Sorina:
Después del tiempo que pasé prisionera en la Corte de Invierno, me sentí tan vacía y muerta como mi madre y Kurapika siempre me llamaron. Lloré tantas veces, abrumada por el miedo y el dolor, que mi mente y mi corazón terminaron perdiendo la capacidad de sorprenderse o de sentir algo más, al menos eso fue lo que pensé hasta ahora.
Enterarme de que Barien era mi padre, había sacudido hasta los más profundos cimientos de mi personalidad. ¡Mi padre! Las crueles palabras de Gizart vuelven a mi memoria "Eres odiada por todos y amada por nadie" Mi madre, que había cortado mis alas con sus propias manos, para atar mis poderes, no solo fue consciente desde el principio de todo lo que Kurapika me hacía, sino que además de eso, ella había sido la instigadora, movida por el interés de aumentar su poder, y mi padre, ¡ja! Pocas veces antes había pensado en él, y si lo hacía, lo disculpaba, me decía a mi misma que cualquiera se sentiría aliviado de alejarse de Arella, que no podía juzgarlo. Me dije a mi misma que no podía verme solo porque la reina se lo impedía, o que quizás no tenía ni idea de mi existencia. ¡Estúpida de mí!
Mi magia no resiste mucho más, y el conjuro que me sostenía en forma de ventisca se deshace, y recupero mi aspecto corpóreo. No tengo muy claro donde he venido a dar, y tampoco me importa, me basta con saber que conseguido alejarme de todos. ¡Mi padre! Mi corazón se retuerce en mi interior, con cada uno de sus latidos siento como si el aire y la vida se escaparan de mi. El dolor es caliente, desgarrador, mis rodillas ceden y caigo sobre el colchón de nieve, finalmente no puedo contenerme más, y todo el dolor, la ira, la decepción, la vergüenza, todos los recuerdos y sentimientos que he ido acumulando y encerrando, encuentran su camino al exterior en forma de un alarido que desgarra mis cuerdas vocales. Ardientes lágrimas resbalan por mis mejillas, me agarro los cabellos, entierro mi cabeza en la nieve grito una y otra vez.
Una mentira, me inventé una mentira y viví de ella. Barien nunca me quiso, Arella nunca me quiso. No es de extrañar que tampoco pudiera conseguir un compañero que me amara, que fuera despreciada hasta por ese que la magia escogió para mí. Los recuerdos vuelven, si Barien alguna vez me hubiese querido, habría podido arreglar las cosas cuando me trasladé hasta Nueva Catalina, pero no, se mantuvo distante, usándome como a una empleada más. Yo me jugaba el pellejo mientras él y su adorada hija mestiza se daban la gran vida. Tal vez debería volver con Arella, si había algo que mi madre atesoraría por encima de mí, eso sería su venganza, valdría la pena volver a caer en sus manos, solo para ver como destrozaría a Barien y a May.
Me sentía avergonzada, estúpida, lloré y grité, sintiendo la rabia, el odio, el rencor y el dolor fluyendo de cada poro de mi cuerpo.
Linder:
El dolor de Sorina golpea mi interior con una intensidad que se siente casi física. Como la mayoría de los refugiados, había observado toda la escena, desde que me enteré del parentesco entre Rina y Barien, viví temiendo este momento, sobre todo luego de compartir las memorias de Sorina, sabía cuánto anhelaba una familia, cuanto había añorado que alguien la protegiera, que la representara ante Arella y Kurapika. La relación que había mantenido con Barien, durante su periodo en el mundo humano, solo aumentaba la sal en la herida, y el hecho de que todos nosotros lo supiéramos antes que ella, y que ninguno le hubiera dicho nada..., podía hacerme una idea muy clara de lo que estaba sintiendo, y hasta donde podía conducirla.
— Sorina está descontrolada. ¡Nada bueno puede salir de esto! –murmuró Abby
No tiene que repetirlo, las emociones de Sorina me alcanzan sin ninguna dificultad, y yo aprovecho para seguirla, mientras mis amigos me pisan los talones. Cuando la alcanzamos, está en las afueras de la laguna de magia, inquietantes pensamientos dispersos me llegan desde el vínculo. Libera su magia en oleadas tales que rompe la tierra bajo sus pies.
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Beso de Verano
De TodoLa llamaban bruja, tuve que darles la razón, con una mirada conquistó mis pensamientos, con un beso, mi vida entera. Crecí aborreciéndola, la conocí y me enamoré. Cuando más me necesitaba, traicioné su confianza. Somos hielo y fuego. Invierno y Vera...