Capítulo 2

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(Ruth)


-¿Qué vas a hacer ahora? –me pregunta Camila.

Estamos saliendo del instituto, las clases acaban de acabar.

-Tengo ir a comprar comestibles, tengo la nevera vacía, y luego a desembalar mis cosas, aun las tengo en las cajas.

-Que rollo –dice resoplando.

-Lo sé, pero lo tendré que hacer si quiero comer y tener mis cosas en su sitio ¿no? ¿Tú que vas a hacer?

-Ire a casa a estudiar, supongo.

-Eso sí que es un rollo.

Luego acompañe a Camila hasta su bicicleta, que la desengancho de la farola a la que la había atado.

-Nos vemos mañana ¿Vale?

-Si por supuesto.

Me da dos besos en las mejillas, para despedirse, se sube a la bicicleta y se va. Dice que usa la bicicleta porque su casa está cerca del colegio.

Me dirijo a mi coche, desde que salí de la última clase noto una mirada en mí, igual que en la cafetería, pero aunque me gire no veo a nadie, eso me inquieta, me incomoda.

Cuando llego a mi coche veo a Cody y Tyler apoyados en un Jeep, Cody me está mirando, cuando nota que le miro a él sonríe, eso me confunde, ¿Por qué coquetea si ya tiene novia? Le miro frunciendo el ceño, subo al coche y arranco.


******


Llego a casa después de haber comprado comida, para un mes, por lo menos.

Me quedaba un último viaje al coche para llevar toda la compra a casa, cuando escucho un ruido, que hace que me quede todo lo quieta que pude.

Ese ruido viene del bosque, miro para ver si encuentro que ha sido, pero no veo nada, será el viento, pero aun así que aligero el paso y entro en casa.

Dedico toda la tarde a guardar la comida en su sitio y a desembalar las cajas de la mudanza, era un trabajo cansado.

Me entra el hambre, y como estoy cansada, me voy a tomar un descanso. Voy a la cocina a por un par de galletas y un zumo. Ya está anocheciendo, así que salgo a mi patio para merendar viendo las estrellas. Me siento en las escaleras.

Suena mi móvil, miro en la pantalla, sonrío, es mi hermano, tengo muy buena relación con él, acepto la llamada.

-Hola.

-Hola ¿Qué tal tu casita nueva?

-Bien, muy tranquila, me pillas descansando.

-¿Te está dando problemas la mudanza? –me pregunta preocupado.

-No, solo que me cansado de desembalar tantas cosas, y cuéntame ¿Todo bien por allí?

-Si aquí todo igual, te llamaba porque se te echa de menos.

-Yo también te echo de menos, ¿pensabas que me olvidaría de ti al mudarme?

-Aunque quisieras no te dejaría, tonta.

-Que cursi –digo riendo.

-Va dime ¿Qué tal tu primer dia en clase? ¿Algún chico al que tenga que pegar?

-Que celoso eres –digo riendo- mi primer dia ha ido bastante bien, he conocido a una chica encantadora y he tenido la suerte de que tiene todas las clases iguales a las mías.

-Que bien. Te dejaste una caja con el lio de la mudanza.

-¿Enserio? –digo cansada.

-Si pero tranquila si te va bien el viernes voy a tu casa paso la noche y de paso te traigo la caja.

-¿Este viernes? Si por supuesto vente.

-Tengo que colgar, guapa.

-Nos vemos el viernes entonces.

-Si. Te quiero.

-Yo también te quiero, besos –digo antes de colgar.

De golpe escucho, un sonido, como el de una rama al romperse y un gruñido, que hizo que mirara hacia el bosque y veo unos ojos azules como el cielo, mirándome fijamente desde la oscuridad del bosque. Me quedo estática, el miedo que me ha entrado no me deja ni mover un musculo. ¿Qué coño es eso? ¿Una bestia? Dios ¿Y ahora qué hago?

Intento regular mi respiración, para tranquilizarme, dicen que si no tienes que mostrar miedo, que ellos lo notan... espera ¿Eso no era con los perros? Estoy muerta.

Entonces esos ojos se acercan, dejándome ver un enorme lobo negro. Nunca he visto lobo hasta ahora, pero me parece más grande que los habituales o por lo menos en las fotos no parecen tan grandes.

-No me comas ¿Vale? –me levante poco a poco.

Pareció que me entendía porque dio un paso atrás, estaba a unos veinte metros de mí. Quizás ha salido del bosque en busca de comida, le preguntare a Camila si hay muchos lobos aquí y qué hacer si veo uno.

-¿Tienes hambre, chico? –digo lanzándole un par de galletas lo más cerca de él que pude- Son galletas.

El lobo giro la cabeza hacia un lado, en una pose graciosa. Se acercó unos pasos, me puse tensa otra vez, y se tumbó en el suelo, a unos diez pasos de mí.

Me acerque poco a poco a él, hasta que quedo un paso entre nosotros y me agache, me quede de rodillas en la hierba.

-No me harás nada ¿a qué no?

Agacho la cabeza hacia mí. Levante poco a poco una mano y la fui bajando hacia su cabeza para acariciársela.

-Buen chico, eso es buen chico –susurro -cuando logro tocarle- Soy nueva en este pueblo ¿sabes?

El lobo aulló flojito, parecía cómodo. Menos mal, pensé.

-¿Vas a ser mi nuevo amigo? –Me chupo la mano- vale, vale. Lo he entendido –digo riendo.

Entonces se escuchó un aullido largo que venia del bosque. Mi lobo se levantó de golpe, cosa que me asusto e hizo que callera al suelo de culo, él se sobresaltó y dio un par de pasos hacia atrás y miro a su espalda.

-Que susto me has dado –rio mientras me levanto- la próxima vez avísame ¿vale? Ahora ves a jugar que te están esperando. Adiós.

Mi lobo asintió o eso me pareció a mí, y se fue corriendo bosque a dentro. Fui hasta las galletas que había tirado y las recogí, para tirarlas a la basura, junto con los restos de mi merienda. Entre en casa y volví a mi tarea de desembalar las cajas.


Mi loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora