Tonight

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La mañana llegó con una capa de plomiza golpeando los altos ventanales, las nubes oscuras cubrían el cielo impidiendo que los pocos rayos del sol tocasen el suelo, pero él sabía, podía sentirlo, aquel día iba a ser distinto al resto, aquel día él había entregado lo que le quedaba de su alma rota y su corazón, rogando para que no vaya a buscarlo, para que regresara con su familia.

Tenía que ponerlo a salvo, era lo único que podía hacer estando encerrado en aquella fría habitación. Algo dentro de él le impidió voltear su cuerpo cuando escuchó como la puerta se abría suavemente, agradeciendo en silencio que se tratara de su único amigo.

Iruka esperó a que los guardias observaran la pequeña habitación e ingresó con la mirada agachada, llevando una pequeña bandeja del desayuno entre sus manos, los guardias no observaron nada fuera de lo común, ninguna extraña seña entre los dos donceles y cerraron la puerta después que el castaño ingresara.

Al fin pudo soltar el aire retenido en sus pulmones, había observado la expresión del castaño en el reflejo de la ventana, y la opresión empezó a crecer aún más al reconocer que el doncel tuvo varias oportunidades de huir de aquella cárcel, pero no había querido dejarlo solo. Se encontraba completamente agradecido con el castaño, Iruka había llegado en un momento en el que él necesitaba un amigo y pudo confiar rápidamente en él, sin tener que preocuparse que fuera delatado.

El menor dejó la pequeña bandeja sobre la mesa de madera, nunca cruzando ni una mirada, ni una palabra y casi se podía escuchar hasta sus propias respiraciones. Sus manos tomaron un pedazo de pan, intentando no mostrar su sonrisa al hallar una pequeña carta dentro de esta. No sabía cómo había hecho para poder hacer eso, pero no le importaba. Comió lento, sin levantar ninguna sospecha y con el corazón latiendo con fuerza abrió la nota después que los guardias dejaran que Iruka saliera con la bandeja vacía.

No había notado el temblor que recorría por todo su cuerpo hasta que volvió a tener el pequeño papel desdoblándolo. Había deseado poder transmitirle todo lo que sentía, todo lo que había pasado en su vida, el amor que aún le profesaba, del niño que deseaba que le ayudara a buscarlo y lo protegiera, pero nada de eso pudo decir, deseaba poder volver a verlo, aunque sea una última vez, pero aquello significaba jugar con lo poco que tenía, casi nada.

Con manos temblorosas alisó la pequeña carta y frunció ligeramente su ceño al no reconocer la letra del varón, su corazón latió con fuerza al imaginar que había sido descubierto.

Namikase Minato

Usted no me conoce, ni yo lo conozco, pero debo aceptar que me sorprendió demasiado de que alguien fuera capaz de conocer el nombre Sharingan, debo entender por ello que usted es una persona cercana a él, así como yo lo soy. Usted no debe preocuparse por nada, la persona que está reteniéndolo le hizo daño a una persona especial para mí, así que no puedo irme tan fácilmente.

De la misma manera tengo que decirle que esté preparado, no será mucho tiempo para que pueda ser nuevamente libre.

Llevó la pequeña hoja hasta su pecho y se apresuró a romperla en pequeños pedazos y tirarla en la vieja chimenea, confundiéndola con el carbón, esperando a que llegara la noche para poder quemarla, escondió su rostro en la almohada pensando en aquella persona, en quien más podría conocer a Fugaku y que daño le habían causado, su corazón latió adolorido al recordar la hermosa mujer con la que el varón se había casado. Nunca la había conocido personalmente, solo a través de fotografías que aquella mujer le entregaba y le obligaba a verlas a la fuerza.

Pensó en su pequeño niño, en el amor que intentó darle hasta donde pudo, en la promesa que le hizo antes de marcharse, peo ahora su pequeño niño se encontraba solo, tal vez pensando en que su padre quiso abandonarlo.

Nobody say it was easyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora