Bajo el mismo techo (Camren)

¡Llanto y más llanto!

4:00

—Espera, ¿cómo es eso de que tu ex se ha metido con tipo malos y te ha dejado a la bebé?— preguntó Camila con los brazos cruzados.

—Eso. Que dice que se ha involucrado con personas peligrosas y que me ha dejado a... Mira Camz, ve esto— dijo estirando su mano con la breve nota en ella.

Camila se dispuso a leer concentrada, la primera vez que leyó no creía nada, la tuvo que leer tres veces más hasta que elevó la mirada hacia Lauren.

—¿L. V, quién es?— preguntó la menor viendo a Lauren que miraba directo a un punto inexistente en la pared del living.

—Lucía Vives, una aventura, bastante loca— respondió Lauren saliendo de sus pensamientos.

—Se nota, no entiendo a las madres así, no sé cómo hay personas que puedan abandonar a una criatura indefensa que aún no puede valerse por sí sola. Pobre bebé— se desahogó Camila largando un suspiro al final.

—Ni yo entiendo, Camila— soltó la ojiverde angustiada.

—¿Es tuya?— preguntó la morena de la nada y luego de unos minutos en silencio.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste.

—Por supuesto que no, Camz. Recordaría haber tenido una bebé, ¿no crees?

—Verdad...

De vuelta a los minutos de silencio entre ambas.

—Y... Tú Lauren...Tú...¿Piensas llevarla a un orfanato?— se atrevió a preguntar la castaña temerosa por la respuesta.

—No sé, Camila, en la nota dice específicamente que no lo haga, pero...

—¿Pero?... Tú sabes que Dinah tiene contactos, alguna asistente social, o alguien del juzgado de familia, no sé...— dijo a la espera de la pelinegra.

—¿Que haría yo con una bebé? No sé nada, de hecho saldré en este mismo instante a aclarar la cosas con esta mujer— dijo mientras tomaba las llaves colgadas y su chaqueta.

—¡Lauren!— gritó la menor cuando Lauren azotó la puerta.

En ese mismo instante sintió como la bebé lloraba así que subió a verla. La pobre desconsolada, lloraba encima de la cama de Camila. Camila la alzó en sus brazos y por primera vez sintió miedo ante la decisión de Lauren.

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En esos momentos, mientras Camila arrullaba a la pequeña para que siguiera durmiendo, Lauren conducía a toda velocidad a la casa de Lucía Vives. ¿Cómo se le ocurrió algo así? Pensó Lauren apretando el volante.

Al estacionar inhaló y exhaló para calmarse y armarse de valor. Bajó del auto y caminó a grandes pasos a la casa de Lucy, quien para suerte de Lauren, vivía en una de las partes más seguras de la ciudad, y al estirar su dedo índice para tocar el timbre dudó. Después de unos minutos tambaleante se decidió y lo hizo, la puerta la abrió una sirvienta de la lujosa casa.

Caminó hasta la sala de estar y ahí se encontraban sus antigüos y desagradables suegros, quienes al percatarse de su presencia, dejaron de lado lo que hacían y dirigieron sus miradas a una nerviosa Lauren.

—¡Miren a quién tenemos aquí!— ironizó el hombre.

—Lauren, ¿eres tú?— preguntó la señora.

—Sí, la misma— aseguró Lauren.

—Y... ¿Puedo saber qué es lo que buscas? Porque a mi hija no creo, ella ya no vive aquí— dictó el hombre.