Duelo

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Yuna retiró el arma del cuerpo de Kyoto y dejó que su víctima cayera al suelo para que se desangrara lentamente. La vio por unos instantes, como esperando que esta se levantará y continuara la lucha por su vida una vez más. Estaba segura que todo por lo que estaba pasando era por su culpa. Todo su dolor, toda su ira... Todo era a causa de ella. No... Todo era culpa de él.

- Yuna...

Escuchó su nombre a lo lejos con cierto tono de angustia y, a la vez, de temor. La persona que se atrevía a llamarla era la misma que le había hecho daño. Se giró en dirección a él, encontrándose con sus ojos por unos instantes. Sintió repulsión hacia si misma, no por lo que le haría a continuación, sino por la valentía que tenía para realizar tal acción.

«Muere».

- ¡Tornado divino!

Fue un ataque directo hacia pegaso, quien recibió el daño sin siquiera haberse defendido.

- ¡Koga! - exclamó Soma.

No se dio cuenta que la santa se encontrá a justo detrás de él y, justo como su compañero, fue atacado sin piedad por Yuna.

Haruto y Edén corrieron en auxilio de sus compañeros sin saber que la fuerza de Yuna se incrementaba cada vez más. Intentaron detenerla entre los dos, pero no funcionó. La santa era mucho más poderosa que ellos.

- ¡Todos, detrás de mi! - ordenó Kiki - ¡Muro de cristal!

Yuna se abalanzó sobre el grupo y golpeó el muro de cristal una y otra vez, hasta causarle un grieta bastante amplia. Al ver esto, Kiki y las druidas comenzaron a preocuparse. Nunca jamás se había visto a un caballero de bronce atinar golpes de tal magnitud.

- No... Detente - Kyoto alzó su mano hacia donde se encontraban sus compañeros, intentando llegar a ellos para poder salvarlos.

En ese momento, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. La mayor parte de su cosmos se había ido y lo poco que le quedaba de fuerza no era suficiente para levantarla del suelo. Apretó sus puños en el suelo, sintiéndose culpable por no ser tan fuerte como quería.

- ¿Por qué tiene que terminar así? - se preguntó - ¿Por qué siempre que intento proteger algo... Termino perdiendolo?

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- No creo poder resistir más - expresó Dandan.

- No digas tonterías. Tenemos que impedir que esa loca nos mate - reprimió Meirong.

Las druidas en cierto momento decidieron ayudar a Kiki colocando un sinnúmero de talismanes en el muro de cristal, los cuales fueron tocando con el báculo de Meirong antes de activarlos con un movimiento de manos especial. De esa forma, la resistencia y densidad de este aumentarían el tiempo necesario para escapar.

- Hermana, ya no aguanto.

- Vamos, Dandan. Aún no puedes darte darte por... - Meirong captó de pronto una presencia que ya le era conocida. La había sentido en su primera batalla como Haku, cuando la aldea fue atacada - I-Imposible...

- ¿Qué sucede? - preguntó Kiki al darse cuenta su reacción.

- Esta energía... - Meirong giró su vista hacia Kyoto y la divisó de pie, en una posición completamente estática. Esto la alarmó aún más - ¡Prepárense para el impacto! - ordenó casi al instante.

Al principio, Kiki y Dandan no entendieron el por qué de las palabras de la druida. Aún así, ambos decidieron obedecer sin vacilar.

- Vamos, salgan de ahí - dijo Yuna en tono burlesco mientras seguía golpeado el muro.

Saint Seiya Omega: El legado de SayakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora