Capitulo 23

79 10 0
                                    

—Sólo dos semanas más, pequeña, solo dos semanas. —Sonrió y dió palmaditas en mi cabeza cómo si de un perro se tratase,  bufé y sacudi mi cabeza para alejar su mano.
—Cuando todo termine, supongo que serás una buena mascota. Si es que no mueres. — Solto una carcajada y salió de la habitación.
Gruñi, y jale de las cadenas, no podía quedarme aquí con ese lunático, tengo que salir, debe haber una forma de salir.
***
Dos dias después trajeron a Isaac a la misma habitación que yo, se veía hasta más débil que yo, sus ojos se veían opacos y los adornaban grandes ojeras. Le pusieron cadenas en las muñecas y lo dejaron colgando en frente de mi.
Intente nuevamente tirar de las cadenas pero obtuve el mismo resultado; nada. Bufé, ¿Que más puedo hacer? En el cuarto no había ventanas y aunque la puerta sea de chapa y fácil de derribar aún hay cientos de guardias afuera sin contar que aun no podía zafarme de las cadenas.
Miré a Isaac, su cabeza estaba apoyada en su brazo y sus ojos estaban cerrados, su pecho subía y bajaba lentamente, parecia demasiado tranquilo.
La puerta se abrió mostrando al mismo lunático que venía a vernos a cada hora. Él caminó hasta Isaac, en un reflejo quize pararme para evitar que llegue hasta Isaac pero las cadenas me lo evitaron, él me sonrió y siguió por despertar a Isaac, sus ojos pasaron de mi a él.
—Que bién que despiertas, niño. —Soltó una pequeña risa y otra vez un gruñido escapó de mi garganta. —Veo que tu perrita quiere defenderte. —Susurró
—¿No és cierto, Renata? —volteó a mirarme —¿Lo sientes? ¿Sientes ese profundo deseo por protegerlo? ¿Sientes cómo inexplicablemente estás empezando a quererlo? —Cuando su cara estubo a centimetros de la mía hice lo que había querido hacer desde hace dos días, le escupí, le escupí en la cara. Una sonrisa se dibujo en mi rostro pero en el suyo sólo hubo furia y entonces fué cuando su mano impacto contra mi mejilla.
—¡No! — La voz de Isaac sonó ronca y empezó a forcejear tratando de liberarce de las cadenas, pero en lo único que pude concentrarme fué en su voz y en cómo mi corazón golpeó mi pecho en cuanto la escuche, desde que lo encerraron aquí no había dicho ni una solá palabra.
—Veo que tu también lo sientes ¿no, Isaac? —Se acerco nuevamente a él y lo tomó del cuello estapandolo contra la pared. —¿Te sientes débil? Acostumbrate, te sentiras así por más tiempo. Dejarás de ser un vampiro.
—Pudrete.
—Que lástima que el cambió no te matará. —Ví cómo pasaba su mano por su cara y salía de la habitación, me quedé mirando la puerta.
—¿Ren? —Me giré a verlo —¿Estás bién?
P. D. V de Isaac
Ella asintió con la cabeza y apoyo su espalda contra la pared. Suspire y jale mi mano para intentar romper la cadena, pero nada.
—Es inútil, ya lo he intentado, varias veces.
—Pero yo no, no podemos rendirnos Renata. —Seguí jalando de las cadenas gastando la poca energía que me quedaba, sentía un horrible dolor de cabeza que aumentaba cada vez más por el ruido de las cadenas.
—¡¿Y que más podemos hacer?!  ¡Hay miles de guardias custodiandonos, No hay ventanas por las cuales escapar! ¡Las cadenas son imposibles de romper! —Y cómo si no hubiera pasado dos días sin comer algo mis fuerzas volvieron y jale con más fuerzas de las cadenas, me sentía desesperado por romperlas. Me sentía desesperado por ir a abrazarla y mas cuando sus ojos se cristalizaron, quería abrazarla, decirle que todo estaría bién que saldríamos, que no tenía nada porque preocuparse. Tal vez estaría mintiendo pero al menos lograría calmarla.

Segunda Oportunidad.  ||BORRADOR||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora