#7: Mentiras

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#7: Mentiras

Me bañé al menos cuatro veces ese día. Aunque me remojara en una bañera caliente por doce horas, la esponja y el jabón nunca podrían remover toda la mugre que percibía dentro de mí. 

Un mundo de desgracia me había llevado a sentirme cargada de ira y desesperación. Era una larva venenosa que se introducía en el cuerpo lentamente hasta dar el golpe conclusivo. ¿Cómo podía pensar que una cosa tan estúpida y superficial como un rato en la bañera me ayudaría?

Mientras el agua corría hasta desaparecer por el drenaje, yo me preguntaba por qué me daba tan mala vida por algo que ya formaba parte del pasado. ¿Me gustaba sufrir? ¿Disfrutaba de la divertida sensación de perder el control? ¿Era entretenido vivir una cosa inexistente? ¿Escapaba del presente a través de Domingo?

Mi cabello ya estaba empapado otra vez. Las gotas caían por mi espalda dejando una sensación electrizante, fría. Era la quinta ducha que me daba en la noche, pero se sentía como la primera en mucho tiempo.

Contemplé la idea de estar limpia finalmente, así que decidí que era el momento de salir.

El baño se asemejaba a un sauna, caliente y húmedo. El vapor que flotaba en el aire olía tanto a champú genérico que dejaba un leve picor en la garganta.

Mi yo entero se sentía como una nuez arrugada y curtida. Sólo se necesitaba un buen cascanueces para romperme.

¿Qué quería yo al final?

Quería ser libre.

Sí, eso. Quería ser libre.

Despertar cada día y sentir que nadie, ni siquiera yo misma, me amarraba a cualquier cosa.
Caminar por los pasillos del instituto de la mano de alguien más sin sentirme como un monstruo.
Meditar, leer y vivir con tranquilidad.
Que mis pensamientos fueran nubes silenciosas y que los dibujos existieran en mi vida como una fuente inagotable de inspiración, amor, calma.
Existir con simpleza y que las cosas pequeñas, como una caricia o un beso, lo significaran todo.
Disfrutar cada minuto, cada respiración, cada detalle. 
Levantarme cada vez que el mundo me dejara en el suelo.
Seguir adelante con la mente en paz, el corazón limpio y el cuerpo sano.

En conclusión, no ser nada más que yo.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que fui yo misma?

Mis pensamientos maquinaron lo suficiente.

Supe lo que tenía que hacer para salvarme antes de que fuera demasiado tarde. Cuando mi cabello se esponjó una vez más, sentí que una nueva perspectiva me llenaba los ojos.
El equipo de sonido de mi habitación tenía tanto tiempo sin prenderse que casi le salía telarañas. Cuando toqué el botón de encendido, tosió como carro viejo por varios segundos hasta leer el disco que meses antes había colocado a reproducir sin la menor idea de que luego lo significaría todo:

(...) And if I show you my dark side, will you still hold me tonight? And if I open my heart to you, and show you my weak side, what would you do?

The final cut de Pink Floyd.

Un golpe duro para los que le temen a abrir su corazón. Una brisita refrescante para mí.

Los dibujos de Anahí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora