Capítulo 14

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Debo hablar con Dimas...

Hace quince minutos que la banda terminó su presentación y todavía no consigo el valor para salir de la oficina. He limpiado el escritorio unas tres veces sólo para ganar tiempo, el segundero del reloj ríe a carcajadas de mí obsesión por la limpieza.

Eric puede actuar como un niño cuando quiere. Le dije que hablaría con Dimas y respondió que no, sólo así. No se percató de que no le estaba pidiendo permiso, sólo comentándole lo que haría. Tal vez teme que me convenza de no intentar lo que sea que vamos a intentar o sólo le preocupa el hecho de que estemos a solas, Dimas y yo no tenemos las mejores referencias.

Eric debe aprender a controlar sus celos, a mí no me queda de otra con la horda de admiradoras que busca tocarlo con cualquier excusa barata ¿no?

Es hora de enfrentarme a los ojos celestes que fueron mi perdición por tantos años, mi único refugio seguro en medio de la tempestad.

No pasa nada, Aura. Es Dimas.

Oh, ¡es Dimas!

Abro la puerta, los ojos azules de mi ex novio me observan desde el umbral de la puerta del frente.

El destino me odia.

Un cigarro cuelga de sus labios, a sus espaldas está la banda y Sofía. Nadie más me ha visto, Eric conversa con mi amiga y Dimas permanece en silencio observándome.

—¿Podemos hablar?

Dimas mira sobre su hombro, no sé si alguien más me ha escuchado porque su cuerpo no me deja ver.

—¿No hay problema por...?

Por Eric, lo sé. Niego con la cabeza y se acerca a mí, a la oficina. Dudo, las escenas fugaces de los besos a escondidas que tuvimos aquí regresan con la misma intensidad que cuando sucedieron. Balbuceo sin lograr hilar una frase coherente... ¡No puedo estar en la oficina con él!

—Vamos al frente, Aura —sugiere con una cálida sonrisa.

—Mejor.

Dimas me revuelve el cabello con uno de esos gestos cariñosos y familiares, me siento un poquito mejor así. Sin embargo, Eric no parece pensar igual que yo. Evito la mirada del guitarrista y me dejo conducir por Dimas hasta la barra, Eric debe entender que esto es por lo que sea que intentaremos.

Pedimos dos cervezas a Tony, sonríe de oreja a oreja al vernos, es uno de los que quiere que terminemos juntos o eso he deducido, pues siempre parece muy feliz cuando nos ve cerca.

—No tengo idea de cómo se llama esta canción, pero es pegajosa —comento para romper con la tensión que nos rodea.

—Yo tampoco —Mira hacia la parte superior donde está el disc jockey—. Algún día le preguntaré.

II. La Melodía de Aura 2 - ObsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora