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«No olvides respirar, Claire ¿Acaso quieres desmayarte aquí mismo?»

Volví a aterrizar, su mano estaba sobre la mía. La retiré con rapidez como si me quemara.

-Lo siento, no quería incomodarte.

-No, es que...- me quedé mirando mis manos, con la cara roja de vergüenza -. No estoy acostumbrada a estas cosas.

-Podrías acostumbrarte -sonrió.

«¿Acostumbrarme? ¿A qué estaba refiriéndose?». El timbre asaltó el momento obligándonos a ponernos de pie y a igual que los demás marchar como robots programados a las aulas.

Agité un poco las manos en señal de despedida en el momento en que ambos nos separamos del camino, mis mejillas aún seguían calientes y mi estómago era una especie de remolino « ¿Qué está sucediendo conmigo? ¿Voy a enfermar?»

El señor Evans, llenaba el pizarrón como de costumbre, sus manos se movían con tanta rapidez que era imposible seguir su ritmo, al terminar su ardua labor recostó su trasero regordete de la mesa y se detuvo a observarnos.

-Claire, ¿Por qué no estás escribiendo?

-Necesitaba sacar puntas -mentí.

Empecé a garabatear, «así es mi caligrafía es una mierd... Un desastre, no encaja con lo que dicen de que las mujeres tienen una caligrafía perfecta, al parecer soy hombre».

-Para mañana todos los ejercicios de la página cuarenta -gritó el maestro sobre los murmullos de nosotros al recoger nuestros materiales.

Me quedé a esperar que la manada de rinocerontes salga del salón, así evitaría pisoteadas y uno que otro toqueteo. Tomé mi mochila con mero desgane y caminé hasta la puerta.

-¿Te acompaño al bus? -di un respingo al ver a Marcos del lado de la puerta.

«¿Le digo que sí?»

Amor a primer portazo© [APV #1] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora