✧Cαρíтυℓσ 14: Sєитιмιєитσѕ cσяяєѕρσи∂ι∂σѕ✧

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   Pit se estaba molestando demasiado, con la urgencia de encontrar a Phosphora y de que apareciera un segador nuevo cada minuto y no eran para nada fáciles de matar.
   Les disparó a todos los que vio, decidido a no dejar a ni uno de ellos con vida y dejarles a los demás seguir buscando a la chica eléctrica.
Los ángeles y la diosa de la luz cubrían a la diosa de la naturaleza y la de la sabiduría quienes estaban intentando liberar a Phos.
Parecía una eternidad en la cabeza del castaño, disparar a uno no era complicado por que había bastantes, pero de igual forma matarlos era casi imposible.
—¡Phosphora! —lloraba Viridi que por fin habían encontrado a la llamada—. ¡Phosphora, despierta por favor!
—¡Ya estoy harta! —gritó Atenea e inmediatamente clavó su cetro contra el suelo y una gran explosión salió de este, afectando solamente a las criaturas del caos. Cuando parecía que el campo estaba libre de enemigos rodó sus ojos hacia su cabeza para desmayarse. Palutena la cachó entre sus brazos antes de que topara contra el suelo.
Todos buscaron con la mirada a Viridi y a la otra rubia, y recibieron una escena que les rompió el corazón. La diosa abrazaba a Phos quien no se movía.
—Su alma no se la llevó una de esas criaturas, pero... —lloraba la diosa bajita— Su alma se fue al inframundo.
—¿Qué? —balbuceó Pit—. ¿Phos murió?
Viridi nunca dejo de mirar a la comandante de su ejército, pero respondió la pregunta de alado blanco asintiendo lentamente la cabeza.
Pit, sin pensárselo mucho, se acerco a la diosa y se arrodilló a su lado decidiendo consolarla. Tragó saliva y respiró hondo como un millón de veces esperando tranquilizarse. Para su mala suerte empezó a temblar, y sus labios no dejaban de titiritar. Había comenzado a llorar.
Atenea recobraba poco a poco la conciencia y se paraba con ayuda de Palutena, mientras que el ángel oscuro miraba a Viridi sin apartar la vista.
—Ya... —empezó Viridi, todos callados para escucharla— Ya hemos perdido a uno de mis comandantes. ¿Así será? ¿Moriremos uno por uno?
—No hay que perder esperanza —propuso la diosa de la luz, quién colocó su mano en el hombro de su angelito—. "Si nosotros perdemos la cabeza, todo se perderá".
Viridi le sonríe.
—Es cierto —contesta la diosa de la naturaleza.
—Pero yo ya perdí la cabeza —susurró Pittoo para si mismo.
—¿Disculpa? —le preguntó Viridi al ángel oscuro.
—Nada, olvídalo.
Todos se quedaron en silencio unos segundos hasta que Viridi les devolvió a la realidad.
—¡Ahora mi Templo está hecho pedazos!
—Yo ofrezco mi Reino para que se recuperen los días que necesiten —insistió Palutena.
La diosa de la naturaleza agradeció con la mirada para luego llamar a Arlon quién no se encontraba con ellos.
En seguida él apareció.
—Aquí estoy.
—¿Se puede saber dónde rayos estabas? —le gritó Viridi.
El anciano levanto el brazo para revelarles que tenía 2 Choas Kins tomados de la cola y estos estaban vivos y rabiosos.

   —¿Cómo que también se resguardan humanos aquí? —gritó la diosa rubia indignada— ¡De ninguna manera voy a estar resguardándome aquí sabiendo que ellos están vivos!   —¡Vamos, Viridi! —le regañó Palutena convenciendo a esta de mala gana

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—¿Cómo que también se resguardan humanos aquí? —gritó la diosa rubia indignada— ¡De ninguna manera voy a estar resguardándome aquí sabiendo que ellos están vivos!
—¡Vamos, Viridi! —le regañó Palutena convenciendo a esta de mala gana.
—¿Cómo están los mortales, señorita Palutena? —preguntó Pit, ya que estaban en el tema.
—Están muy bien Pit —se giró hacía él para responderle—. Están siendo atendidos por icarios y también los estamos calmando.
—¡Ya no puedo escuchar más! —se quejó Viridi y seguidamente salió del templo principal.
—Tú también debes ir a recuperarte —aconsejó la diosa peli-verde a su capitán.
—Pero, pero...
—Sin peros —le interrumpió mientras lo acariciaba como niño pequeño—. Te necesito con todas tus fuerzas para las batallas que se aproximan.
Pit asintió y se retiró.
El castaño realmente se estaba estresando. Estaba en las aguas termales al punto de la explosión de la angustia. Respiraba profundo, se hundía en el agua pero no lograba relajarse.
Fue cuando otro pensamiento recorrió su cabeza, ¿y Dark Pit? ¿Estaba bien? ¿Lo que le pasó en la batalla es normal para él? ¿Pittoo se estaba volviendo loco?
No sólo cosas malas le pasaban al ángel oscuro, sino que también se comportaba extraño últimamente y solo con Pit. Con nadie más. ¿Eso es malo?
El de ojos azules se cubrió la cara con las manos, pues se estaba mareando de tanto preocuparse, la cara se sentía tan caliente.
¿Es fiebre? No. No era fiebre.
Pensar en Dark lo ponía nervioso, pero ¿por qué? Así no era antes. Pero tenía ganas de estar con él, mirarlo a los ojos, escuchar su voz y sentir su presencia.
Harto de revolverse en cosas que no sabía salió de las termas y decidió ir por un poco de aire.
Caminando por los pasillos vio a Viridi de reojo y la escuchó hablar.
—Solo llévate a Phosphora de aquí.
El ángel respiró hondo intentando quitar los recuerdos que estaban volviendo y salió tan rápido como pudo para ver al ángel de alas oscuras sentando sobre una piedra viendo el cielo nocturno.
—¿Pittoo?  —le llamó su contraparte— ¿Quieres hablar?
—No ahora, Pit.
Ignorándolo, se sentó a su lado de todos modos.
—Ugh —se quejó Dark.
—¡No me has dejado de preocupar! —le gritó, y Pittoo ni se volteó— De esos gritos que haces, parece que estás soñando despierto.
—Más bien teniendo una pesadilla —balbució.
—Pittoo por favor, dime —suplicó el de alas blancas—. Solo he estado pensando en ti.
Al escuchar esa oración los ojos rubís se quedaron en blanco.
—¿En serio?
—Sí, has estado extraño y muy raro. Casi puedo decir que estás loco, pero sé que tienes algo y que necesitas ayuda. Y tú me has ayudado tanto que te quiero devolver el favor. Así que, por favor.
Pittoo suspiró
—Mejor no, Pit. Es una mala idea.
Pit, no satisfecho con su respuesta, decidió contarle todo lo que el opinaba.
—¡Deja de ser tan cerrado conmigo, que solo quiero ayudar! Es más, tú eres lo que más me importa ahora —reveló y continúo—. Me importas mucho Pittoo; contigo me siento más seguro, más feliz y más fuerte. Y siento...
El ángel oscuro por fin se giró al otro ángel y se arrimó cerca suyo.
—¿Qué sientes?
Fue entonces que su seguridad se fue volando por los aires, y las palabras se trababan en su boca.
–G-ganas de estar contigo, ¿sabes? Me gustaría estar más contigo y como q-que me pongo un poco nervioso cuando estoy a tu lado —tragó saliva y prosiguió—. No es malo, es como que el estómago se me revolviera, como si tuviera hambre.
La cara de Dark Pit se quedó anonadada. ¿Pit acaba de... declararse? Sus ojos se le iluminaron, y su corazón comenzó a latir a mil por hora. Su alma se le llenaba de felicidad con pensar en la posibilidad de que realmente Pit sentía lo mismo que él. Que sentía amor correspondido.
—¿Tienes hambre?
Pit asintió.
—¿Quieres probar algo?
En ese momento Pit se perdió, ¿tiene un chocolate o algo así?
—¿Probar algo?
No le contestó y solo se acercó más. El castaño no estaba seguro de lo que iba a pasar, pero confiaba en Pittoo así que no se alejó.
Sus ojos rojos brillaban como nunca lo habían hecho, y solo quería seguir mirándolos. En eso, sintió sus brazos alrededor de él.
Ahora sí se asustó, pero no podía moverse . Su cuerpo no respondía, solo dejaba al ángel oscuro proseguir. Y cuando ya estaba demasiado cerca... se erizó y cerró sus ojos. Entonces Pit sintió sus labios en los suyos.
  El castaño no sabía cómo explicarse a si mismo todos estos sentimientos, toda una nueva experiencia. Siempre imaginó que un beso sería algo asqueroso que solo los mayores locos hacían.
  Precioso el sentimiento, nervioso, feliz, amado, impresionado, y más y más palabras brotaban de su mente sin parar.
  ¿Cuál de todas es la palabra perfecta?
  ¿Cuál de todas estás palabras podría describir esto? Cuando la encontró.
Volando.
  Pit sentía unas lágrimas resbalando por sus rojas mejillas. Se sentía volando, cómo siempre soñó, cómo siempre quiso.
  Dark Pit se alejó un poco y se asustó al ver al de castaño soltar lágrimas.
  —¡Ay, no! Pit lo siento mucho, no debí...
  —Lo amé —susurró el de alas blancas—. Lo amé tanto —volvió a decir. Y abrazó a su contraparte fuertemente. El ángel oscuro correspondió al gesto confundido.
  —¿Entonces porque lloras, Pit?
  —Pittoo —decía mientras se apartaba un poco para ver los ojos del otro—. Por qué nunca he sido tan feliz en mi vida.
  Al escuchar estás palabras la más grandes de las sonrisas se pintaron en el rostro del ángel de cabello negro, tomó a Pit de la mano y le preguntó con mucha emoción.
  —¿Entonces tú me amas? ¿Me quieres de verdad? —decía Pittoo con esperanza.
  —Dark Pit, te amo.
  Inmediatamente se dieron otro apasionado beso, ambos llorando de alegría de que su amor fuera correspondido. Sus cabezas reproducían música; trompetas, arpas, voces angelicales gritando amor. Todo el mundo a su alrededor desapareció para convertir a estos dos tórtolos en el centro del universo.
  El saber del otro, se convertiría en su sabor favorito, sus almas se amarían sabiendo que estaban destinadas para estar juntas.
  Todavía más profundo, explorando, peleando, gimiendo, bailando. Juntos.
  El castaño envolvió sus brazos alrededor del cuello de Dark, mientras que este tomaba a Pit de una mejilla y rodeaba su cintura.
Se miraron a los ojos por un momento mientras cada uno daba una sonrisa. Y al mismo tiempo dijeron las siguientes palabras.
—No sé como explicar lo que sien-.
Al darse cuenta que decían las mismas cosas se detuvieron y se rieron avergonzados.
   —Tú primero, Pittoo —insistió el ángel castaño mientras se quitaba algunas de las lágrimas con la mano.
  Dark lo miró y suspiró, eligiendo las palabras en su mente. Pero estaba tranquilo ya que estaba dispuesto a sacar toda la verdad.
   —Lo que siento por ti, no sé cómo explicártelo. No sé cuando empecé, o dónde sucedió pero aquí está; en mi corazón— dijo y tomó la mano de Pit con la que había quitado la lágrima y se la colocó en el pecho.
   —Estaba tan confundido que... al principio pensé que se trataba de un embrujo —mencionó y se rió un poco de sus propias palabras—. Te amo, Pit. Hay algo en esa bondad que tienes que me vuelve loco.
  —¿Qué? —decía Pit mientras compartía las risas.
   —Me gustas por que eres cómo eres, ¿sabes? Simplemente quiero estar a tú lado por lo lindo que eres. Y de alguna manera u otra quiero darte el cariño que mereces, Pit.
—Okey, okey —dijo el ángel blanco mientras le ponía un dedo en los labios para silenciarlo—. Es muy raro escucharte hablar esas cosas, me gusta pero es muy... —no pudo terminar de hablar cuando su cara se volvió completamente rosa.
Dark solo se rió para sus adentros al ver la reacción de su contraparte.
—Creo que es mi turno —susurró Pit—. Pittoo, tú me gustas por que...
El ángel oscuro estaba impaciente, ansioso y emocionado a la vez. ¿Por qué Pit lo amaría? Todo este tiempo pensó que no habría manera de que pudiera corresponderle.
—Me gustas por que... ¿eres muy malo...?
...
El de ojos rubís se quedo perplejo, su alma se destrozo y su corazón calló de su pecho.
—¡No espera! ¡No era lo que intentaba decir! —gritó el comandante de la luz, con esperanza de enmendar su error— Lo siento, Pittoo. Soy el peor para las palabras y lo sabes.
Pittoo relajó sus alas tensas y decidió dejar al otro explicarse.
—Me refiero a que eres un rebelde y valiente, ¿sabes? Qué eres un chico solitario y confundido que busca su lugar en el mundo —decía y decía mientras que el otro intentaba comprenderlo—. ¡Y lo estás logrando! Eres increíble Pittoo, a eso me refería.
Dark suspiró y dió una pequeña sonrisa, Pit también es nuevo a todo esto, es normal que el angelito blanco esté un poco nervioso.
Pero fue cuando sintió los labios del castaño lanzarse sobre los suyos, supuso que Pit quería salvar el momento romántico. Ambos se les complicaba explicar lo que sentían, intentar poner el palabras lo que estaba pasando.
Pero ya saben, realmente nadie puede.
El beso duró minutos y minutos, ellos disfrutando el momento. Poco a poco se pegaban los cuerpos de los ángeles hasta que prácticamente Pit estaba sentado sobre el regazo de el oscuro. Hasta que necesitaron aire se separaron, y respiraban agotados.
—¿Y los demás? —preguntó de la nada el ángel de la luz.
—¿Eh? —murmuró Dark como respuesta.
—¿Qué pensará la señorita Palutena sobre esto? —aclaró Pit.
Dark se alejó y colocó nuevamente a Pit en la roca dónde estaban sentados y tomó sus manos con las suyas.
—Sobre eso —dijo un poco apenado—. Sería mejor si mantenemos esto como nuestro secreto.
—¡¿Qué?! ¿Por qué?
—No queremos que ella piense que nos importa más esto que la guerra, ¿no? Ahora mismo todos están asustados y estresados, por eso creo que no les haría nada bien enterarse —dijo el ángel de la oscuridad mientras se aclaraba la garganta—, por ahora.
Pit aún estaba un poco dudoso si era la mejor decisión. Era verdad, nadie estaba de humor para escuchar algo así. En especial luego de la muerte de Phosphora, de muchos dioses y mortales.
Tendría que estar concentrado en la pelea enfrente y de vengar a todos. Pero estos sentimientos que compartía con Pittoo eran tan maravillosos. ¡No podía simplemente ignorarlos! Un bello refugió de la pesadilla actual.
—¿Estás seguro Pittoo?
—Créeme, ahora no es el momento indicado. Por favor— dijo mientras tomaba a Pit de la barbilla delicadamente para que mirara a sus ojos—, prométeme que no le dirás a Palutena ni a nadie.
—Está bien, lo prometo.
Y con eso se dieron otro pequeño beso.

✧Lα ρυєятα нαcια Táятαяσ {Pιт χ Dαяк Pιт} ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora