Capítulo 18

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Linder:

Sorina está aterrada. Lo sé por los temblores que sacuden su cuerpo, por la mirada de pupilas dilatadas en el fondo de sus ojos y los jadeos que hacen que su pecho se eleve en bruscas inspiraciones. Me quedo ahí, colgado en el borde de un peñasco. Su mirada encuentra la mía.

— ¿Por qué estás haciendo esto? –cuestiona con vos ahogada.

Aparto el mechón rebelde que siempre se atraviesa en su rostro, mis dedos rozando la piel de su frente en un movimiento efímero, que basta para enviar descargas eléctricas y llamaradas de fuego en nuestras venas, se estremece de forma casi imperceptible, bate sus pestañas en gesto desesperado. A pesar de sentir todavía mis fuerzas medio mermadas contesto:

— Porque te conozco. Eres una mujer increíble, estás llena de fuerza y de valor, pero te estás dejando consumir, creyendo la mentira que inventaron Arella y Kurapika. Lo que pasó, fue una mierda, y a pesar de que la mayor responsabilidad fue mía, tú terminaste siendo la víctima, y ahora, solo tú puedes escoger, solo tú puedes salvarte, puedes elegir seguir como víctima, o levantarte como sobreviviente. Creo que solo necesitas una razón para pelear, para rebelarte a ellos, algo por lo que quieras o tengas que luchar.

Sus ojos vuelan a la piedra que ahora sostiene en sus manos.

— ¿Y crees que tú vida es ese algo?

Suena apagada, incrédula. Cierto, quizás fue un poco presuntuoso de mi parte, bastante presuntuoso si lo ponemos de frente, pero solo estaba pensando en que ella tenía que volver a luchar, la vida de Rina dependía de ello, no estaría más tiempo solo viéndola consumirse, y hacer el juramento, fue lo único que se me ocurrió.

— Es lo único que tengo a mano –respondí encogiéndome de hombros–, y es lo justo. Tú te sientes expuesta ante mí, avergonzada, yo también tengo unos cuantos esqueletos en el armario, cosas con las que nunca podré sentirme a gusto. Ahora puedes saber tanto de mí como yo de ti.

Ahora estaba literalmente en sus manos. Le había entregado mi verdadero nombre, y la mitad de mi alma. Para un fae, su nombre verdadero, es su misma esencia, Sorina podría ordenarme hacer cualquier cosa, incluso acabar con mi propia vida, y yo tendría que hacerlo, por otro lado, había hecho un juramento de lealtad a ella. La había escogido como mi dama, mi compañera, y había hecho los votos sagrados, si Sorina me aceptaba o no, eso estaba por verse, pero aunque ella no destruyera la esfera, desde ahora mi vida estaba ligada a la suya, el día que Rina muriera, yo también lo haría.

— Estás haciendo una apuesta muy alta –murmura quedamente

— La más alta –corrijo sin dudarlo.

Sorina:

El verde bosque de sus ojos, amenaza con absorberme, es tentador y difícil. ¿Será tan simple? ¿Será posible? Tan solo, confiar en él, olvidar el pasado. Salir adelante. Aceptar el vínculo establecido por la magia, y luego, ¿qué? ¿No pasó nada? ¿Arella, Kurapika solo serán un mal recuerdo, Linder me aceptará de vuelta y emprenderemos un futuro, juntos? Buena parte de mi, quiere acceder, rendirme a los impulsos y a aquello que creo distinguir en el fondo de su mirar, pero el miedo es más fuerte. Miedo a ser traicionada nuevamente, a entregarle todo y que lo deje caer, pero más que eso, es aterradora la idea de esperar un niño de Kurapika.

Antes le respondí en una bravata, pero la posibilidad no podía ser descartada del todo, y no podía, no quería calcular las consecuencias si resultara verdad. Entiendo que Linder tiene razón en parte, tengo que tomar una decisión, no puedo seguir en la incertidumbre, debo enfrentarlo, ser sincera con él, y conmigo misma. No puedo continuar caminando en la cuerda floja. Cierro los párpados con fuerzas, me muerdo la cara interna de la mejilla e inspiro profundamente un par de veces, tratando de dominar al pánico y la vergüenza, entonces, enfrento sus ojos y contesto:

Beso de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora