VEINTIUNO

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Mayte.

Todo pasaba muy lento, solo veía a todo el mundo moverse de un lado a otro mientras yo solo observaba, había llorado tanto, sujetaba el oso de peluche de mi hijo, la sola idea de pensar que algo malo le pudieran hacer me aterrorizaba, podía perder todo, no me importaba nada más que la vida y seguridad de Martín. Subí a su cuarto, nos habíamos mudado a la casa de los padres de Manuel, al entrar se me rompió el corazón ver sus juguetes y la ropa que había dejado esta mañana al intentar convidarlo y vestirlo a la moda, supe que era noche por la ventana que oscurecía y las luces encendidas en el cuarto de mi pequeño, comencé a llorar, el dolor de mi pecho era inmenso, sentía que no podía respirar más, comencé a marearme y justo cuando estaba a punto de caerme Manuel me sujetó en sus brazos, ni siquiera sentí su presencia, y todo se volvió oscuro.
Desperté en mi habitación, el médico me acababa de revisar y me dio unas vitaminas, y un tranquilizante, me sorprendió ver a mi padre y no a Manuel.

-¿Qué pasó?

-Te desmayaste cariño, pero ya estás bien, tienes que descansar, cuidarte mucho? Las palabras de mi padre me hicieron recordar cuando era una niña y comencé a llorar de nuevo.

-Papá, quiero a mi pequeño de vuelta.

-Lo sé cariño, todos lo queremos pero tienes que estar bien y comer algo, lo recuperaremos amor.

-¿Dónde está Manuel? Noté su silencio y el frío de la noche me penetro hasta en los huesos.

-Papá, ¿DÓNDE ESTÁ MANUEL? dime por favor, ¿Dónde está?

-Tienes que ser fuerte, a lo que te voy a decir amor. Esas palabras me atemorizaron mi mente en estos momentos era mi peor enemiga al plantearme imágenes desgarradoras.

-DÍMELO

-Ella llamó, y la condición de darle a Martín era el a cambio de Manuel y Pilar, así que han planeado una estrategia los policías y lo han usado a él para poder llegar a esta lunática, se ha ido hace unas horas y me pidió que me quedara contigo, que no intentes salir. No podía respirar, ahora no sólo era mi hijo sino también el hombre a quien amaba. Intenté tranquilizarme pero la idea me resultaba descabellada, ¿Qué pasaría si nada de lo planeado salía bien? Estaba recostada en la cama cuando mi celular sonó y era una llamada desconocida, así que me encerré en el baño y conteste.

-Hola. Mi voz temblaba de los nervios y el miedo.

-Hola Mayte, qué agradable sorpresa hablar contigo.

-¿Quién eres?

-Lo sabrás a su debido tiempo, por lo pronto yo puedo ayudarte a rescatar a tu hijo y a Manuel.

-¿Cómo?

-Lo primero que tienes que hacer es salir de la enorme casa a escondidas, no dejes que nadie te siga, yo te esperare a dos cuadras de lado izquierdo, frente al parque. Sé todo de Anna y como la podemos destruir, sé dónde tiene a tu hijo y tu demás familia, podemos ir y rescatarlos, ella los deja solos durante el día, nadie los vigila, podemos entrar y sacarlos, ¿Qué dices?. No sabía qué pensar, ni siquiera podía pensar en estos momentos, pero quería ayudar, quería rescatar a mi familia.

-De acuerdo, en un momento salgo.

-Bien, solo no dejes que nadie te vea ni te siga, te espero. Tomé un pantalón y una sudadera de Manuel con gorro, me puse unos tenis y sujeté mi pelo en una coleta. Salí del cuarto y vi que nadie estaba en el piso, baje por las escaleras de al fondo, que daban a la cocina, me asomé y la cocina también estaba vacía, salí por la parte trasera, y justo cuando llegue a la barda como pude la trepé y salté, no me importó el dolor que sentí al caer y rasparme las rodillas, caminé y al llegar a el lugar vi que la puerta de un carro se abrió, entonces me asomé y vi a una mujer delgada con rostro refinado y una enorme sonrisa, sus rasgos me parecían conocidos.

"Por favor no te vayas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora