Capítulo 9

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Una oscilación constante y un retumbar firme logran traerme de vuelta al presente

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Una oscilación constante y un retumbar firme logran traerme de vuelta al presente. Abro los ojos enmarañada y, cuando el cúmulo de recuerdos me invaden brutalmente como un choque eléctrico, una mezcla de angustia, miedo y desolación me presionan haciendo que suelte las pocas lágrimas que aún me quedaban.

Recorro con la mirada la tablilla de madera en la que me transportaban. Y con el mayor disimulo posible muevo un poco la cabeza, fingiendo que es por la oscilación producida por la caminata, y logro ver la espalda de uno de mis captores. Estaba totalmente segura que no era el que me derribó con su cerbatana, aquel era joven, en cambio el que tenía en frente se lo veía más anciano y a diferencia del otro, su cabeza estaba carente de cabello.

Escucho un murmullo a mi espalda. El hombre frente mío se voltea y conecta sus ojos con los míos. Dice una frase en un idioma que no comprendo y me remuevo sobre la madera para intentar huir. Suelto un gemido cuando muevo mí brazo. Me dejan en el suelo y luego se plantan frente a mí. Me encojo ante sus miradas penetrantes.

— No, por favor —balbuceo llorosa cuando veo que el joven de cabello largo que me había capturado se acerca a mí—... no me hagas nada.

Saca del cinturón de su especie de pantalón falda una púa y cuando veo que me la acerca intento retroceder, pero atada de pies y manos se me hace imposible.

Skis yu —Pronuncia señalándome la pequeña espina— Skis yu, majtilua.

—Está bien —asiento temblorosa. Vuelve a señalar el aguijón con el que me aprisionó—, ya... entendí.

Cierro los ojos y ellos vuelven a tomar las riendas de la tablilla. Sin poder evitarlo tiemblo de miedo y enfoco mis pensamientos en los escritos de Ösword, buscaba algo que rescatar para poder volver a casa. No quería siquiera pensar en la preocupación de mis padres, o del lamento de los padres de Ben.

Ben.

Solo pensar en su nombre me produce un vacío lo suficiente asfixiante para que se me detuviera el corazón. Sorbo mi nariz y sigo llorando en silencio, evitando moverme mucho para no alterar a mis captores. Detienen el paso y yo por fin abro los ojos para estudiar el lugar. Solo logro ver a lo lejos una entrada de piedra ornamentada por las ramas de los árboles.

­—Akterco —musita en mi oído. Me quedo tiesa ante su acercamiento repentino—, akterco maliua.

Siento un pinchazo en mi cuello y unos segundos después vuelvo a quedarme inconsciente.

Despierto en una casa hecha de barro, decorada con pieles. Me remuevo en el suelo sobre una fina colchoneta de cuero rellena con arena. Giro mi cuerpo a la izquierda estudiando el lugar y una pequeña presencia me sobresalta.

Sizk —escupe el jovencito que tengo frente mío. En sus ojos se nota el desprecio que siente hacia mí—... sizk nucle.

Me incorporo confundida y el niño retrocede de un salto y me apunta con su pequeña daga.

La sangre de KhothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora