Capítulo 15

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(Ruth)


Habíamos ido andando al lago, ya que no estaba lejos, llegamos a la orilla y nos quedamos mirando el horizonte.

-Antes durante el desayuno he intentado decirte una cosa de forma mental ¿Me has escuchado?

-Sí, que quieres que tu hermano también tenga su protagonismo en la fiesta.

-Sí, exacto. ¿Por qué no me dicho que lo has escuchado?

-No quería volverte loca hablándote de forma mental delante de todos, otra vez, y tampoco decirlo en alto para que sea sorpresa.

-Tendremos que buscar algún gesto que indique que me has escuchado.

-Me parece bien –dice riendo- ¿Qué te parece este?

Con una mano me coge del mentón y lo inclina, exponiendo mi cuello, en el cual deposita un rio de besos desde el mentón hasta la clavícula. Me quede parada por la sorpresa.

-¿Qué? ¿Qué te parece?

-Que para cuando estamos solos bien pero si estamos en mitad de una situación como la de esta mañana es un poco indecente.

-¿Tú crees? –Dice depositando más besos- Ten en cuenta que los hombreslobo somos muy posesivos con nuestros mates, y eso hace que queramos tocarlos todo lo posible.

-Ya lo note cuando te pusiste celoso de mi hermano.

-Para que veas a que niveles te celo.

-Madre mía la que me espera –digo susurrando para mí misma.

Nos sentamos en la orilla del lago y me empezó a contar la leyenda sobre el lago.

-Entonces se dice que la Luna vino a este lago, se metió en su agua y pido que salvaran a su pareja. A cambio ofreció su propia vida.

-¿Ofreció su vida a cambio de la de su pareja?

-Exacto.

-¿Y qué paso? –pregunto con curiosidad.

-Paso toda la noche metida en el lago y al día siguiente el hombre se despertó y se recuperó como por arte de magia, y de la Luna no se volvió a saber nada.

-¿Se cumplió su petición? ¿Ella murió para salvar su vida? –Cody asintió con la cabeza- Que valiente.

-Sí, aunque muchos afirman que fue en vano, ya que el hombre al ver lo que había pasado, no quería pasar el resto de su vida sin su amada se quitó la vida.

-¿Concede deseos el lago a día de hoy?

-Nadie lo ha comprobado ya que se dice que la ofrenda tiene que ser más grande que el deseo. Es como hacer un pacto con el diablo.

-Eso parece. Que historia más triste.

-Es solo una leyenda, así que no me hagas mucho caso.

Después de eso fuimos a comer al pueblo y volvimos a la casa de la manada, aunque debería de empezar de pensar en ella como en mí casa ¿no? Demasiado cambio en tampoco tiempo.

-Queridos, Ya habéis llegado –nos recibió Melisa- No podéis ir al patio trasero bajo ninguna circunstancia, además hijo te voy a separar de nuestra Luna hasta la fiesta, hay que prepararla.

-Pero mama...

-Ni peros y peras. Además te he dejado en tu cuarto lo que te tienes que poner para esta noche, estarás guapísimo. Ahora Luna vamos.

Y sin darme tiempo a decir nada, me coge de la mano y me arrastra hasta mi habitación, aunque supongo que ahora que estoy unida a Cody, su cuarto será el nuestro.

Había un vestido sobre mi cama era de un color azul profundo, precioso, junto a una caja que lo más seguro era que llevaba en su interior unos zapatos a juego.

-Venga a la ducha, que voy a ir llamando a las chicas para que me ayuden a vestirte, peinarte y maquillarte.

-Melisa, no hace falta yo sola puedo...

-Luna, no es molestia, además a las chicas les hará ilusión ayudarte. Recuerda que ahora eres su líder junto con mi hijo.

-De acuerdo.

No quería desilusionar a las chicas, aunque yo no me sentía cómoda haciendo que los demás me sirvieran, estoy acostumbrada a hacer las cosas por mí misma.

Me fui a duchar e intente no demorarme demasiado. En cuanto salí del baño enrollada en una toalla, me encontré con un grupo de chicas, eran de mi edad más o menos.

-Hola –las salude.

Todas se me quedaron mirando, me sentía demasiado observada mientras me juzgaban.

-Hola Luna –dijeron todas con alegría.

De repente todas empezaron a hablar, no entendía ni la mitad de lo que decían, hablaban de la bonita figura que tengo, discutían sobre que peinado hacerme, que tipo de maquillaje usar, mientras correteaban de un lado a otro como niñas chiquitas.

-Si me dejáis un momento me pongo el vestido y me acabáis de arreglar ¿vale?

Me fui al baño con el vestido, me lo puse, me quedaba bien, era tirantes finos con un escote pronunciado y la espalda al aire, con una falda acampanada que me llegaba hasta la rodilla. Salí del baño y otra vez fui el objetivo de todas las miradas. Empezaron a elogiarme y a aplaudir.

-Venga niñas al trabajo, que sino no acabaremos hoy.

Me hicieron sentar frente al tocador, donde empezaron a peinarme y a maquillarme todas a la vez, yo solo me dejaba hacer, no lograba entender cómo se coordinaban para que saliera bien.

Cuando se apartaron se quedaron todas frente a mí observando su trabajo con una sonrisa en la cara, eso era bueno ¿no?

Melisa me cogió de las manos y me hizo levantarme, me ayudo a ponerme os tacones y me puso frente a un espejo de cuerpo entero.

-Estas bellísima Luna –dijo una de las chicas, todas la apoyaron asintiendo con la cabeza.

Yo me quede mirando mi reflejo, no parecía yo, no me reconocía, estaba frente a una chica demasiado guapa como para que sea mi reflejo.

-Chicas, no me reconozco en el espejo, me encanta.

-Bueno ahora iros vosotras a arreglar que la fiesta empezara en nada –dijo Melisa.

Todas las chicas salieron corriendo a sus cuartos para ponerse guapas y arreglarse.

-Toma.

Melisa me ofrecía unos pendientes que brillaban como dos luceros.

-Melisa, yo no puedo aceptarlo, es demasiado.

-Todas las chicas de la familia lo han llevado, ahora te toca a ti. Acéptalo por favor, además hace juego con tu vestido –dice sonriendo.

-Muchas gracias –le dije abrazándola, ese gesto me había llegado hondo.


Mi loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora