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19 | Resurrected.

| Resucitado.

🐾

Contigo sosteniendo mi mano, tengo un sueño más grande que antes

Si es por ti, podría hacer cualquier cosa

(...)

Permanezcamos juntos

Tú y yo

Estaré a tu lado

Siempre me dirijo hacia ti

—I am you by Stray Kıds

🐾

Isaac.

— ¿Estás listo, Isaac? —me preguntó Érica, mirándome.

Ella, Boyd y yo estábamos cerca del bosque, a solo instante de entrar y arriesgarnos a cambiar nuestra viva al encontrar una nueva manada y una posible vida mejor y con menos peligros que en Beacon Hills.

Sabía que esto era bueno, que con una nueva manada tendríamos más seguridad y que podríamos dejar de correr de los cazadores y el Kanima, pero no podía evitar sentirme mal al recordar la expresión en el rostro de Brooke cuando le dije que me iría, pero esto era lo mejor para los dos. En algún momento, ella encontraría a alguien perfecto para ella y yo iniciaría una nueva vida en donde no fuera solamente la sombra de un niño perdido.

Ambos estaríamos bien. Sin embargo, pensar en dejarla ir aunque realmente nunca la tuve dolía como el infierno. Extrañaría abrazarla, besarla y por encima de todo, lo que más iba a extrañar ver esa sonrisita que tenía cuando estábamos juntos.

De repente, pensar en irme y dejarla me causó una opresión en el medio del pecho. Mi respiración se volvió errática y mi corazón comenzó a golpear con fuerza, como si me pidiera que diera la vuelta y regresara. Todo estaba volviéndose un lío en mi cabeza y de un momento a otro, todo lo que tuvo sentido se desvaneció al recordarla recostarse en mi pecho mientras me contaba de su día, con su cabeza cerca de mi corazón y una de sus manos sujeta a la mía, jugando con mis dedos de vez en cuando.

—Isaac, ¿te sientes bien? Estás temblando —me advirtió Boyd.

Ni siquiera noté cuando comencé a temblar, pero entendí el por qué. No podía dejarla cuando mi cuerpo entero respondía a ella desde el primer momento. Desde hace años que estaba enamorado de ella y jamás pude luchar contra eso. No entendía cómo fue que llegué a pensar que sería capaz ahora.

— ¿Isaac? —insistió Érica, preocupada.

—Lo lamento, pero no puedo irme —dije cuando finalmente hallé mi voz—. Sé que es mejor irnos antes de que las cosas en este lugar empeoren, pero no...