soltó lentamente el aire de sus pulmones y caminó despacio, casi arrastrando sus pies hacia la puerta principal, no quería ver el cuerpo de Sasori encogido en la esquina del mueble, había visto un ligero rastro de lágrimas, y su pecho dolió al saber que había dañado a dos hermosos donceles.

Dejó que el aire frío lo sacudiera por completo, las náuseas subiendo por su estómago le hicieron cerrar sus ojos dejando que su cuerpo cayera lentamente hacia el bordillo de la vereda. Ocultó su rostro entre sus rodillas y cruzó sus brazos alrededor de su cuerpo, se sentía tan cansado, abrumado y con ganas de matar a alguien.

Intentó concentrarse en el aroma del tabaco y canela que llegó a sus sentidos, en las fuertes manos que lo jalaban con suavidad, soltó un suave jadeo al sentir el asiento acolchonado y la calefacción calentar su entumecido cuerpo, a lo lejos podía escuchar la voz de su hermano y de Sasori intercambiar algunas palabras.

-Eres un estúpido. -La voz de Sasuke sonaba parca y suave, pero él podía percibir aquel matiz de molestia, claro que lo sabía, apoyó su cabeza contra el asiento, llenando sus pulmones del aire caliente de la calefacción.

Las luces ámbar pasaban con total rapidez sobre sus párpados, abrió la ventanilla, dejando que el aroma del asfalto mojado llenara toda la cabina, y dejó que el cansancio invadiera su mente, el cabello rojo de Gaara y aquella sonrisa que le daba cuando era un pequeño doncel. Llenó sus pulmones del aire frío, sintiendo como sus pulmones empezaban a calentarse.

Nobody say it was easyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora