2. Enferma

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Okey, okey.

- E-Estoy bien... Estoy bien... - traté de tranquilizarme.

Sacudí la cabeza ligeramente y decidí abrir los ojos. Un bostezo se escapó de mi boca haciendo que me diera cuenta de dónde estaba.

Mi cuarto estaba hecho un asco. No recuerdo cuándo fue la última vez que lo escombré, pero tampoco recuerdo muchas cosas...

La pesadilla de la noche anterior había sido bastante extraña, casi tanto como la vez que soñé con una sombra que intentaba salir de la oscuridad, o cuando sentí la propia deformación de mi cuerpo mientras me salían extremidades demás.

Me levanté de la cama un poco rápido, por lo que sentí un leve dolor de cabeza. Miré a la izquierda, donde esta un espejo mediano sobre una cajonera simulando un tocador.

Llevaba puesta una camisa de mangas cortas de color negro, no era la misma que llevaba el día anterior, y yo no recordaba haberme cambiado... Me sonrojé por pensar que, posiblemente, el chico de la voz en mi delirio pudo ser real, y pudo haberme traído a casa... y verme desnuda.

Pfff. Creo que necesito ayuda profesional... «Ya vas al psiquiatra. Y tomas medicamentos».

- Más profesional. Y gomitas. Necesito un bote GRANDE de gomitas. - sonreí.

Mi reflejo no era agradable, pero como cada mañana, me dediqué a mejorar en lo que puedo mis defectos. Tengo una piel pálida, pero no como la de un vampiro o la de Bella de crepúsculo, mi piel se ve enferma.

Mis ojos no tienen nada de especial, son de un color café común, y a veces se tornan más oscuros; eso sin contar esas enormes ojeras que tengo desde siempre. Mi cabello es corto, hasta el hombro, y de color café normal.

Mi conflexión es anoréxica... Y no se ve ni una pizca de bien; digo, tampoco soy un esqueleto pero sinceramente yo no tengo forma. «Exagerada; ¿Y así dices que no eres superficial?».

Rodé los ojos y volví a mirar mi reflejo haciendo una mueca. Entonces me di cuenta de las marcas en ambos brazos; recordé mi delirio de nuevo, pero lo que se me vino a la cabeza no fue nada lindo... Ahora sí empezaba a preocuparme.

Respiré con fuerza y sacudí mi cabeza. Es sábado y tendré el día libre después de las 12pm. Tomé mi celular del mueble y lo enscendí, son las 8:13am.

- Okey, faltan 20 minutos - me dije a mí misma y comencé a arreglarme.

En cuanto estuve lista me encaminé al comedor. Mi madre estaba preparando el desayuno de mi padre. Bahg. Mi madre es el "estereotipo perfecto" de lo que la sociedad dice que todas deberíamos ser. Y odio eso.

Tomé asiento en una de las sillas y comencé a desayunar, mi madre se empeña en hacerme el desayuno porque dice que no sé preparar nada sano, pero al menos tengo independencia en otras cuantas cosas.

Terminé el desayuno y miré la hora en mi celular: 8:21am.

- Madre, faltan 9 minutos - la miré asentir.

Tomó unos platos de la alacena y los colocó sobre la barra, después sirvió el huevo revuelto en un lado del plato, y del otro puso una porción de arroz. En el segundo plato puso la fruta picada, de inmediato trajo los platos para colocarlos frente al vaso de licuado de fresa en la mesa. Hizo una nota para mi padre, se giró a verme y me hizo una seña para que fuera con ella.

Inflé los cachetes con una media sonrisa y me levanté directo al auto. Ya dentro, mi madre puso el auto en marcha e hizo como si nada pasara.

Yo me dediqué a mirar por la ventana, pero no pude pasar desapercibida la mirada de mi madre como inspeccionándome.

Mortem [MD 1°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora