4. Muñeco roto

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- Visitas - anunció la doctora Layght apenas asomando su cabeza por la puerta de metal.

Miré por la ventana polarizada de al lado, no había visto a nadie entrar, y mi vista hacia la entrada principal es bastante clara como para notar que al menos una mosca ha entrado por ahí.

Steel; recordé cuando relacioné los hechos.

De alguna manera, Steel siempre lograba cabrearme peor que con mis propios delirios, y apostaría mi cordura a que ese chico es algo más que normal.

En ese momento escucho el ruido de la puerta al abrirse con delicadeza. Definitivamente, es Steel.

Lo primero que veo son sus blancos nudillos por la presión con la que aferra la puerta, y después se me escapa una pequeña risita al fijarme que no trae zapatos.

Estaba a punto de decirle alguna broma como "¿tanto me quieres que olvidaste traer zapatos por venir a verme?".

Pero entonces mi risa se detiene. Presioné mis labios para contener el impulso de hacer una mueca: Steel no está bien.

No trae chamarra, y sé que al igual que yo, él odia ir con los brazos descubiertos en público. Pero eso no es lo que me preocupa, ni su rostro a punto de ser un tomate rojo, ni siquiera las lágrimas que está derramando, ni los sollozos.

Es la cosa líquida que mancha su blanca playera. Es la cosa que se escurre de sus manos en la puerta. Es esa cosa. Es...

Sangre.

Me paralizo un momento, pero sigo fingiendo esa sonrisa en mis labios, sigo con la mirada fija en sus ojos inundados mientras lo invito a pasar. Únicamente asiente y se sienta en una silla frente a mí.

Silencio.

- Steel - la voz me tiembla. Trato de mirarlo a los ojos, pero no quiero asustarlo -. ¿Q-qué...? - trago saliva - ¿Estás bien?

«Idiota. Pero claro que está bien, ¿Cómo no iba a estarlo después de lo que hizo?».

«No debiste decir eso».

- Creo que... Creo que maté a mis padres - dijo Steel de manera inconsciente, como si en realidad se lo dijera a sí mismo, pero al mismo tiempo no lo creyera.

Me quedé en silencio un minuto, Steel no era de los que hacían bromas, y menos si se trataba de sus padres.

Debo admitir que no me sorprendió tanto, tal vez mi amigo se había vuelto un vampiro.

- ¿Llamaste a la policía? - dije sin pensar.

- ¿Recuerdas cuando te dije que el sistema era un asco? - sí me acordaba, el gato de Steel se había muerto y esperaba que los paramédicos lo llevaran al hospital, pero nadie respondió - Lo sigue siendo.

- ¿Qué tan seguro estás de... ? - quise buscar una explicación. Coherente.

Me miró como si no fuera obvio, de primera cuenta su aspecto ya lo delataba...

Lo que que me hacía pensar en cómo diablos había logrado entrar al hospital.

Apreté más los labios, no quería sonreír, ni tampoco que Steel notara que no le estaba prestando mucha atención a su discurso de culpa.

Steel podría ser un vampiro... Y esta vez la idea no sonaba tan descabellada, después de haberlo obligado a entrar a una iglesia mientras él gritaba que era ateo y que no entraría por respeto a los creyentes. Además, ¿cuántas probabilidades había de que Steel hubiera asesinado a sus padres siendo una persona normal?

Mortem [MD 1°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora