Costó algo de trabajo pero Seiryum dejó a Kuwabara salir, y cuál madre le advirtió “no hagas que me arrepienta, Kazuma, porque te golpearé”.
— Mi hermana puede ser muy sobreprotectora a veces... —dijo Kuwabara evitando el silencio— ¿Qué clase de excusa usaste tú, Kurama? Supongo que tu familia no sabe que eres un zorro.
— No, claro que no lo saben. Yo solo le dije que saldría y que regresaría tarde.
— Es envidiable tu libertad... —susurró— ¿Cuántos años tienes aproximadamente? Es decir, sé que eres un bandido legendario y has de tener tus siglos, ¿verdad? ¿Pero qué hay de esta versión tuya, la que se ve como humano?
— Diecinueve años, esa es la edad de Suichi Minamino. —respondió.
Y antes de poder seguir charlando, se percataron que habían llegado a casa de Yūsuke, donde fueron recibidos por su madre.
— ¡Botan! —dijo al verla.
— Buenas noches, Señora Urameshi.
— ¡Kuwabara! ¿Qué te trae por aquí? Hace tiempo que no te veía. —agregó la señora.
— Buenas noches, señora Urameshi. Queríamos hablar un momento con Yūsuke, si es posible...
— Ya saben cómo es Yūsuke, sale y nunca me dice a donde va o sí regresará.
— Ya veo... —susurró pensativo Kuwabara, tratando de descifrar donde pondría estar— Le agradezco su tiempo y disculpe las molestias. —agregó al tratar de no perder más tiempo y continuar con la búsqueda.
— Alto. —los detuvo la mujer preocupada— ¿Pasó algo malo?
— Oh, no. No tiene de que preocuparse, solo queríamos invitarlo al karaoke. —respondió Kuwabara y allí termino la charla con una “mentirita piadosa”.
Debían buscar a Yūsuke rápido, lo más rápido que pudieran.
— ¿Dónde podrá estar? —se preguntó Botan en voz alta.
— Botan, tú puedes volar, ¿verdad? —preguntó Kuwabara y ella asintió con la cabeza— ¿Y tu, Kurama?
— No.
— Ni yo.
— ¿No puedes usar tu látigo de rosa cómo Spiderman usa las telarañas? —preguntó y Kurama lo miró con gran confusión y una gota en el rostro para acabar respondiendole que nunca se le había ocurrido comparar su látigo con las telarañas de dicho superhéroe.
Volviendo a la búsqueda; ya era muchos más de media noche y aún no podían dar con Yūsuke. Ya habían ido a la plaza y sus alrededores, al restaurante del señor Yukimura (padre de Keiko), al karaoke y la estación de metro y subterráneo también. Incluso pasaron por casa de Yūsuke otra vez pero ya todas las luces estaban apagadas.
— Estoy cansada. —dijo Botan exahusta.
— ¿Dónde podrá estar? —bufó Kuwabara— Busquemos una última vez y luego descansemos un rato. Yo ya tengo sueño.
— De acuerdo. —aceptó Kurama— Entonces yo veré en la estación otra vez.
— Y yo recorreré la plaza y alrededores. —dijo Botan.
— Buscaré en esta área. —agregó Kuwabara— Nos veremos en la fuente de la plaza en cuarentena y cinco minutos.
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Una misión más. [Primera parte] -Yu Yu Hakusho-
أدب الهواةUna vez más el mundo espiritual nesecitas de ellos, y cae sobre Botan la tarea de reunir a los chicos que deberán cumplir con la tarea.