18 | Keep going.

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| Sigue adelante.

— ¿Todavía te duele mucho? —le pregunté a Scott, mirando la parte de su camisa que estaba manchada de sangre

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— ¿Todavía te duele mucho? —le pregunté a Scott, mirando la parte de su camisa que estaba manchada de sangre.

Scott negó con la cabeza.

— McCall, me siento mal por ti, porque ahora estás pensando: "¿Cómo voy a explicar esto cuando sane?" Y lo triste es que no sabes lo increíble que es que estés sanando. Porque, ¿sabes que les pasa a los demás cuando les disparan? Mueren.

— ¿Eso te pasó a ti? ¿Te ahogaste, no es así?

—No debiste dejarlos beber —susurró Matt, negando con la cabeza con una expresión de furia que luego se volvió melancolía.

— ¿Qué? ¿A quién? ¿Qué quieres decir?

— ¡Lahey! No debió dejarlos beber.

— ¿Qué? ¿Quién bebía?

— ¡El equipo de natación! No sabía que sucedía. No tenía idea de que habían ganado las estatales, y Lahey dejó que los favoritos fueran a beber algo para celebrar. A quien le importa si tienes 17, ¿no? —soltó con sarcasmo y al borde del llanto.

— ¿En casa de Isaac? —pregunté.

— ¿Su primera edición fue Hombre Araña o Batman? Íbamos a negociar. Pero estaba ahí y oí música. Y todos se divertían, y vi a Sean. Él tiró a Jessica a la piscina. Y luego se metió Bennett y...

— ¿Bennett? ¿El cazador? —preguntó Scott.

—Y luego Camden. El hermano de Isaac me sujetó. Creía que era divertido.

—Te tiraron a la piscina —adiviné.

Matt asintió.

—Grité que no sabía nadar, pero nadie me escuchó. Me fui al fondo y tragué agua, y a nadie le importó. Y vi los cuerpos bajo el agua. Vi que Jessica tenía las manos en los shorts de Sean. Tucker sujetaba a Kara. Y yo me ahogaba. Me moría, y ellos se reían. De repente, estaba... tirado a un lado de la piscina. Y Lahey estaba allí, justo encima de mí, y dijo: "No le digas a nadie", "¡Es tu culpa!", "¿Quién no sabe nadar?". Y no lo hice. No le dije a nadie. Y los veía a todos en la escuela, y ellos ni siquiera me miraban.

»Me despertaba a mitad de la noche. Respiraba con dificultad. Y mis padres creyeron que era asmático. Hasta me dieron un inhalador. No sabían que cada vez que cerraba los ojos, me ahogaba. —Su tono de voz disminuyó cada vez más hasta llegar a ser casi un susurro al final—. ¿Saben de esa luz blanca que dicen que vez cuando mueres? Yo no vi nada. Solo oscuridad. Todo estaba oscuro.

»Pero luego vino el funeral de los Argent, y todo cambio. Estaba tomando algunas fotografías y luego, por accidente, Lahey aparece en una de las fotos. Alejo la pantalla de la cámara y siento una furia increíble que se acumula dentro de mí. Lo observo y lo quiero ver muerto. Al día siguiente, murió —nos contó con satisfacción—. Einstein tenía razón. La imaginación es más importante que el conocimiento. Fue como sacado de la mitología griega. Como si las furias vinieran a castigar a Orestes —comparó con euforia—. No tienes idea de lo que estoy hablando, ¿no, McCall? —preguntó luego de notar su mirada extrañada.

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