Eterno

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Hace siete meses habría dicho que la vida es un accidente, que todos somos un error ajeno, y que durante el tiempo que nos toma expirar tenemos que lidiar con demasiadas cosas estúpidas que al final no nos van a servir.

Hace siete meses habría pensado que amar a alguien es una farsa, que el amor es una cosa ficticia que la media usa para vender, y que toda la gente que dice enamorarse no son más que hipócritas mediocres a los que la mercadotecnia les ha lavado el cerebro. Hace siete meses, me hubiera dado igual vivir o morir, y calificaría como imposible el sentir, aunque fuera la cosa más mínima por alguien.

Pero ahora, estaba sentado en una cama de hospital después de luchar por mi vida en una aterradora pesadilla, que no habría ocurrido si yo no me hubiera enamorado de un asesino a sueldo; un asesino a sueldo que llevaba tras de sí toda una oscura historia plagada de mentiras y misterios.

Pero soy Kim SeokJin, después de todo. Era evidente que la primera vez que sintiera algo por alguien, me viera involucrado en la aventura más extraña y peligrosa de toda mi vida. Una aventura, que finalmente estaba encontrando una manera digna de acabarse.

- ¿Quieres que acomode tus almohadas? –preguntó Jungkook.

Como dije, me hallaba sentado en mi cama del cuarto de hospital. Casi dos horas atrás, mi emotivo reencuentro con Jungkook había sido interrumpido por alarmadas enfermeras y un par de doctores, y después de quejas, empujones y reclamos, se me había vuelto a instalar en mi habitación y a Jungkook en la suya. Así, estando lejos de él, me puse arisco con todo el mundo y me negaba a cooperar, pero afortunadamente, después de un chequeo rápido, Jennie autorizó el que él fuera a verme un rato.

-Necesita descansar todavía, y tú también –me dijo en voz baja, fingiendo que reacomodaba unas cosas en mi mesita de noche antes de dejar pasar a Jungkook-. Pero sé que ninguno de los dos lo hará de momento, así que les doy un par de horas para que hablen lo que tengan que hablar, ¿bien?

-Eres un ángel, Jennie... -musité sonriendo de corazón.

Ella solo me regreso la sonrisa y dejó la habitación, para después permitirle entrar a Jungkook.

Y entonces ahí lo tenía. Un metro setenta y nueve, pelo castaño muy oscuro, ojos avellana, piel clara, labios pálidos. Mi perfecto y precioso Jeon Jungkook, despierto como hace tanto yo soñaba, y sentado en una silla alta a un lado de mi cama, mirándome. No podía pedir más que eso.

Bueno, tal vez sí. Admito que me hubiera gustado más tenerlo encima, rodeando mi cuello con sus brazos y besándome como si no hubiera un mañana. Pero tenía razones muy fuertes para creer que eso no iba a pasar muy pronto.

Llevaba solo unos minutos ahí, pero había estado muy callado y serio. Parecía un robot que contestaba con monosílabas y asentía o negaba con la cabeza. Eso, debo admitir, me preocupaba interiormente. No sabía si era por estar conmigo, o si más bien porque ahora que tenía todos sus recuerdos su actitud era distinta. Me inquietaba la posibilidad de que pudiera ser algo permanente.

Traté de parecer calmado, y le dediqué una suave sonrisa.

-Mis almohadas están bien así, gracias –le dije-. Mejor hablemos ahora, Kookie. Yo quiero... bueno, quiero saber qué pasó cuando Hobi te dejó solo en la fábrica, después de llevarse a Taehyung.

Él asintió lentamente, pero no dijo nada.

Me hubiera gustado saltarme el pasado de una vez y preguntarle solamente si aún me amaba. Esa respuesta era la que más me importaba y a la que más temía ahora que ambos estábamos vivos y fuera de peligro, pero mi conciencia me decía que esperara, que no era el momento adecuado. Aún había muchas otras dudas de por medio, tanto de su parte como de la mía. Era un asunto sumamente serio, y aunque no quisiera, a los dos nos correspondía resolver todas las preguntas del otro.

Seducción Homicida **Jinkook**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora