Capítulo 24

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Ya se que es un poco tarde, pero bueno, ya saben que yo soy un caso

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Ya se que es un poco tarde, pero bueno, ya saben que yo soy un caso. Esta historia fue reconocida como la mejor escena romántica en los FW Awards. Con la escena entre nuestros dos tortolitos amados. 

Linder:

El agua caliente siempre ha tenido un efecto calmante sobre mí. Mientras viví en la Corte de Verano, se había convertido en un ritual inviolable, siempre que pasaba demasiado tiempo lejos de mi hogar, o cuando estaba ante algún problema particularmente difícil, preparaba un baño caliente, y pasaba horas sumergido dentro de la bañera, el agua en mis oídos, anulaba cualquier otro sonido, y mi mente obtenía la paz y la concentración necesaria para dilucidar cualquier situación, por difícil que fuera. Así que cuando me separé de Sorina, fue lo único que pude hacer para no correr detrás de ella. No sé de que fue la conversación con el Señor del Verano, ella mantenía su mente cerrada a la mía, aun así, captaba los retazos suficientes de miedo, inquietud y culpabilidad. No es que ayudara mucho, tampoco me daba la menor idea de que decisión tomaría cuando llegara la mañana. No quería renunciar a ella, pero tampoco quiero que se quede conmigo por deber o por imposición de alguno de los antiguos. Sobrado bien se que ya ha tenido que hacer demasiadas cosas por coacción de los demás. La bolsa de aire mágica que había conjurado sobre mi nariz y boca para soportar todo este tiempo sumergido estaba perdiendo su magia, y la calidez del agua se estaba esfumando. Aun no tenía idea de cómo resolver el dilema, pero al menos había conseguido relajarme lo suficiente. Abandono la bañera, agarro una toalla escurro mis cabellos y seco mi cuerpo con movimientos rápidos, la envuelvo alrededor de mi cintura, abro la puerta del baño dejando que la luz de este aclarara las sombras en mi habitación, es entonces que la veo.

— ¿Sorina?

Su nombre sale en un susurro enronquecido e involuntario. Durante breves segundos, soy golpeado por una sensación de irrealidad, resisto el impulso de pestañear o pellizcarme. No parece creíble que ella esté aquí, en medio de mi habitación, es casi más factible creer que se trata de una ilusión conjurada por mi subconsciente. Se ve tan pequeña y perdida, sus ojos demasiado grandes para su rostro, llenos de aprehensión, tornándose casi violetas, su pequeño labio inferior muestra un casi imperceptible temblor, por lo que lo muerde atrapando completamente mi atención. Así que después de todo, si es real. Se acaricia uno de los brazos con movimientos metódicos. Su mirada aprehensiva, como un conejillo atrapado, se pierde estudiando mi cuerpo, en un primer momento, parece tan sorprendida como yo, después, sus mejillas se tornan de un rojo intenso.

— ¡Lo siento! –chilla ruborizada–. Yo no pretendía..., no sabía...

Trata de retroceder, pero sus nervios junto a sus descoordinados movimientos, le juegan una mala pasada, sus piernas se enredan con algún obstáculo, y la veo ir directa a una caída. Mi cuerpo se mueve solo, en un instante estoy junto a ella, mis manos la agarran por la cintura y la estabilizan sobre sus pies. Su cuerpo se siente rígido entre mis brazos, mantiene la cabeza gacha, respirando en jadeos. Inevitablemente, mis ojos toman nota de toda ella. Su busto que sube y baja en bruscas inspiraciones, los mechones oscuros de su cabello, velaban parte de su expresión. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que pude sostenerla así tan cerca. Su cuerpo pequeño y frágil entre mis brazos, estaba seguro que encajábamos juntos como piezas de un rompecabezas.

Beso de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora