El viaje (parte 1)

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Eran casi las diez de la mañana en el Santuario. La cabaña de Kyoto se encontraba en silencio desde que el grupo de caballeros ingreso en ella para que la santa pudiera descansar de la ardua batalla que tuvo contra Koharu y el medallón. Al lado de una ventana por la que entraba un pequeño rayo de sol, se encontraba la joven que aun disfrutaba de su plácido descanso. A su lado, nuestros jóvenes santos de bronce esperaban su despertar.

- Ya han pasado 17 horas desde que se durmió... Me pregunto como es que lo hace, ni siquiera yo duermo tanto - propuso Soma alzando un poco la voz.

- Guarda silencio - advirtió Haruto - Vas a hacer que se despierte, y no quiero descubrir como es ella cuando la despiertan repentinamente.

- Además, es normal que duerma mucho - recalco el santo de pegaso.

- ¿Cómo es eso posible? - pregunto Soma.

- Creeme, ni yo se como es eso posible - admitio.

- Hola chicos - saludo Yuna mientras entraba - ¿Aun no ha despertado?

- No - respondió Koga - Parece que necesitara un poco mas tiempo.

- Oye Yuna ¿qué traes ahí? - pregunto Haruto señalando una pequeña cesta de mimbre.

- Les traje una pequeña merienda. Estuvieron vigilando a Kyoto por mucho tiempo. Deben de estar hambrientos, ¿por qué no descansan un poco? - invito.

- No se si sea buena idea - dijo Koga - Temo que vuelva a irse como lo hizo en la casa de Géminis.

- Descuida, no creo que se vaya a ningún lado - animo Yuna.

- Tiene razón - apoyo Haruto - Además, con Soma alzando la voz, creo que será mejor que la dejemos en silencio.

- Yo también opino lo mismo - dijo Soma - Pero no tenias que ponerlo de esa manera.

Finalmente, el grupo abandono el lugar con el fin de poder descansar también.

En la cabaña todo seguía igual; la librera, las sabanas, los sofás... Hasta el rayo de sol que se asomaba por la ventana seguía en la misma posición. Parecía como si el tiempo no transcurriera en aquellos objetos. Lo único diferente que se podía notar, era a la joven santa de paloma quien ya había despertado de su letargo. Manteniendo la mirada fija en el techo, sus pensamientos se fueron perdiendo poco a poco en aquel bloque de concreto.

Luego de unos minutos, la santa se levanto divisando al instante un libro verde encima de una mesa. Le parecía extraño, ya que era un libro que nunca había visto, puesto que los libros de su biblioteca personal ya los había leído todos.

- Este libro nunca lo había visto - pensó - Tal vez la señorita Integra lo trajo cuando aun estaba inconsciente.

Llevada por la curiosidad, Kyoto abrió el libro en una sección determinada, encontrándose con varias fotos de antiguos caballeros de plata, oro y bronce. En una de las paginas, encontró un rostro familiar. Unos traviesos y valientes ojos castaños se asomaban a través de un cabellos rebelde del mismo color, despeinado y salvaje como su dueño.

- ¡Wow! - dijo sorprendida - El que esta en la foto es Seiya. No puede ser. No ha cambiado en nada. Se ve exactamente igual a como es hoy.

Kyoto siguió ojeando las páginas de aquel libro. Realmente tenia una valiosa información delante de sus ojos. Sin que se diera cuenta, algo pequeño cayo del libro a sus pies sigilosamente.

- Me gustaría quedarme lo, pero debo devolvérselo a la señorita Integra. Seguramente es muy importante para ella - dijo encaminándose hacia la puerta.

Saint Seiya Omega: El legado de SayakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora