37. Pérdidas

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Theo observó a Draco correr, después de un mes desde la ceremonia en memoria de Ginevra habían pasado muchas cosas, Riddle había tenido que darle órdenes a él para que se limitará a hacer ciertas cosas, y ese tipo de control le había funcionado para traer de vuelta al viejo Draco, el fuerte y tranquilo, aquel que había sido antes y después de conocer a Ginny, el que protegía a los suyos, buscando un bien común, no corriendo a la batalla buscando que lo mataran, y no había nada que lo hiciera más feliz a él y a los demás que querían a Draco.

El rubio de ojos grises le sonrió, lo palmeo en el hombro felicitándolo por la batalla que había dado esa noche, tal y como Tom lo había predicho en cada uno de los ataques, habían ganado, una victoria fácil si cada hombre tiene su propio objetivo.

—Quiero que te encargues de llevar a nuestro prisionero al campamento, regresaras con los demás, los soldados deben estar ocupados, pensando que los atacaremos cualquier momento, tenemos una ventaja de 13 horas para que avancen más rápido, Tom y yo nos quedaremos, hemos escuchado rumores de algunas armas que La Orden mantiene aquí, buscaremos y cuando sepamos de qué tratan las cosas, regresaremos, seremos dos, no llamaremos tanta atención.

—Bien, los veré en el campamento, ten cuidado, hermano –pidió Theo.

—Lo tendré –sonrío.

oOo

Quirrell caminó rápidamente y con paso decidido, todos los hombres que estaban alistándose para otro ataque lo observaron, para nadie era un secreto que Quirinus Quirrell era el más grande error que le había pasado a La Orden en el puesto de Jefe del Departamento de Defensa, de seguir siendo Ginevra la jefa, nada de esto les estaría pasando, esa era la opinión compartida de gobierno y gobernados, cosa que lo tenía de peor humor.

Se detuvo ante la mujer con cabello esponjado, le dedicó una mirada fastidiada, pero la mujer no se inmutó, ella lo había contactado recientemente, no tenía idea de porqué o para qué, pero había visto una buena oportunidad de tener más aliados, porque sabía que Dolohov terminaría quitándole el cargo, tarde o temprano, se quedaría en la nada.

—Me alegra que decidieras venir –sonrió la mujer.

—No tengo nada mejor que hacer, pronto el Dirigente Principal me quitará el cargo, y eso, que la elección más obvia está muerta –bufó.

—Opción más obvia ¿quién sería? –se encogió de hombros.

—Los imbéciles del consejo creen que Ginevra Weasley es un maldito tipo de mesías que les ayudaría a ganar la guerra, pero su mesías está en una mejor vida.

—Las noticias vuelan, al parecer –murmuró Sybil.

—Pues sí, hace un mes nos dijeron eso.

—Sus últimos días como una persona normal no fueron del todo buenos –admitió la mujer con una sonrisa de orgullo, avanzó y lo guio hasta una pequeña cabaña.

Quirrell se removió incómodo cuando escuchó el ruido de cadenas arrastrándose por el piso de arriba, observó a Sybil que no pareció inmutarse, o era un sonido muy normal, o sólo él lo escuchaba.

—No tienes de qué preocuparte –lo tranquilizó –es sólo un adefesio encerrado.

—Adefesio –frunció el ceño.

—Ven –lo animó y comenzó a subir las escaleras.

Los dos se detuvieron ante el hombre que se golpeaba la frente contra la pared, cuando se giró hasta ellos, Quirrell retrocedió un poco asustado, su cara de asco le divirtió a Sybil.

Río Escarlata || DrinnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora