«No confíes en nadie...»
Aquellas eran las únicas palabras presentes en la cabeza de Meirong. Ciertamente, había decidido hacer caso omiso de ellas durante la misión, pero el giro inesperado de los hechos la obligó a recordarlas una y otra vez.
Hacía tiempo que no veía santos de Athena desde su última visita al Santuario. En el pasado, sus padres la llevaban constantemente a aquel majestuoso lugar. Recordaba vagamente las reuniones que sus padres mantenían con Athena y el Patriarca sobre asuntos que, a su corta edad, aún no comprendía del todo. Cierto día, sus padres partieron de la aldea en una misión de rescate. El objetivo: impedir que Saturno destruya la Tierra. La pequeña druida espero por varios meses frente a la puerta principal de su hogar, ansiosa de recibir a sus progenitores con un cálido abrazo. O eso era lo que esperaba. Una fatídica noche llegó a la aldea un mensajero desde el Santuario. En ese instante, todo se derrumbó. La carta que le había entregado la destrozó.
«Querida hija:
No sabemos cuanto tiempo nos queda, pero estamos seguros de que cuando recibas esta carta, nosotros ya no seremos capaces de regresar.
El ejército de Saturno ha dado con la ubicación de nuestro escuadrón y ahora mismo hay miles y miles de saturnianos allá afuera. Los gritos de muestro compañeros que van cayendo poco a poco nos mortifican a tu padre y a mi. Queremos ir a ayudar, pero me temo que nuestro deber no esta en el campo de batalla.
Presta mucha atención a lo que te voy a pedir, Meirong. Dentro de poco el ejército de Saturno habrá alcanzado el lugar en donde nos refugiamos tu padre y yo. Él está haciendo todo lo posible para mantener la barrera que nos protege del enemigo, pero ya no le quedan fuerzas. Está muy débil y no ha dormido en días desde que regresamos de Cronia. Logramos sellar a las diosas del tiempo en los zafiros chronos que creó tu padre, pero me temo que desatamos un mal mayor.
¿Recuerdas la historia de la diosa fantasma? Es real. Ella está viva y ahora quiere adueñarse de la Tierra. No se cómo la vamos a detener, pero si se de alguien que podría hacerlo. Entre los santos de Athena hay una joven guerrera que lleva dentro suyo a un contenedor del alpha como nosotras. Ella podría ser la única esperanza que tenemos de salvar nuestro mundo. Por favor, una vez que te hayas convertido en la Haku del clan asegurate de protegerla de Saturno. Si el alpha cae en manos enemigas, la Tierra estará condenada a la destrucción.
Se que esto será muy duro para ti, pero no tienes de qué preocuparte. Nosotros siempre estaremos contigo.
Te amamos hija».
Después del funeral, Meirong jamás regresó a su hogar. Los miembros del consejo decidieron prepararla para que tomará el lugar de su padre lo más pronto posible. Una vez que asumió el cargo de Haku, la joven decidió cortar lazos con el Santuario, con Athena y con todos y cada uno de sus caballeros. Intentó convenserce a sí misma de que era por el bien de todos. Pero en realidad la única razón por la que se había separado de Athena era porque le guardaba un gran rencor. «Es solo una diosa cobarde» se repetía constantemente.
A partir de entonces la situación marchó bien tanto para la gente de la aldea como para ella. Incluso se dio el lujo de olvidar todo lo relacionado a al Santuario, ya que consideraba que no volvería a saber de ellos.
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Saint Seiya Omega: El legado de Sayaka
FanficEsta es una historia que tiene lugar después de la batalla contra Palas y Saturno, teniendo como uno de los personajes centrales al caballero de la constelación de paloma. Después de viajar a distintas partes del mundo con Eden, Koga regresa al San...