Capítulo 7

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Mel POV'S


Mi fin de semana puede definirse perfectamente con tres deliciosas y maravillosas palabras: cama, comida, películas. Puede que también sean mis favoritas de todos los tiempos. Me dan paz, distracción y eso es... todo lo que necesito, porque después de los inesperados acontecimientos del viernes por la noche, nada me haría sentirme mejor.

Siento como si hubieran transcurrido muchos días, quizá meses desde ahí pero todavía estamos a lunes y la vuelta a la realidad de la universidad no podría ser menos apetecible. No quiero abandonar la seguridad de mi apartamento.

Desayunar tortitas, comer pasta y cenar comida china mientras veo películas de ciencia ficción es lo único que quiero hacer antes de tumbarme en la cama para dormir oficialmente más que las marmotas. He llegado a acercarme a los niveles de un koala. Próximo destino después de que me gradué este año... Australia, hombre.

Por otro lado, el mantenerme en pijama de Winnie de Pooh durante los dos días ha facilitado toda la cosa de la negación. No he podido estar metida en una mierda tan seria como la del viernes. No después de todo lo ocurrido hace casi cuatro años. Si solo Tully supiera. Me metería en un gigantesco y monstruoso problema por incumplir sus reglas y por encima ocultarlo.

Los federales.

Dios, los federales no se quedarían fuera de brazos cruzados esta vez porque ni siquiera Tully osaría protegerme de sus afiladas garras y grandes hocicos de sabuesos.

Pero de hecho, resulta que lo hice. Los mensajes y llamadas de Ash de madrugada me lo confirmaron. Se sentía incorrecto ignorarla eliminando los mensajes, teniendo en cuenta que estaba verdaderamente preocupada por cómo me encontraba y por cómo de mal se había portado conmigo, pero no podía hacer otra cosa. Era demasiado para tratar unas horas más tarde de ver como ella disparaba sin vacilación a un hombre que había seducido minutos antes de que todo estallara en caos.

¿Qué iba a responderle? ¿Qué todo estaba bien? 

Las cosas no eran tan simples. También uno de sus mensajes mencionaba algo sobre sentir no haber estado allí para acompañarme a casa y que por eso envió "ayuda" a mi rescate. ¿En serio? "Ayuda" es como ella pensaba definir a un experto psicópata tatuado con una lamentable visión del humor. Genial, porque si todo lo que se le había ocurrido era enviarlo como ángel guardián, es que ella literalmente conocía al diablo.

El hombre me había amenazado, reído en mi cara y perseguido hasta que permití que me acercara a mi apartamento. Todo ello mientras veía una nube negra cernirse sobre su cabeza, augurando una terrible tormenta si seguía acercándose. Ya sea por su figura delgada y musculosa, sus ojos oscuros, sus maneras orgullosas y arrogantes o su insolencia desmedida... Algo definitivamente hizo que su manipulación venciera contra todas las señales y campanas de advertencia que mi cerebro envió cuando me moví a su alrededor.

Como digo, soy testaruda, en cuanto a no contestarle a Ash y en cuanto a todas las decisiones que he tomado. Salvo que la excepción del viernes ha estado a punto de costarme un precio. Un funesto error. Que desde luego no va a volver a repetirse. Porque entiendo más que nadie lo cerca que puede estar la muerte cuando no eres capaz ni siquiera de olerla. No sé lo que Ash planeó, o en lo que está metida y ha dejado que me involucrara. Es algo de lo que tenemos que ponernos al día cuanto antes, y sospecho que no solo por mi bien, puede que también por el suyo.


9: 31 a.m

Trato de elaborar nuestra conversación de camino a la Universidad. Pero ni siquiera el abarrotado metro me da alguna inspiración para la excusa que le daré a Ash sobre sus mensajes siendo desechados al buzón de voz. Puede que no haya sido tan buena idea desatender sus llamadas porque ahora en cierto modo me siento un poco culpable. Y solo se hace peor cuando la veo en mitad del pasillo que lleva a mi primera clase, esperándome con su mochila en la puerta. Su cara de cachorro arrepentido hace trizas cualquier discurso que tenía pensado balbucear. Ella ciertamente luce preocupada, angustiada. 

InsaciableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora