Capítulo cuatro: Suichi.

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— Quizá esta vez encuentre a alguno. —se dijo Botan y exahusta solo de pensar en que debía cruzar la cuidad para llegar donde Kurama emprendió el viaje.

Finalmente, casi a las cinco de la tarde, había llegado a tan dichoso lugar. Miró una última vez la servilleta para corroborar la dirección y descendió de su remo para continuar a pie. Se acercó a la casa, respiró con calma y pidió al cielo que por favor Kurama estuviera en tanto presionaba el timbre y, mientras esperaba, en una esquina de la servilleta leyó “pregunta por Suichi, no por Kurama”. Un instante después, una mujer de pelo largo y destellos azul marino la recibió en puerta.

— ¿Si?

— Disculpe señora, ¿está Suichi en casa? —preguntó Botan— ¿podría hablar con él?

La mujer afirmó y se retiró de forma amable y unos minutos después la puerta se volvió a abrir y un jovencito la recibió.

— ¿Tú eres Suichi? —le preguntó Botan al jovencito de cabello oscuro y ojos azules.

— Comprendo, buscabas a mi hermano. Ambos nos llamamos del mismo modo y mi madre ha de haber deducido que eras conocida mía por nuestras edades. —dijo el joven creyendo que Botan verdaderamente asistían al colegio del uniforme que vestía— En fin, mi hermano está arriba. Ven, te muestro el camino.

Junto al Suichi de ojos azules entró a la casa y caminó detrás de él. Luego de subir las escaleras y atravesar medio corredor, éste golpeó la puerta suavemente con los nudillos.

— ¿Hermano? —preguntó el Suichi “nuevo”.

El silencio se hizo presente en el lugar, hasta que el lento rechinar de la puerta sonó y tras de ella estaba el Suichi que Botan buscaba.

— Con permiso. —dijo su hermano para luego desaparecer.

La cara de Kurama expreso algo de asombro al verla allí.

— Discúlpame Kurama. Sé que no debí venir a hasta tu casa y hubiera preferido esperarte fuera de tu escuela pero es que…

— No te preocupes. —dijo Kurama rápidamente tratando de mejorar la situación (que tampoco era tan mala que digamos) — No hay problema. Además, asisto a una universidad al otro lado de la ciudad. —sonrió.

— Vengo del otro lado de la ciudad buscándote...

— ¡¿Del otro lado de la ciudad?! —una voz femenina interrumpió a Botan y ambos voltearon.

— Si —respondió tensa— pero no les robaré más tiempo, y-yo ya me voy.

Kurama la miró sorprendido, ¿ya se iba? Pero si aún no había dicho porque llegó.

— Acompáñanos a cenar. —propuso la madre de Kurama.

— Es usted muy amable señora pero llegué sin avisar y no quiero molestar. —dijo Botan.

— Insisto. —agregó la dueña de la casa.

Botan miró a Kurama como diciendo “ayúdame”.

— Como verás mi madre es algo insistente. Si no tienes prisa, acompáñanos. —dijo Kurama— Y aún no haz dicho a que vienes. —le susurró al oído al fingir arreglarse un botón de su camisa para bajar la cabeza y así asegurarse el ser oído.

Botan miró a la madre de Kurama y sin más opciones le agradeció la invitación para luego aceptar. Y tras eso, la señora se retiró, dejándolos a solas.

— Ven. —dijo Kurama al voltear para entrar a la habitación— Aquí nadie nos oirá.

— Kurama, tienes que venir conmigo. —le dijo mientras le seguía y continuaba con la conversación interrumpida— Estube todo el día buscándolos, tras de tí y Kuwabara.

— ¿Sucedió algo malo o importante que deba saber ahora mismo? —preguntó Kurama mientras cerraba la puerta.

— El príncipe Koenma me envió esta mañana por ustedes dos y Yūsuke... —respondió mientras observaba la habitación; era bastante grande y ordenada, encajaba a la perfección con Kurama.

Una misión más. [Primera parte] -Yu Yu Hakusho-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora