Para la hora del almuerzo, todos ya habían llegado al templo y rápidamente, comenzaron a debatir quien cocinaría.
— Vé tú, Keiko. —dijo Yūsuke.
— ¿Yo?
— Si. —respondió Yūsuke—Me gusta tu comida.
— Tú también cocinas bien, Seiryum. —agregó Kuwabara.
— ¿Y tú, Kurama? Eres bueno con las plantas. —dijo Yūsuke.
— ¿Yo? —preguntó Kurama sorprendido mientras se señalaba al rostro con el dedo índice.
— Si... después de todo tú te manejas muy bien con la naturaleza y las papas y las cebollas son cosa de la naturaleza.
— Tu argumento es muy rebuscado, pero es obvio que quieres evitar cocinar. —dijo Keiko.
— Pero aunque no tiene que ver... si sé cocinar. —dijo Kurama con modestia.
— ¡¿Deberás, Kurama?! —preguntó Keiko asombrada y él asintió— En ese caso, enséñame algunos trucos, por favor. —agregó un segundo antes de jalarlo del brazo hasta la cocina.
— Eres increíble, Kurama. Sabes muchas cosas. —le halagó Yukina.
—Deberías enseñarle a Kazuma, el muy torpe no puede hacer un huevo frito. —le susurró Seiryum.
— ¡Te oí! —gritó Kuwabara.
— ¿Y tú, Botan? —preguntó Yūsuke.
— Yo... pues, yo no tengo idea de como cocinar.
Unos cuarenta minutos después, Keiko y Seiryum liberaron a Kurama y tras de él, salieron ellas con la comida lista.
En silencio todos se sentaron a la mesa y agradecieron a la maestra Genkai por invitarlos a su casa.
Tras el primer bocado, Kuwabara enloqueció (y ni hablar de Yūsuke).
— Parece que fue todo un exito. —dijo Keiko.
— Feliciten a Kurama, esto es gracias a él. —agregó Seiryum.
— Eres muy bueno para la cocina, Kurama. —halagó Kuwabara.
— Gracias pero Seiryum y Keiko también cocinaron.
— Solo seguimos tus instrucciones. —dijo Seiryum.
Tras el gran almuerzo, y luego de ordenar todo y reposar, los jóvenes quisieron salir un rato más.
— ¿Le gustaría venir, maestra? —preguntó Yukina.
Y para sorpresa de todos, ella aceptó. Con calma y buenas vibras dejaron la casa y cruzaron por donde los árboles hasta llegar a la playa para ir a ver el mar dónde la tarde transcurrió entre risas y bromas, incluso la maestra se unía de vez en cuando para jugarle una broma a Yūsuke y llamarle la atención a Kuwabara (quién le rogaba a Kurama que “le hiciera aparecer” una rosa para Yukina).
Para cuándo el sol comenzó a ocultarse, lentamente todos comenzaron a regresar al templo. Había sido un buen día para todos y algunos estaban tan cansados que si quiera cenaron, otros se durmieron un segundo después de cenar y los restantes, contemplaron las estrellas desde el jardín.Al día siguiente, el primero en despertar fue Kurama quién quiso salir a contemplar la mañana y su silencio. Entre los árboles del bosque se sentó y dejo que los cálidos rayos de sol que se colaban por allí, lleguen a él. Así estuvo un buen tiempo, hasta que comenzó a sentir un viento frío rondar y al notar que la presencia de Yukina sobresalía por momentos regreso a la casa.
— Esta nevando... —dijo al ver algunos copos de nieve en el piso ante él.
En silencio para no interrumpir el sueño de nadie, abrió la puerta al llegar y caminó guiado por esa resaltante aura. Y sin estar muy seguro de lo que hacía, deslizó la puerta saber que sucedía. Allí, la pudo ver de espaldas.
— ¿Yukina? —preguntó y al acercarse, sintió pisar cosas pequeñas; perlas. Estaba llorando.
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Una misión más. [Primera parte] -Yu Yu Hakusho-
FanfictionUna vez más el mundo espiritual nesecitas de ellos, y cae sobre Botan la tarea de reunir a los chicos que deberán cumplir con la tarea.