5. Un miserable y triste idiota.

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Miraba los patrones del mantel blanco como si fueran lo más interesante que estuviera a mi alcance. La música clásica se oía al fondo, mientras que las risas de las personas reconocidas que estaban por ahí, se combinaba con todo el ambiente de alto prestigio. Mentiría si dijera que me sentía parte del lugar, me sentía lo más incómodo posible; un pez fuera del agua que trataba de encajar en la tierra... un lugar que nunca sería de su alcance.

En ese momento me pregunté qué demonios hacía ahí, como si la respuesta no fuera obvia: estaba ahí por negocios. Negocios que eran un poco difíciles de explicar y, además, un poco incorrectos de mencionar. Pero podía sobrellevar esto, podía pensar en mi hermana menor y en la cama que me esperaría en casa esta noche y podría sobrevivir. Es solo que era tan incómodo, estar rodeado de personas que creen que soy como ellos, que creen que me siento tan malditamente bien como ellos y en realidad todo es una farsa.

Seguí mirando los patrones de aquel mantel, preguntándome si de verdad necesitaba este trabajo. Si de verdad debía estar aquí, fingiendo ser algo que no soy y haciendo algo que no quiero hacer solo porqué la paga es lo suficientemente buena como para sacarme de todos mis problemas. Pero a la hora del té, ¿qué eran la integridad personal y la autoestima después de todo? El mundo seguiría rodando, aunque tú te sintieras como una mierda, y lentamente, tú también seguirías, aunque te sientas como la peor de las basuras.

Yo debía seguir adelante, aunque me sintiera como la mismísima mierda.

—Veo que este no es tu tipo de diversión, eh. —Sentí como mi corazón saltaba en mi pecho de la impresión. Mis ojos viajaron del mantel lleno de patrones de flores hacia el moreno con bastón sentado a mi lado, el cual miraba al frente, probablemente observando como todos los demás bailaban con sus respectivas parejas.

Yo me removí nervioso en mi asiento, sorprendido aún de que hubiese cruzado palabra conmigo. No lo había hecho en toda la noche, estaba ocupado hablando con sus amigos sobre la velada como para prestarme atención. Tampoco esperaba que lo hiciera, mas bien, esperaba que no se acercara a mí en lo mas mínimo. Pero sabía que no podría evitarlo, en algún momento tenía que pasar.

Y pasaba ahora.

—Prefiero estar en casa. —dije. No era mentira, preferiría estar en casa durmiendo que estar aquí, aunque mi casa hubiese dejado desde hace mucho de ser un hogar.

—Yo también. —dijo él, con la misma nostalgia que yo.

Nos mantuvimos en silencio por varios segundos. Segundos que fueron rellenados con la música clásica que sonaba de fondo mientras todos bailaban y conversaban amenamente. Miré de soslayo a mi compañero, el cual respiraba lentamente, como tratando de relajarse. Tenía su cabello color azabache sujeto en una coleta alta, dejando sus fuertes rasgos lucirse por sí solos con la luz del candelabro que colgaba sobre nosotros. Era atractivo, además, era muy serio y no lo había visto sonreír en toda la noche. Y, lo que más me temía, era completamente intimidante.

—Tú debes estar acostumbrado a estas cosas, ¿no? Se ve que todos te conocen. —Me atreví a decir, llamando su atenciónpor un momento.

—Pues... sí. —dijo él— La verdad es que le serví a mi nación durante muchos años, pasé la mayor parte de mi juventud ahí. Yo le di mi vida y mi corazón a mi país. Soy respetado por todos, por los que llevan más años que yo en esto y por los que apenas están empezando.

—Lana me contó sobre tu trabajo en la Armada.

—Debió contarte, entonces, que me retiré por una tonta lesión en la pierna.

—No debe ser tan tonta sí dejó a un hombre tan rudo y fuerte como usted fuera de la Armada.

Él me miró enseguida que dije eso y quise que me tragara la tierra pensando que había dicho algo malo o estúpido. Sin embargo, él soltó una risa amarga y dijo, después de un rato.

Fire Breather.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora