El camino del héroe es un duro y sinuoso... Shintaro lo vivió en carne propia al regresar a su casa, y aceptar su castigo... No se sintió capaz de entregar aquellas medias de red fuera de su caja y estiradas a su madre... Pero tampoco le entregó el dinero, así que esa noche no cenó.
—¡¿Por qué demonios le dejé mi cocacola a ese estúpido perro?!— se quejó echado en su cama, mientras su estómago gruñía como si no hubiera probado bocado en meses —Uhh, ¡voy a morir!
#####
La siguiente aparición de aquel héroe fue una semana después, al ir por el pan, observó cómo una señora bastante mayor tenía dificultades para cruzar la calle.
—¿Cómo llegan a esa edad si no saben cruzar?— se preguntó rodando sus ojos con fastidio.
Llevó ambas manos a los bolsillos de su jersey, en señal de indiferencia, sin embargo había algo dentro de uno de los bolsillos... Aquella media de su madre, la había escondido allí al llegar a casa ese día, y nunca la sacó.
Observando esa media a mitad de la acera, e ignorando a las personas que pasaban junto a él viéndolo raro... Recordó aquella sensación, aquel increíble sentimiento de grandeza, de orgullo de sí mismo...
Volvió a mirar a la vieja inútil, quizá era su oportunidad sentir aquello nuevamente... Entonces divisó a un tipo, uno con pintas de buena gente, desviar su camino rumbo a la abuela...
—¡Ahh no! ¡No vas a quitarme mi buena acción!— exclamó colocándose la media, cerrando el jersey, y corriendo hacia la anciana, empujando al tipo que se interponía en su camino —¡Yo la ayudo!— exclamó apareciendo de la nada a su lado y tomándola del brazo.
—¡AHH! ¡Mi corazón!— se quejó la señora con una mano en el pecho.
—¡No hay tiempo!— declaró al ver un espacio para cruzar, y comenzó a caminar rápido tirando de ella.
Fue todo un éxito, llegó al otro lado sin que un auto los atropellara, se giró esperando una mirada de gratitud, sin embargo la mujer estaba jadeando, con una mano aún en su pecho, sin decirle una palabra.
Vieja desagradecida...
Pero él era listo, y no tardó en darse cuenta que algo no estaba bien —¿Qué sucede?— preguntó confundido.
—Mis... pastillas...— logró articular finalmente la mujer sacando temblorosamente un frasquito con algunos comprimidos.
Y entonces su empatía, esa tan fuerte en él, volvió a activarse, corrió hacia una máquina expendedora y compró una botellita de cocacola.
—¡Aquí tiene! Para bajar la pastilla— regresó entregándole la botella.
—Pero... Yo no puedo tomar algo como esto...— explicó la mujer con su voz aún entrecortada.
—¡No tiene nada que agradecer!— exclamó sin haberse molestado en escuchar lo anterior y se marchó caminando tranquilamente hacia su destino, sintiéndose pleno.
Definitivamente ser un héroe era su vocación...
E incluso le traía buena suerte, ya que al entrar a la panadería, habiendo olvidado quitarse la media de la cabeza, obtuvo todo el pan que necesitaba completamente grátis.
#####
Sus andanzas se mantuvieron durante cerca de un mes, en el cual casi a diario realizaba algún acto heroico.
Un día le devolvió la pelota a unos niños que estaban jugando en un parque.
Otro día siguió a un tipo que había tirado un cigarrillo a medio fumar, sin apagar en la acera, y se lo lanzó dentro del cuello de su remera, para luego huir raudamente antes que el tipo lo viera.
En otra ocasión bajó a un gato de la rama de un árbol pese a que nadie se lo pidió, lo bueno fue que la rama era baja, y al sacudirla el gato cayó, era el primer gato que no veía caer de pie... Tal vez estuviera dormido, pero aquel no era su problema...
E incluso una vez atrapó a un delincuente que se escapaba de la policía, aquello no fue intencional realmente, el delincuente chocó contra él y ambos cayeron, pero su sacrificio sirvió para que esos policías se abalanzaran sobre el despreciable hombre y lo molieran a palos, así que contó.
Y en cada ocasión, dejaba una latita o botella de cocacola a la víctima, incluso cuando no había una.
Esto poco a poco llamó la atención de los medios, sobre todo de la empresa fabricante de aquella bebida, que no tardó en hacerse eco del nuevo héroe. Le sorprendió mucho ver en el noticiero un pequeño artículo en que contaban una pequeña parte de sus hazañas, y lo bautizaban "Super Red Man". Le pareció un nombre mediocre, pero le daba pereza pensar en algo mejor, así que a partir de ese momento... Comenzó a llamarse de esa forma a sí mismo.
De esta manera, en poco tiempo todos en la ciudad sabían de la existencia de aquel súper héroe, tan fuerte como mil osos, tan valiente que era capaz de enfrentar al mismísimo satanás, el cual luchaba por la justicia y dejaba como carta de despedida una cocacola a quienes salvaba... Porque aquella era la mejor bebida del mundo...
Si Super Red Man creía que era buena... ¡Debía serlo!
Y fue así como la popularidad de aquel súper héroe así como la venta de cocacola aumentó imparablemente...
¿Qué nuevas aventuras le esperarán ahora a Súper Red Man?
Fin de la parte 2.
Notas de la autora:
Supongo que hoy tengo que explicarles algunas cosas... La primera es que esto surgió como un sueño que tuve, casualmente luego de tomar cocacola antes de dormir... (por eso la droga es mala...) Claro que el sueño no era exactamente esto, pero al despertar le di forma y pues... Aquí está esta cosa aún deforme.
Agradezco a todos los que han leído, y dejado sus hermosos comentarios :D.
Espero que hayan disfrutado de este capítulo y espero pronto traer el siguiente.
Hasta la próxima.
Trekumy.
ESTÁS LEYENDO
Super Red Man
Hayran KurguShintaro, un excéntrico millonario, (si con excéntrico nos referimos a malhumorado, y con millonario a tener una casa y tres comidas al día) decide adoptar una nueva identidad y hacer justicia con sus propias manos. Disclaimer: Los personajes no me...