Capitulo 13

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El siguiente viernes volvió a ser desolador para mí, y quería hacer algo para no sentirme una desgraciada sin vida, mientras todo el mundo estaba en su nidito de amor. Así es que me dispuse a intentar entablar amistad con un segundo hombre, que me pareció más coherente.

Quedé con él y nos vimos en una hamburguesería para cenar.

Al contrario que el otro, este no hablaba mucho. Parecía bastante nervioso. Yo tampoco sabía qué decirle comentábamos tonterías sobre lo buena que estaba la hamburguesa.

¡Vamos! ¡Un auténtico diálogo de porquería!

Cuando terminamos de cenar, como si le hubieran inyectado el suero de la verdad, fue directo al grano. Y eso que no habíamos tomado ni una gota de alcohol.

Me preguntó si quería que pasáramos la noche juntos, y nerviosamente y sobre todo bastante inconsciente de lo que estaba haciendo le dije que sí.

Me limité a experimentar. Aunque lo estaba haciendo sin sentimiento alguno. Ni tampoco ningún deseo físico. Todo más bien se trataba de un entramado mental encubierto para olvidar a Nick y creerme que así estaba viviendo una vida loca de emoción y de aventura.

Me dijo entonces que podíamos alquilar una habitación de hotel barata, y acepté aquella idea con el instinto sexual totalmente dormido, ¿y qué decir del amor de alguien a quien acababa de conocer? No había ni amor ni deseo. Solo ganas de sacarme más ese dolor.

Cuando entramos en la habitación el corazón se me empezó a acelerar. Me dio cierta impresión de que iba a hacer algún tipo de transacción de la que yo no sacaría nada...

Él se acercó a mí y me empezó a desvestir despacito, y yo como acto reflejo también empecé a desvestirle a él. Seguía con aquella idea incrustada en la cabeza de no querer parecer una momia.

Vi que estábamos desnudos pero en su cuerpo no había reacción alguna de excitación. Le toqué durante un rato pero siguió sin reaccionar y eso me sorprendió. No lo había visto en ninguna ocasión en toda mi vida.

Le miré atónita durante unos segundos con expresión de incomprensión y de impotencia, y noté que estaba realmente nervioso. Mucho más que yo. Algo le pasaba a ese hombre...

Entonces empezó a tocarse él mismo a la vez que me acariciaba el pecho. Pareció funcionar y entonces se puso sobre mí a un ritmo lento.

Después me dio media vuelta y me puso al revés alabando mi trasero como el mejor del mundo, me dio un azote y terminó.

Este era más cariñoso que el anterior. También me abrió los brazos para que me apoyara sobre ellos y en fin...sólo había un problema: que no le amaba.

En aquel momento me acordé de los brazos de Nick y noté un vacío muy grande en mi interior.

Di un brinco y empecé a vestirme. Pero esta vez ya no di ni dos minutos de cortesía.

- ¿Ya te vas? ¿tan pronto? ¿Por qué? – preguntó muy sorprendido – ¿no habré hecho

algo mal?

- No. No tiene nada que ver contigo. Pareces una buena persona – le dije sin pensar

demasiado – pero no puedo quedarme. Es una larga historia.

No quedarse entre los brazos de aquella persona con la cual te habías acostado se consideraba una auténtica grosería. Aunque te importara un pimiento. Eso me estaba quedando clarísimo.

¡Cuánto me acordaba de Raymond! Y me di cuenta de que lo suyo ya no era descortesía sino inhumanidad.

Los siguientes mensajes que me iba mandando este último hombre eran breves.

Still Falling For You ---- NICK JONAS Y TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora