¿Podemos ir a Bailar?

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La cita debería haber durado hasta las cinco o seis de la tarde pero apenas daban las dos y cuarto y ya había terminado. La pareja de novios trataba de consolarse pensando en que las cosas no siempre salen como se planea, lo cual era cierto, no había forma de haber predicho lo de la vieja del cine ni que se encontrarían con sus compañeros del futbol. Ir a pasar el resto de la tarde en la casa de Saúl no sonaba nada mal pero no podían dejar de sentirse decepcionados.

A quien más le afectaba la situación era a Alex, había tenido que pasar por todo ese entrenamiento al que le sometió Verónica, todas las tardes que había pasado en el cuarto de su hermana aprendiendo a maquillarse, los regaños cuando su comportamiento era demasiado masculino para una chica y las malas experiencias que sufrió las tres veces que le obligo a salir a la calle con vestido. Se suponía que este día todo ese esfuerzo se vería recompensado al poder pasar un tiempo romántico con Saúl, pero que casi le descubrieran le quito las ganas de seguir esto en algún otro sitio así como las ganas de intentar algo como esto de nuevo.

Se dirigían a la parada de autobuses cogidos de las manos, sin decir palabras, Alex con un rostro muy serio que miraba al piso y Saúl pensando en la forma de disculparse, después de todo esto de la cita fue idea suya así que se sentía responsable de que todo saliera mal. No quería que esa fuera su última cita, tenía que decir algo o hacer algo para que olvidara aquellos dos malos momentos y sobresaltar lo bien que lo pasaron andando juntos.

-Sabes, con esa cara tan seria te ves muy guapo -Saúl vio que Alex sonrió con ese comentario, eso era bueno, quizá si habría una segunda cita.

-Bobo -Saúl era un bobo, Alex estaba seguro de eso, como amaba que fuera así, amaba su boba sonrisa y esa mirada tierna, no lo podía negar le gustó mucho salir con él, a pesar de los malos momentos.

-Esa vieja parecía loca ¿no? -Tal vez si volvía lo ocurrido en un chiste, Alex, no le daría mucha importancia, parecía funcionar pues la pequeña sonrisa de antes ahora era más amplia.

-Sí, ¿te imaginas como será con su hija? -El brazo izquierdo de Alex rodeaba el brazo derecho de Saúl, se apegó tanto como pudo a su novio, era agradable sentir su cuerpo tan cerca.

-La debe haber controlado tanto que se ha deber vuelto una monja -Miro el brillo en los ojos de Alex, esos ojos color miel, lucían muy distintos a cómo eran normalmente, y al mismo tiempo no dejaban de ser los ojos que tanto quería, ¿Ese brillo era porque estaban juntos? Reían mientras imaginaban las prohibiciones que la vieja les habría puesto a sus hijos mientras crecían, Saúl soltó una carcajada cuando sugirió que a la hija monja le obligaba a usar cinturón de castidad metálico como en la edad media.

Alex tenía que ser sincero, después de esto no volvería a usar vestido o pasaría mucho tiempo para que le volvieran a convencer de nuevo, así que debía terminar la cita de un modo mejor que ir a la casa de Saúl a pasar la tarde, se le ocurrió algo aunque no era muy de su agrado pues no le gustaba bailar y menos en público, pero confiaba en que su disfraz lograría mantener oculta su identidad y así soportar mejor un posible ridículo público.

-Saúl, ¿recuerdas que Verónica nos dijo sobre una discoteca cercana?

-Sí.

-¿Te gustaría que vayamos para allá?

-Pero a ti no te gusta bailar.

-¿Quieres ir o no? - Esto lo pregunto en tono que denotaba incomodidad, ¿No entendía Saúl que lo estaba haciendo para pasar tiempo con él?

-Claro que si -A la final no había tenido que convencer a Alex, pero no le debía estar resultando fácil, había que aprovechar antes que se arrepintiera.

No les costó mucho averiguar la dirección de la discoteca, eran como unos quince minutos de caminata. En el camino se detuvieron a comer en un carrito de comida rápida, había que reponer las fuerzas para el baile. Se sentaron en unos bancos que el dueño del carrito había dispuesto para su clientela. Saúl le pareció curioso el modo en que Alex se había sentado, juntas las piernas hasta las rodillas pero de ahí para abajo un tanto separadas y las puntas de sus pies formando una flecha.

-Pervertido -fue lo que le dijo Alex a Saúl cuando se percató que le estaba mirando las piernas, pero al decirlo sonreía ¿le gustaba que Saúl admirara sus piernas?

Se llevó una papa frita a la boca de la cual sólo comió la mitad y la otra mitad se la dio en la boca a Saúl quien la aceptó gustoso, acto seguido le dio un beso en la mejilla, beso que también acepto con gusto.

Terminaron de comer, se sentían listos para ir a bailar, su cita ya había sido interrumpida dos veces pero se sentían confiados de que todo iría bien, ¿que más les podía pasar?


Alex y SaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora