8. Pesadilla

121 7 0
                                    


// ATENCIÓN:
El principio contiene lenguaje fuerte; si eres sensible, por favor desiste de leerlo. //

No, no, no. Esto. No. Puede. Ser.

Tragué saliva. Lo único que me quedaba de infancia se fue a la mierda cuando entré al consultorio de Layight porque pensé que la estaban asesinando y quería ver... Salí corriendo: - ¡Yo también quiero matar...! - dije, pero entonces la vi. Masturbándose. Y gimiendo...

¡¿Tienen idea de lo que es eso?!

Porque yo si, y no era nada bonito; menos cuando apenas estaba superando que mis vampiros no eran reales. MENOS cuando estuve a punto de fugarme como espía con uno de ellos.

Mi rostro se arrugó. Podía sentir cómo la sangre se acumulaba calentando mi rostro. Esto NO se iba a quedar así.

-¡Escúcheme bien, perra! -grité y Layight se me quedó mirando con la jodida cara de placer que aun atormenta mis pensamientos- ¡No gasté mi tiempo en venir aquí para verla a usted metiéndose el puto dedo! ¡Así que en este momento quiero que agarre esa jodida jeringa y se duerma si no quiere que yo agarre el jodido extintor y se lo meta por el puto culo! -y ahí me di cuenta que mi voz no era mi voz.

Vale, vale... ¿Qué mierda acabo de hacer?

Layight me miró con la cara totalmente pálida y el dedo aun dentro suyo. A continuación tomó la jeringa y la inyectó hasta la mitad en su brazo. Se durmió.

Es un buen momento para que me digan qué pasa, dije a mis voces. Pero no obtuve respuesta.

Genial. Estoy sola.

Me mordí el labio intentando buscar alguna excusa para lo que acababa de pasar... Primero, había visto a la doctora Layight ser una sucia... Luego, mi voz había sido alterada con un tono frío e imparcial, definitivamente yo no pude haber hecho eso; tampoco era el exorcista, pero ese tono... no es humano. Y finalmente, hice que Layight se anestesiara sola, cuando pudo tocar el botón de auxilio y un equipo hubiera salido de la nada para llevarme.

¿Soy un vampiro? ¿Vampiresa? ¿Humana? O sólo un monstruo de circo... una enferma.

Ja. Sólo eso me faltaba, ahora soy una enferma que quiere ser vampiro.

Y la mierda, hoy desperté sabiendo una vez más que mi vida era un asco porque estaba ahí, en mi cama, en el manicomio, con el cabello enredado y unas ganas de gritar que no me aguantaba; luego se pone peor, porque no había Arnold, ni Callen, ni vampiros, ni voces... Sólo yo y la estúpida cama del manicomio.

Después veo a mi psiquiatra masturbándose, pero no un asesinato... Luego me hago bolas con mi mente porque creo que soy un vampiro, pero no lo soy, ni Callen ni Arnold lo son... porque ellos NO EXISTEN.

«Auch. Eso debió doler, ¿qué me dices, ya lo sabes?».

Una sonrisa se cruzó por mi cara, están ahí, y lo mejor de todo: no estoy loca.

Me asomé a los pasillos, y noté que no me había movido del despacho de Layight, así que tenía oportunidad de escapar y fingir demencia, aunque no me haga falta fingir.

Cuando llegué a mi habitación todo estaba en orden, o bueno, casi todo.

Steel estaba ahí, pero a mi no me dio la impresión de que precisamente él estuviera ahí. El ambiente se sentía raro, y él también lo estaba.

Vestía de traje; y sí, era un chico bueno y esas cosas, pero no a ese grado, y no digo que el traje le quedara mal... pero sólo no parecía Steel.

Mortem [MD 1°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora