—Dark, ¿me puedes escuchar? —dijo una voz. Una voz que se distorcionaba y desaparecia de vez en cuando. La voz repetía la misma oración una y otra vez pero el ángel oscuro aún no recobraba el sentido como para analizar las palabras.
Después de algunos minutos, Pittoo de manera automática se llevo la mano a la cabeza y se asutó un poco con lo que sintió. Mojado pero algo espeso y caliente. Sangre.
Un fuerte golpe en la cabeza.
—Auch —reaccionó simplemente el ángel oscuro.
—¡Tranquilo Pittoo! No te toques ahí —dijo la voz al mismo tiempo que la persona tomaba la muñeca de Dark Pit y cuidadosamente la colocara de nuevo en el pecho de este.
Pittoo pudo entonces ver de quién se trataba, pero lo sospechaba desde un principio. Claro que era Pit, nadie se preocupaba así como lo hacía su amante.
—¿Pero qué me pasó?
—¿No lo recuerdas? —preguntó el castaño preocupado.
—Tengo una idea pero... no quiero admitirlo —dijo mientras que comenzó a respirar de nuevo.
El ángel blanco se arrimó más hacia la cama donde estaba el otro y miró hacia el suelo, lenguaje corporal para indicar que tiene que explicar algo que no quiere.
—Atenea tenía razón, te están controlando Pittoo.
—No —dijo rápidamente—. No puede ser, yo peleo con todas mis fuerzas contra eso. No hay manera que... —pero Dark fue interrumpido.
—Pittoo atacaste a Viridi y a la señorita Palutena con tus puños —dijo Pit quien parecía a punto de estallar en lágrimas—. Se suponía que ibas a llegar aquí tranquilamente pero llegaste inconsiente.
El de ojos rubí solo pudo observar a su contraparte, pues no sabía que responder.
—Tengo tanto miedo que te pase algo malo —murmuraba el castaño con labios temblorosos—. Porfavor ignora a tu ego y déjate ayudar. Déjame ayudarte.
—Pit estoy bien —alzó la voz el oscuro como explicándole algo obvio—. ¿Dónde estoy?
Pit lo miró a los ojos, sin contestarle nada pero Dark recibió su respuesta.
—Pit, no.
Y ahora Pit miró hacia otro lado, y sus manos se buscaron entre ellas para así tomarse de manera tímida.
—¡No por favor, Pit! ¡No puedes..!
—Pittoo cállete.
Y con eso, el ángel oscuro obedeció inmediatamete. Era tan extraño ver a un Pit molesto, daba miedo.
—Solo estoy aquí para ver que estabas bien —continuó el castaño—. Me diste el susto de mi vida, no me hagas esto más díficil que solo lo hago por que te quiero.
—¡Nada de esto es mi culpa!
—La culpa es de Eris, Pittoo. Pero mientras tú estés a su alcance eres prácticamente su esclavo.
—No me digas eso, que siempre has sido tú la marioneta —rió sarcasticamente el ángel oscuro.
—Hablo enserio —dijo Pit.
—¿Crees que yo no? —contestó Pittoo.
Se miraron mutuamente, se miraron con odio. Una pelea entre polos opuestos.
—Atenea solo me odia y ya, esta es una estúpida idea. ¡No pueden encerrarme! —exclamó el ángel de la oscuridad y se levantó de la cama.
—¿Tienes una mejor?
—Sí.
—No Pittoo, no la tienes —dijo el ángel de la luz mientras empujaba a su contraparte de nuevo en la cama—. Tu plan de no dejarse controlar no está saliendo como lo planeado, ¿verdad?
—Pit eres un...
Intento maldecir Dark pero vió Pit salir de la habitación y cerrar la celda detrás de él.
—¿¡Confías más en esa diosa que ni siquiera conoces que a mí? —preguntó Pittoo arrimando la almohada y levantándose bruscamente —¡Regresa que no he terminado contigo! —le gritó y corrió hacia la salida sin poder atravesarla— ¡Te odio! ¿Me oíste? —gritó y gritó pero fue totalmente ignorado— ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te..!
Y al darse cuenta que se encontraba totalmente solo, perdió contra la gravedad y se dejó caer al suelo. Y aún tomado de las barras comenzó a llorar un poco en silencio.
Pit suspiró tristemente. Las cosas no tenían que ser así de complicadas, Pittoo no tenía que ponerse en riesgo y ser tan descuidado sabiendo que estaba prácticamente a disposición de Eris.
Tal vez la relación no era una buena. No era ni el momento ni el lugar para ese tipo de cosas y Pittoo... él no estaba listo. Pues el angelito blanco solo quería lo mejor para él y cuidarlo de la diosa del caos, pero sin embargo el culpó a Pit de confiar en Atenea más que en él.
Y eso sólo probaba algo para el castaño; Pittoo aún era como un adolescente o hasta un niño pequeño. Pit estaba tan decepcionado. ¿Una relación en secreto? ¿En qué estaba pensando?
Mientras caminaba hacia la puerta celestial que le había creado la diosa de la luz. Pit dejó sus pensamientos y decidió concentrase en lo que estaba al frente suyo.
La humedad y la brisa tan característico del océano se sintieron rápidamente, y el ángel aprovechó las ráfagas de aire para tomar vuelo y dejar que la diosa impulsará sus alas con su poder.
—¿Cuál es la misión de hoy? —preguntó seriamente el chico alado.
—Debemos ayudar a Poseidón —informó la deidad de cabello verde—. Verás, de alguna manera los Segadores del Caos han logrado entrar y atacar el reino de los Océano.
—¿Cómo? ¿Lo ayudáremos salir de su propio reino?
—Así es —asintió la diosa —. Cuando estés a su lado invocaré el carruaje con ayuda de Viridi.
Pit miró hacia el cuerpo de agua más grande del mundo con angustia. Se imaginó lo peor, ¡no hay manera que podría aguantar en aliento por tanto tiempo!
—Señorita Palutena...
Ella murmuró un sonido dándole la señal que lo oía. Pero no le dijo nada en realidad.
—No podré respirar —dijo el ángel explicándose a su diosa— ¿No será posible que el señor Poseidón podría abrir las aguas por mí?
—Lo lamento pero la única vez que me he podido comunicarme con él fue su señal de auxilio —respondió Palutena —. Pero no hay de que preocuparse. Ya traje ayuda.
Pit confundido decidió no preguntarle y seguirle la corriente a su plan. Fue cuándo vio a una bella chica en el agua saludándole con el brazo, y a su lado un bello delfín.
Palutena acercó a Pit con sus poderes de vuelo, haciendo que el chico tocará el agua fría del océano.
—Pit, ella es una ninfa marina —presentó la diosa de la luz —. Ella es nuestra única manera de llegar al Templo del agua. Espero que no te moleste.
—¿Por qué me molestaría? —preguntó Pit.
—Omitamos las introducciones —dijo la chica de cabello negro y ojos azules —. No nos queda mucho tiempo.
—Sí, por su puesto —respondió Palutena.
—Esperen un momento —interrumpió el alado —, ¿cómo me ayudará?
—Te pasará el oxígeno por tus...
—Labios —terminó la oración la chica marina, mientras que el delfín hacía unos sonidos emocionados —. Tenemos que besarnos.
—¡Alto, ¿qué?! —gritó el castaño nervioso. Y en ese momento, Palutena desactivó totalmente el don del vuelo haciendo que Pit cayera al agua —. Por favor, yo no sabía nada de esto —dijo mientras escupía el agua salada de su boca y comenzaba a nadar.
—Yo tampoco quería que mi primer beso fuera con un extraño —dijo la ninfa—. Pero tenemos que salvar a mi padre antes que sea demasiado tarde —mencionó y se acercó nadando—. Pudo ser peor, al menos eres un ángel.
Pit pudo abrir la boca pero no pudo decir ni una sílaba cuando sintió la mano de la chica en su nariz tapándole la respiración para luego inflar su cachetes y juntar sus labios.
El ángel estaba tan confuso como molesto con intención de interrumpir el beso cuando sintió la otra mano de la ninfa en su hombro empujándolo dentro del agua.
Pit abrió los ojos y sintió el frío océano envolverlo totalmente, y después de unos segundos la chica de cabello negro se apartó.
— Listo— le dijo mientras producía burbujas salir de su boca—. ¿Puedes escucharme? —le preguntó.
Pit asintió rápidamente.
—Bien, entonces intenta hablar —le pidió la chica.
Pit dijo un "oh" impresionado de poder hablar y no ahogarse y veía las burbujas salir de su boca.
—Asombroso —dijo el castaño con una enorme sonrisa—. No lo puedo creer, ¡estoy hablando! ¡Estoy hablando bajo el agua! —y tanto sus alas como sus brazos se agitaron para impulsarse un poco al nadar.
—Entonces ya que estás listo, ¿podemos ir a rescatar a mi padre? —preguntó ella sacándole las ganas de explorar su nueva habilidad —. Él es mi delfín, él es la criatura más rápida que conozco; nos llevará al palacio —dijo y tomó con su mano la aleta de arriba suavemente del animal—. Tú toma agarre del otro lado.
Pit no dijo nada para concentrarse en hacerlo. Y con ello, el delfín fue disparado hacia el Templo del agua.
El paisaje era toda una maravilla, se podía observar corales y hermosos animales marinos que brillaban con la luz del sol. Se podía observar pequeños y grandes peces estar en armonía. Toda una pintura.
—¿Ves Pit? El beso no fue tan malo —dijo la diosa de la luz atraves de la telepatía—. Besaste a una ninfa, no sabes lo suertudo que eres —decía la Palutena riendo.
—Señorita Palutena...
—Fue sólo un beso —interrumpió la chica marina —. No tiene que significar nada —dijo la chica mientras acomodaba su corona de oro en su cabeza, dándoles la indicación a él y a la diosa que ella también oía.
Pasaron unos segundos para que se observará el majestuoso palacio de Poseidón y los bichos del caos que lo atacaban. El delfín paró ahí y se fue sin los otros dos en busca de una entrada al palacio.
El ángel sacó entonces su arco y comenzó a disparar a los primeros que vio. Estos se dieron la vuelta pero lo ignoraron para poder continuar con su misión.
—Ángel —le dijo la chica —. Tú entra en el palacio y saca a mi padre de aquí. Yo y mis hermanos nos encargaremos de cubrirles.
—¿Pero podrán con ellos? —preguntó Pit.
—Tranquilo —le respondió la ninfa—. Nosotros podemos cuidarnos solos. Tú eres el único que puede sacarle del mar y ponerlo a salvo de las criaturas.
Y con eso, el ángel siguió el plan buscando al delfín, nadando lo más rápido que sus extremidades le permitían. Algunas criaturas al estar junto a él intentaron herirlo pero el respondía con un flechazo veloz.
Y con mucha suerte encontró a quién buscaba junto algunas algas hasta el suelo del mar, y con algo de detenimiento pudo ver que entre las plantas se encontraba una ventana.
Pit, con un seguro golpe, rompió el vidrio con su arma y pasó rápidamente. El delfín le siguió, y ya dentro buscaron al dios de las aguas. Dentro habían sirenas y tritones armados, quienes los veían con alegría.
—¿Dónde está el señor Poseidón? —preguntó el alado.
—Síganme —contestó un tritón con un casco enorme—. Rápido, no sé cuanto más podremos resistir.
El delfín rechinó y miró a Pit a los ojos, pudiéndole que tomara de su aleta y que dejara que lo llevara. Este no lo pensó mucho y así lo hizo.
No tardaron mucho cuando lo vieron, el dios de las aguas. Azul y barbudo, con un aspecto de un hombre amargado pero sabio. Moviendo su tridente de un lado a otro pero no se veía lo que hacía para nada.
—Ah —dijo él al verlos—. Ya has llegado.
—Señor Poseidón —saludó Palutena apurada —. Tiene que ayudarnos para poder sacarle de aquí.
—¿Sacarme? —preguntó el barbudo molesto — ¡¿Piensa que voy a escapar mientras mi reino es destruido?!
—Por favor le ruego que entienda que si no sale —intentó explicarse la diosa de la luz pero no sabía cómo decirle lo obvio sin lastimarle u ofenderle.
—Padre —empezó a decir el tritón al lado de Pit —. Es lo mejor.
El dios suspiró y dejó caer sus hombros en definitiva tristeza. Sus ojos lastimados y su respiración decía un pequeño "de acuerdo".
—Necesitamos que saqué el agua de al menos esta habitación y separe las aguas —pidió la diosa de cabello verde—. Para que pueda teletransportar el carruaje aquí.
—Bien si así tiene que... —dijo y miró al delfín para darle una pequeña palmada en la cabeza y luego llevar su mirada a los ojos azules del angelito—ser —terminó su oración finalmente.
Y dejando los otros a su espalda, levantó su cetro, y con una gran fuerza empujó al tritón y al delfín fuera del cuarto del trono, cerrando unas gran puertas en forma de caparazón.
Para luego hacer que el nivel del agua bajará poco a poco ahí mismo. Pit sintió la falta del hidrógeno en su circulación y le costó respirar, pero poco a poco se volvió acostumbrar.
Y con un gran movimiento de brazos, el dios barbudo separó las aguas, ocasionando un pequeño terremoto en el océano.
—Muy bien —dijo la diosa—. Es hora Pit.
Y de la nada, apareció entré centellas de luces un bello carruaje, impulsado por los unicornios. El ángel subió y tomó las riendas, observó cómo el dios subía y dió un pequeño golpe para indicar que era hora de moverse.
Los unicornios se impulsaron contra las paredes del palacio y rompieron este, así viendo él océano partido a la mitad.
—¡Agárrese fuerte señor Poseidón! —pidió el castaño. Cuando saltó un Segador del caos encima de ellos y con su cola atravesó un ala blanca del capitán.
El chico gritó con dolor e intentó atacarlo con una mano mientras la otra sostenía a los caballos místicos. Pero no tuvo que hacerlo pues algo le acató por él.
Una flecha de oscuridad le atravesó la cabeza y lo mató ahí mismo. Haciendo que la criatura cayera hacía el fondo del océano sin agua.
—¡Pittoo! —gritó el castaño al ver a su contraparte.
—¿Qué es esto? ¿Un ángel oscuro? —preguntó el dios azul.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo saliste de..? —preguntaba el ángel con un ala lastimada furioso, mientras paraba la carroza y disparaba algunas criaturas con intención de atacar.
—¡Escúchame por favor! —le respondió Dark —¡Déjame ayudar! ¡Déjame probarles que puedo estar fuera sin que me controlen! —decía mientras volaba con una energía oscura en sus alas.
—¿Qué está pasando aquí? —decía Poseidón quien movía su cetro para crear olas y empujar a las criaturas lejos.
—Es una historia larga —explicó la diosa de la luz—. Pittoo no deberías estar aquí.
—Hmm —murmuró el al escuchar a Palutena y acercó lentamente volando a su contraparte—. Se los mostraré.
—Espera un momento, ¿cómo estás volando? —preguntó Pit asustado.
—¡Es verdad! —se dió cuenta también la diosa.
—No importa.
—¡Sí importa! —gritó el castaño y le apuntó con una flecha — ¿¡Cómo estás volando!? —preguntó de nuevo.
—Pit —dijo el de ojos rubí sin creer lo que hacía su contraparte —¡Bien! No me creas.
Y con ello el ángel oscuro fue volando hacía las criaturas con cola de escarabajo y las asesinaba a su paso violentamente. Su contraparte no sabía que hacer.
—¡Debemos irnos chico! —gritó el dios barbudo, quién cerraba las aguas poco a poco.
—¡Espere, no lo haga señor Poseidón! —suplicó Pit, mientras veía el océano cerrase y su amante con él.
—¡Lo siento pero...! —dijo pero sólo vio como el capitán saltaba del carruaje, haciendo que los unicornios entraran en pánico— ¡Ángel regresa! ¡No sé como controlarlos!
Y así el carruaje siguió su curso a la velocidad de la luz dejando a los dos Pits ser arrastrados hacia las profundidades.
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✧Lα ρυєятα нαcια Táятαяσ {Pιт χ Dαяк Pιт} ✧
FanfictionEl amor. Es hermoso, llega cuando menos te lo esperas. Al principio no lo aceptas, pero cuando lo haces, el universo se encargará que nunca lo consigas. Te llagaran montones de sentimientos; aveces te controlan, aveces te traicionan y no puede...