Obsidiana es la segunda parte de "La Melodía de Aura", es necesario leer primero Preludio.
La Melodía de Aura es una historia llena de música, literatura, emociones a flor de piel y amores que jamás podrás olvidar. Si te interesa, debes empezar...
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Eric me despeinó en nuestro breve momento en medio de las sombras. No nos percatamos hasta que íbamos bajando por las escaleras, la mejor opción fue terminar de deshacerme el peinado. Me detuve en la mesa para decirle a Sofía que nos iríamos, cuando preguntó el motivo sólo me limité a sonreír. Eric se deshizo la coleta y me amarró el cabello mientras hablaba con ella.
Cualquiera que nos viera debió de creer que acabamos de recibir una llamada urgente, hemos corrido hasta la entrada principal donde estaba el valet parking.
Estoy muy nerviosa.
Casi no hemos hablado desde que sucediera aquello. El corazón está atorado en mi garganta y, cuando recuerdo lo que me hizo sentir, me derrito un poco más en el asiento del copiloto.
¿Y si hago algo mal? Nunca he estado con alguien como Eric. Con León fue casi espontáneo y con Dimas pasaron muchos años antes de que diéramos ese paso. Ambos eran mis parejas, es la primera vez que estaré con alguien que no lo es, pero que significa mucho para mí.
Enciendo un cigarro y Eric me pide uno, las manos me tiemblan al escucharlo. No sé si estoy lista para esto, es una estupidez porque no es mi primera vez. Tampoco soy muy recatada al respecto y, sin embargo, estoy muriendo de los nervios.
¿Qué hago? No puedo decirle que siempre no luego de que yo misma le presionara. Eric es paciente hasta que presiono de más, luego no sé qué hacer con lo que consigo. Debería aprender a medir las cosas que le pido, pues siempre cede conmigo...
Tiemblo cuando noto que estamos llegando a su casa. Sé que si le pido que me deje en la mía lo hará, pero las cosas se arruinarán. Aunque también se arruinarán si no tengo idea de qué hacer y no me tranquilizo.
Sofía me ha enviado un par de mensajes preguntando qué ha sucedido, no he contestado ninguno. No quiero que él vea que me tiemblan las manos o que me sobresalto un poco con cualquier comentario que hace, así sea dirigido a algún automovilista que ni lo escucha.
Clavo las uñas en las palmas de mis manos cuando apaga el motor del automóvil y sale de éste. Me desabrocho el cinturón y mi mano se resbala un par de veces antes de lograr abrir la puerta. Eric está ahí con el cigarro en sus labios y su media sonrisa característica. Está guapísimo... No puedo creer que he salido de la boda algo despeinada por su culpa y que no me importara. De hecho, acabo de entender que he salido despeinada de la boda de Fernanda.
Ay, Aura.
—Parece que vas a la horca —Su risa me comprime el estómago.
Cierro la puerta del automóvil.
—¿De qué hablas?
No responde, en su lugar me toma de la mano y guía en dirección a la puerta principal.